4. Mi novio mató a mi madre.

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—¡Hey! Queta... 

Escuché a Rick a unos pasos atrás de mí.

—No vuelvas a hacer algo así, es peligroso. ¿En qué pensabas? Nos pusiste a todos en peligro.— continuó, ahora estaba a un lado mío.

Carol había preparado sopa instantánea, me serví un poco y me senté en una de las mesas.

—Te estoy hablando.— volvió a hablar.

—Soy muy capaz de hacer lo que ustedes hacen, ¿sabes? No necesito quedarme encerrada viendo cómo trabajan y sin ser productiva. Cerré la reja que daba hacia este lado, ¿crees que soy tonta?— contesté, lo miré a los ojos, tenía la mandíbula apretada.

—Pero no debes hacerlo sin supervisión. Pudiste morir.

—Claro, pero no lo hice, aquí estoy y estoy intentando comer.— volteé mi vista al plato de comida. 

—De verdad  es muy riesgoso, no podemos dejarte sola.—ahora habló Mich.

No respondí nada, terminé mi comida y salí a una de las torres de vigilancia, estaba cuidando desde arriba, podía mirar el bosque interminable que rodeaba la prisión, algunos muertos merodeando alrededor y sin rumbo, dentro de la prisión vi que Beth mataba con un pico a los que aún quedaban dentro de los patios, y  junto a ella estaba Carl. 

Rick estaba mirando las tumbas que habían en otro patio, lloraba, se agachaba y acariciaba una de las cruces que había, había momentos en los que parecía que hablaba con alguien pero desde acá arriba no podía ver bien del todo. El anciano Hershel lo acompañó y comenzaron a platicar, estas personas eran tan raras y misteriosas. No había tenido el interés por conocerlos hasta ahora, no me había percatado de algunos detalles.

Alguien tocó la puerta de la torre, era Maggie, entró.

—¿Por qué vaciaste el bloque completamente sola?— soltó apenas entró.

—Hola, Maggie. Claro, hola Queta, quería hablar contigo sobre algo...— hablé sarcásticamente, Maggie me miró con una sonrisa juguetona.

—Lo siento, es que tu discusión con Rick fue muy seria, no sé qué pasó y quería platicar contigo sobre eso... Escucha, a Rick le importa mucho su gente, no lo tomes personal.— habló seriamente.

—Recién llegué y ¿ya soy de los suyos?— cuestioné.

—No importa el tiempo que estés aquí, en cuanto nos ayudaste a Glenn y a mí, en Woodbury,  te volviste parte de nosotros.— tomó un mechón de mi cabello y lo puso detrás de mi oreja.

Me miró a los ojos y me sonrió. Hablaba como una mamá o una hermana mayor, no lo sé, pero su tono de voz era extraña.

—Gracias.— dije.

—Espero que puedas entenderlo,— volteó a ver a Rick por la ventana, —hace poco perdió a su esposa y a su mejor amigo unos meses atrás. Han sido tiempos difíciles para todos. Perdimos la granja de mi padre en donde vivíamos, ahora con lo del gobernador ha estado más estresado que de costumbre, no se lo digas a nadie... el loco de Woodbury nos declaró la guerra. 

—¿Guerra?

—Sí, no estoy segura cómo ni cuándo, pero Rick irá a una reunión sobre eso para que nos deje en paz.

—No lo hará, está loco, tiene sed de venganza y su interior está lleno de odio y maldad. 

—Lamento mucho lo que le hizo a tu madre, ¿puedo saber por qué las quiere muertas?

—Realmente no lo sé, creí que él...— mensa, nadie lo sabe, pensé.

—¿Él...?— preguntó Maggie intentando que siguiera hablando.

Lo Prohibido || Rick G. & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora