10. Ha pasado por mucho. Está escondiéndose del peligro.

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-¡Rick!- seguí gritando, no importaba si algún caminante me escuchaba, lo mataba y seguía buscando a los alrededores de la casa. Pasaron horas y no volvía. Me metí más profundo en el bosque, estaba entrando en pánico y desesperación. Miré al cielo y vi humo, lo seguí y encontré un pequeño campamento, ahí estaba Rick. Sentado enfrente a una fogata y un cadáver que le pertenecía a una mujer.

-¿Rick?

Volteó a verme y me sonrió. Corrí y me senté a un lado de él, lo abracé.

-Dios... Sentí que te perdía...- le dije.

-¿Te pasó algo?

-Casi muero en la casa donde me dejaste, logré salir de esa pero estuve gritándote todo este tiempo, no vi rastro de ti y sentí que pasaron horas.

Me despegué de él, estábamos tan cerca. Me sentía aliviada de haberlo encontrado, sus manos estaban en mi cintura y mis brazos sobre sus hombros. Nos miramos, poco a poco me acerqué a él y él a mí, nuestras narices se rozaban levemente, por último me miró, pidiéndome permiso y yo asentí.

Nuestros labios se juntaron, comenzaron a sincronizarse a la perfección, sus manos apretaron mi cintura y me acercaron a él, mis pechos estaban totalmente pegados a su torso. Sentí cosquilleos en todo mi cuerpo, los besos se intensificaron, me senté en sus piernas y todo se aceleró, me cargó y entramos a la pequeña casa de acampar. Todo fue tan mágico, no era un sueño.

Con mi torso desnudo y Rick arriba de mí, comenzó a penetrarme varias veces, lento, suave, gemí de placer una y otra vez, era tan grande y grueso.

Mis manos jugueteaban con su pecho, su rostro, sus brazos fuertes, todo era tan placentero, con el tiempo se volvió rudo e intenso y aún en medio de su brusquedad me sentí bien conmigo misma.

Me volteó, sus manos me movían desde mis caderas, lo escuchaba gemir con su voz masculina, no podía dejar de gritar.

-Shhh... toma, no queremos llamar la atención de los muertos.- me dijo, me pasó mi blusa y la mordí.

Continuó con la penetración, suspiró, lo sacó y me volteé para verlo. Estaba sudando y sonriendo.

-Casi termino...

Me senté y él se acostó, tenía la respiración agitada, me puse encima de él y lo besé, cuando estaba listo me senté sobre él y continuamos, moví mis caderas adelante y atrás, de un lado a otro, con mis manos en su pecho y las suyas en los míos. El placer de ambos se incrementó, me moví hasta terminar, al hacerlo yo él lo hizo fuera de mí.

Miramos el techo de la tienda de acampar, me comencé a sentir nerviosa. Lo volteé a ver.

-¿No le diremos a nadie, verdad?- dije.

-Creo que sería lo mejor.

Nos volteamos a ver. Con una de sus manos me atrajo hacia él, nuestras frentes estaban juntas, no dijimos nada, solo nos observamos.

Rick acariciaba mi cara, mi cuerpo, sonreía y me besaba.

-Eres hermosa...- soltó. Me reí nerviosa. -Es en serio, Queta. Eres hermosa. Tienes un cuerpo increíble. Me encantaste desde el primer día que te vi.

No, no era lo que esperaba escuchar, pero no fue malo.

-Gracias, Rick.

Cerré los ojos, sentí sus labios en mi boca y nos besamos.

(...)

Llegamos a la prisión, casi anochecía, las personas estaban preparándose para dormir, unos terminaban de cenar y otros recién llegaban de sus tareas en el exterior. Daryl estaba entre ellos, tenía el ceño fruncido.

-¿Qué te pasa, Dixon?

-Murió el novio de Beth.

—¿Ya lo sabe?

—No, iré a decirle. 

Caminó hacia la celda de Beth, poco tiempo después salió, me miró confundido. 

—No se sorprendió.—me dijo una vez estando conmigo.

—Ha pasado por mucho, Daryl. Está escondiéndose del peligro.

—¿A qué te refieres?

—Prefiere protegerse a ella misma, no sentirá nada por nadie porque sabe que estamos en un constante peligro, sobrevivimos.

—Es tan pequeña... No debería ser así. No deberían vivir esto, son unas niñas.—me volteó a ver, sus ojos estaban chiquitos, decaídos. 

—¿Puedo dormir contigo esta noche?— pregunté.

—Por supuesto.

Fuimos a su celda, nos recostamos y la noche nos hacía compañía. Viendo el techo de la celda pensaba mi necesidad de tener que contarle a alguien lo que había hecho con Rick. De alguna manera sentía que alguien pudo vernos, aunque la idea era imposible, el pánico del que dirán me comía por dentro. No pude dormir en toda la noche, mi cuerpo comenzó a doler, sentía mi cuerpo arder y escalofríos horribles. 

—¡Queta!, ¿estás bien?

Escuché a Daryl. Abrí los ojos, me hice consciente del sudor que tenía en mi cuerpo, la habitación ya estaba iluminada por la luz del día. 

—¡Estás pálida!

Daryl estaba vestido, tenía sus armas y me di cuenta que había dormido toda la noche y parte del día, intenté levantarme pero caí. 

—¡No te levantes!, iré a por Hershel. 

Empecé a ver borroso, la voz de Daryl se iba apagando poco a poco y de pronto todo se volvió oscuro. 

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⏰ Última actualización: Apr 17 ⏰

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