9. Los corazones rotos no se pueden evitar

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Después de que Phillip desapareciera entre los árboles, volví con el resto del grupo, ya no estaban, comenzaba a oscurecer y decidí regresar a la prisión.

Al llegar ví autos, un autobús y muchas personas. Me abrieron la puerta, estaba confundida, Rick y yo nos vimos a lo lejos, su semblante cambió al verme, dejó hablando a las personas con las que estaba y corrió hacia mi, me abrazó y me cargó, me sorprendí.

-Gracias al cielo estás bien.- dijo.

-Eso creo, ¿Quién es esta gente?- pregunté.

-Es gente de Woodbury, el gobernador no apareció, no pudimos dejarlos, muchos no saben defenderse.

-Wow... - estaba sorprendida por la generosidad de Rick al traer a todos acá.

Estaba mirando alrededor, volteé a verlo y su sonrisa fue espléndidamente honesta, algo en mi revoloteó y tuve una extraña pero complaciente paz en mi interior.

-Estaba muy preocupado por ti, Hershel dijo que no habías vuelto de tu rondín. Estaba por salir a buscarte.

-Lo siento, estaba despejando la zona y me alejé más de lo que debía.

-Eso ya no importa, lo que sí es que estás viva.

-Gracias por preocuparte por mi.

-Eres parte de nuestra familia, claro que me preocupas.

Me dió un abrazo, lo correspondí.

(...)

Han pasado algunas semanas desde la guerra con el gobernador, estaba preocupada por su regreso, sé que lo hará y cualquier persona que muera en el transcurso será mi culpa. Tuve que matarlo aquel día.

Michonne me dijo que Andrea había muerto, Martinez había escapado junto a Phillip, Milton también falleció, hasta cierto punto me sentía culpable por todo.

Caminé hacia el comedor, ahora estaba en el patio, ahí Carol estaba cocinando y sirviendo platos, otros comían, unos caminaban de un lado a otro.

-¿Qué te sirvo?- me preguntó.

-¿Es venado?

Señalé la carne que tenía en el asador, asintió con la cabeza.

-Dame uno de esos, por favor. Hoy saldré a buscar provisiones y necesito mucha proteína.

Carol solo rió, me entregó mi plato y cuando estaba a punto de irme, un chico de Woodbury me habló.

-Buenos días, Queta, te traje esto.- tenía una mano detrás de su espalda, cuando me enseñó lo que tenía en ella me sorprendí, Carol soltó una risa discreta y enseguida calló. Era un ramo de flores blancas, de las que crecen en la parte de atrás de la prisión.

-Vaya... Esto es lindo, muchas gracias.

Tomé las flores, estaba un poco avergonzada, mis orejas estaban calientes, al tomar el ramo, se marchó. Volteé a ver a Carol, quien tenía la mano en la boca para no reírse.

-Creo que le gustas.

Dijo y no bastó un segundo para que se echara a reír.

-Por favor no digas nada.

Me senté para comenzar con mi comida, dejé a un lado el ramo, a los minutos Rick se sentó delante de mí un poco confundido por las flores.

-¿Es del mismo chico?- preguntó, agarró las flores y las observó con una sonrisa en su rostro.

-Si...

-¿Cuándo será la boda?

Continuó burlándose.

-Mañana mismo, nos casará Hershel, estás invitado.

Soltó una pequeña carcajada y dejó el ramo en su lugar.

-Queta, venía a entregarte esta lista, Michonne no podrá ir, seré yo tu compañero, solo por hoy.

Me entregó una lista con cosas que necesitábamos buscar.

-De acuerdo, solo tomo mi hacha y estoy lista.

Dije en tono serio, terminé mi comida y entré por mi hacha. Al salir Rick tenía mi ramo de flores en la mano, estiró su brazo para que lo tomara, la luz del sol estaba casi en su punto más alto, había brillo en sus ojos y en sus lindos dientes blancos, sentí que me las estaba dando él y una sonrisa automática se formó en mi rostro.

-Se te olvidaron en la mesa.

Las tomé.

-Gracias.

Salimos de la prisión caminando, nos adentramos al bosque por un camino que ya habíamos formado antes, unos metros dentro dejé el ramo en el suelo.

-Es muy tierno ver el intento que hace ese chico para conquistarte, ¿Cómo se llama?

-Sinceramente no lo sé.

Reímos un poco y después se puso serio.

-No sé qué haré cuando llegue ese momento con mi Judith. Es tan hermosa y habrá docenas de niños tras ella...

-Nadie te prepara para esto, bueno yo qué sé, pero todos dicen eso.

-Es verdad, nadie te dice qué hacer, con Carl será distinto, estoy educando a un caballero, pero, ¿Cómo evitar que hombres malos rompan el corazón de mi Judith?...

-Los corazones rotos no se pueden evitar, lo que sí es que Judith tendrá muchos ejemplos de verdaderos hombres y sabrá elegir al indicado.

Me miró y me dijo que me confesaría algo, que no lo tomara a mal, todo sonó mal desde que dijo eso.

-Hershel me contó sobre tu pasado. No quiero que me cuentes, no te enojes con él, ¿Si? Él me lo dijo para protegerte.

No dije nada.

-Gracias Rick, pero creo que no debió hacer eso. Son cosas muy personales.

-Ojalá pudiera hacer algo...

-Basta, Rick.

Mi voz sonó dura, molesta.

-De verdad me gustaría hacer algo.

-No necesitas hacerlo, simplemente las cosas pasan y ya está.

Continuamos caminando hasta encontrar una casa a la que entraríamos a inspeccionar, inmediatamente entré y subí al segundo piso.

Abrí una de las recámaras y comencé a buscar estaba vacía. En los cajones encontré sábanas, almohadas, ropa abrigadora, estaba mirando alrededor, me acerqué al armario y al abrirlo un caminante se abalanzó cayendo sobre mi. Todo este rato no escuché ningún ruido y me tomó desapercibida.

Detuve al caminante con ambas manos, no podía hacerme nada pero mis brazos comenzaban a cansarse. Lo sentía cada vez más cerca.

-¡RICK!

Grité un par de veces, sin embargo, no subía.

-¡Rick!

Seguí gritando, cada vez con menos fuerza, faltaban pocos centímetros para que sus dientes mordieran mi cuello. Saqué todas mis fuerzas y lo tiré a un lado, quise levantarme pero tomó uno de mis tobillos, me arrastré hacia donde había caído mi hacha, con mi pie libre le golpeé la cabeza un par de veces.

-¡Rick!, ¡Ayúdame!

Me arrastré un metro más, el muerto aún seguía aferrado... El hacha estaba tan cerca y a la vez tan lejos.

Estiré mi brazo izquierdo, rocé al mango del hacha, un par de centímetros más y habrá muerto, pensé.

Al fin pude tomar mi hacha y con el resto de mi voluntad lo golpeé en la cabeza tan fuerte que su cráneo se partió en dos.

Mi respiración era pesada, mi corazón iba a todo lo que da, de mi frente escurrían gotas de sudor.

Me levanté, me miré al espejo y efectivamente, me veía horrible, sangre, sudor y cansancio.

Bajé con las cosas que encontré, Rick no estaba por ninguna parte, dejé las cosas en la entrada de la casa y volví a buscarlo, pero no encontré rastro de él.

Lo Prohibido || Rick G. & TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora