Epílogo

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 Un mes después

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 Un mes después. 

¿Qué hacía ella ahí? 

¿No era suficiente su dolor, ya? 

¿Por qué se siguió torturando así misma de ese modo?

La lápida blanca estaba intacta frente a ella, con varias rosas de diferentes colores alrededor suyo, se burló internamente por eso. Sus dedos acercaron el cigarrillo a sus labios para poder inhalar con toda la calma del mundo, no había nadie a su alrededor, solo era ella y el ruido de las hojas moviéndose por el aire que venía de vez en cuando desacomodando su cabello negro, una gabardina gruesa la cubría del frío, pero aun así sus manos temblaban y sus ojos negros no querían apartarse del mármol frente a ella.

Del nombre que tenía esta. 

Hera O'conner.

Las letras cursivas, las malditas letras cursivas con el nombre de su amada le revolvía el estómago, el dolor en su pecho se intensificó y un sabor amargo se instaló en su boca, el humo que había inhalado lo soltó por la nariz negándose apartar sus ojos de su nombre.

"Maldición." Maldijo en voz baja dándole otra calada a su cigarrillo, tratando de no romperse ahí mismo por el dolor, sus ojos parpadeando para ahuyentar las lágrimas que amenazaban en caer en cualquier momento.

Sus ojos finalmente se retiraron de la lápida para mirar alrededor de ella, ¿cómo es que fue a parar ella aquí? ¿Por qué tuvieron que ser las cosas así? ¿Por qué ella?

"Es mi maldita culpa, lo sé..." Dijo expulsando el humo por sus labios resecos, pateando las piedras bajo sus botas negras. "Solo... hubiera deseado que no hubieras sido tan terca y que me hubieras escuchado por una vez en tu vida, eso hubiera marcado algo distinto." 

Amber negó suavemente con su cabeza mirando sus pies, tratando el nudo en su garganta que parecía apretarse más y más con el tiempo que pasaba frente a ella. La pelinegra solo quería que esta pesadilla terminará y que todo fuera mentira, pero sabía que no era así, lo tenía confirmado en despertar a altas horas de la noche sintiendo el vacío en la cama junto a ella sintiendo su perfume por todas las suaves sábanas, estaba en todos lados. 

Y los padres de Hera, eran un desastre. Love se mantenía encerrada en su cuarto abrazando el peluche favorito de su hija contra su pecho, no había vuelto a sentir ese gran dolor desde que falleció su hermano, pero ahora era mucho más desgarrador que no podía entenderlo. Billy y Stu seguían causando un desastre en el sótano tratando de desquitar su enojo y tristeza, pero se mantenían cuidando de Love a pesar de todo. 

Y Amber, Amber era un desastre andante, estaba llena de desesperación todo el tiempo, se enojaba por todo y tenía un nuevo vicio que era fumar para tratar de controlar su ansiedad. No había nadie que se preocupara por ella, la única persona que se ocupaba para que estuviera bien, está muerta. Ya no sentía lo mismo, su pecho se sentía vacío sin las risas escandalosas de la rubia que llamaba la atención de todos, el toque suave de sus manos en sus mejillas y sus ojos azules brillantes solo por ella, ya no quedaba nada eso. 

Para acabar, Sam, Tara, Chad y Mindy estaban vivos, la pelinegra no podía encontrar alguna lógica en ello, ¿cómo habían sobrevivido? Billy y Stu, ¿las dejaron vivas? La cabeza de Amber estaba dando vueltas por todas esas preguntas sin respuestas, no lo entendía. Ahora ellos acababan de mudarse a New York, y Amber no podía arder más de furia, ellos se fueron sin ninguna preocupación, sin remordimientos y olvidándose de todo lo que pasó.

Amber soltó una risita entre dientes, negando con la cabeza al no entender nada de lo que había sucedido ese día, solo tenía recuerdos borrosos después de la muerte de su novia, pero ahora se cuestionaba miles de cosas que no entendía. La pelinegra miró el humo del cigarrillo danzar suavemente a su alrededor sin escuchar los pasos provenientes detrás de ella que se acercaban en su dirección. Amber, Inhaló una última vez su cigarrillo antes de soltarlo en el pasto húmedo y pisarlo con sus pesadas botas y sin querer sus ojos se enfocaron en unos botines blancos a un lado de ella.

"Es un día relajante, ¿no lo crees?" Cuestionó la persona con una voz suave y relajante.

Amber se quedó sin aliento por unos minutos, su garganta se cerró y sus manos se cerraron en puños contra su gabardina, apretándola fuertemente contra sus palmas. Su ceño se frunció, mirando fijamente la lápida frente a ella haciéndose creer que solo era una alucinación suya, como las tenía siempre desde que había muerto la rubia. 

La persona a un lado suyo sonrió levantando la esquina de su labio formando una sonrisa descarada, pronto una risita ahogada salió de sus labios rosados dejando mostrar sus dientes perfectamente blancos. "Te comió la lengua el ratón, ¿no, cariño

Mindy Meeks dijo que siempre había una regla para todo, pero, ¿Ahora qué tal y agregamos una nueva regla?

Nunca, nunca, confíes en el narrador.

Amber dejó escapar un suspiro de sus labios entre abiertos girando para observar a la persona a un lado de ella que la miraba con esa sonrisa y esos ojos azules brillantes que le encantaba. "Hera..."

"

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Ja, los engañé.

𝐂𝐑𝐈𝐌𝐄' AMBER FREEMAN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora