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ADVERTENCIA: Capitulo largo.
Nervios.
Nervios es lo que sentía ahora mismo, sus nervios rebasando al verla ir de un lado para otro en la habitación con tanta emoción. Claro que ella también se emocionaba en cierto punto, pero no lo creía para tanto; en cierto modo una parte de ella ya estaba acostumbrada a esas cosas, y no solo hablaba de fundir el cuchillo sobre la carne de las víctimas hasta verlas morir, no. Ella amaba la sangre que se derramaba de sus víctimas, amaba sentir el hermoso carmesí recorrer sus dedos como una simple pluma, pero lo que más amaba era jugar con ello. De cierto modo le divertía ver sus caras llenas de terror al ver el filoso cuchillo o hacha ir directamente a sus cuellos o caras, sabiendo que era sus fin.
Apesar de todo eso, la parte de su cerebro que estaba consciente, le decía que parara, que dejara de hacer esas atrocidades, que se fuera y dejara todo atrás. Pero no podía y nunca lo haría por Amber.
"¿Estás bien, cariño?"
Hera parpadeo suavizando su expresión para observar a la pelinegra frente a ella. "Claro, estoy bien" Asintió con una diminuta sonrisa.
No, no lo estas.
La rubia se tenso en su lugar al escuchar esa voz. Después de días sin haberla escuchado dentro de su cabeza pensó que se había ido, que la había dejado en paz. Que ingenua era al pensarlo tan siquiera.
"¿Segura?" Cuestionó Amber de nuevo al ver su expresión de molestia.
Hera apretó la mandíbula haciendo un esfuerzo para no explotar ahí mismo. "Si, estoy bien."
Amber suspiro remojando sus labios con su lengua y dio unos pasos para estar cerca de su novia que tenía la cabeza gacha. La pelinegra agarro su barbilla para que la mirara, notando el brillo diferente en sus ojos.
La pelinegra la miro con cariño haciendo un lado un mechón rubio que le caía en su rostro. "Estás tan hermosa."
Hera dejo escapar una risita sintiendo sus mejillas arder al notar la mirada de la pelinegra encima de ella. "¿Apenas lo notaste?" Cuestionó con diversión.
"Oh, vamos. Acabas de terminar con el momento." Exclamó la pelinegra en un quejido antes de dejarse caer sobre el cuerpo de su novia.
La rubia abrió sus ojos al sentir su peso encima de ella, la pelinegra era pesada de eso estaba muy segura. "Me aplastas, ayuda"
Amber no dijo nada. Solo se quedó recostada con su cara enterrada entre los pechos de su novia, relajándose al sentir su piel caliente debajo de las yemas de sus dedos. Ella solo se permitió tomarse un tiempo antes de que todo fuera un desastre.
