aurora | 2

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DAISY: Escribimos ocho o nueve canciones las primeras dos semanas. Yo tenía una idea y él la desarrollaba o creaba un riff. Yo le ponía la melodía.

BILLY: Hace un álbum, cualquier álbum, es algo íntimo. Tiene que serlo.

DAISY: Lo que no quiere decir que no peleáramos.

BILLY: Peleábamos constantemente.

WARREN: Durante un mes, fue así. Nosotros en el estudio, grabando todos los arreglos y ellos estaban quién sabe dónde, haciendo Dios sabe qué.

EDDIE: Todos los días tenían algo nuevo.

KAREN: Canciones increíbles.

EDDIE: Y todas las noches, venían riéndose como dos colegialas.

GRAHAM: No me preocupaba, no todavía. Aunque no sabía qué hacían, funcionaba.

GRACE: Me pasaba algunas noches en el estudio con los chicos. Para ese entonces me había tranquilizado un poco con los quaaludes. Cuando Billy daba vueltas por allí intentaba no consumir nada. Supongo que quería seguir mostrándome como la vieja Grace o no quería que él se preocupara por mí.
Honestamente no sé si alguna vez lo hizo durante esos años.

KAREN: Seguíamos montándolo con Graham en distintos lugares.

EDDIE: Sólo diré que Grace no me dejaba descansar.

DAISY: Mira, sé que dije que les contaría todo. Pero ¿Cuánto quieren saber realmente?

CAMILA: Estaba ocupada criando tres hijas. Prácticamente sola.

ROD: Le había pedido a Daisy que volviera más tarde porque esa noche íbamos a grabar sus voces y las de Billy unas cuantas veces. Debería haber establecido límites sobre cuándo se estaba trabajando y cuándo no. Lo cierto es que no teníamos un horario establecido. Más bien era una especie de ley dela selva.
Pero se suponía que Daisy tenía que estar de vuelta en Heider a las nueve. 

DAISY: Se hizo tarde y de repente apareció Mick Riva. También se alojaba en el Marmont. 
Había salido de fiesta con él unas cuantas veces. Siempre fue decente conmigo. Pero era un poco... En fin, que siempre había un montón de groupies con él. Las fiestas a menudo se le iban de las manos.

ROD: Billy y Graham terminaron y Graham se marchó sobre las ocho. Billy y yo decidimos ir a cenar algo, pero volvimos un poco después de las nueve. Daisy no estaba allí. 

DAISY: Y de repente la casa estaba a reventar de gente. Por lo visto Mick había invitado a todo el mundo y había comprado bebida al bar del hotel.
Perdí la noción del tiempo. Me olvidé de lo que estaba haciendo. A saber qué me había metido. No recuerdo más que champán y cocaína.

BILLY: La esperamos una hora antes de ponernos nerviosos. Estábamos hablando de Daisy, y llegar a la hora era algo que solo hacía por accidente.

ROD: Llamé unas diez veces al Marmont pero Daisy no cogía el teléfono, así que le dije a Billy:
—Voy a ir para allá. Quiero asegurarme de que está bien. 

BILLY: A Daisy le flipaba grabar. Lo sabía, lo había visto con mis propios ojos. Si había faltado era porque estaba hasta arriba de todo.
Es doloroso preocuparte por alguien más de lo que esa persona se preocupa por sí misma. Es algo que conozco de primera mano, y desde ambos lados.
Así que Rod y yo fuimos para allá. Tardamos unos quince minutos en llegar a la cabaña del Marmont, no quedaba lejos. Y empezamos a preguntar por Lola La Cava (tenía un seudónimo... ¿Cómo no iba a tenerlo?). Por fin alguien nos dice que miremos en la piscina. 
Y cuando llegamos, Daisy lleva un vestido rosa y está sentada en el borde de un trampolín rodeada de gente, y está empapada. Lleva el pelo hacia atrás y el vestido se le pega al cuerpo.
Rod fue hasta ella y no sé qué es lo que le dijo pero, en cuanto lo vio cayó en la cuenta. Se había olvidado por completo. No nos habíamos equivocado: estaba como una cuba. Para ella lo único que iba por delante de su música eran las drogas.
Rod me señala y los ojos de Daisy siguen la dirección que le indica la mano y ella... Se puso triste al verme allí, mirándola. A mi lado había un tipo, uno que habría jurado que era un pureta aunque es probable que solo tuviera cuarenta años. Podía oler el whisky en su vaso, ese aroma antiséptico, ahumado. Para mí siempre ha sido el olor. El olor a tequila, el olor a cerveza. Incluso con la coca. El olor de cualquiera de esas cosas me devuelve de inmediato al pasado, a esos momentos en los que la noche acaba de empezar, cuando sabes que estás a punto de meterte en un lío.
Es una sensación estupenda, el principio de todo. 
Ahí estaba esa voz de nuevo, dentro de mi cabeza, diciéndome que no iba a ser capaz de pasar el resto de mi vida sobrio. «¿Qué sentido tiene estar sobrio si sé que nunca lo superaré para siempre? Pase lo que pase, algún día fracasaré. ¿No debería dejar de intentarlo sin más? ¿Renunciar a mí mismo?¿Renunciar a todos? Ahorrarle a Camila y a las niñas toda angustia futura y admitir quién soy realmente».
Miré a Daisy. Se estaba levantando del trampolín. Tenía una copa en la mano y se le cayó justo ahí, en el bordillo de la piscina. La vi pisar los cristales rotos sin darse cuenta de que estaban bajo sus pies. 

i broke up the band | Eddie Roundtree or Eddie LovingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora