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Llovia

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Llovia.

Todo estaba oscuro.

Se oían crujidos de zombies por todas partes.

Sus piernas estaban lastimadas. Sentía como ardían por cada paso que daba.

De manera silenciosa, encontró un sitio vacío. Un cuarto demasiado pequeño.  Cerró la puerta con cuidado.

Era el lugar donde se escondía cuando jugaba a las escondidas con sus amigas.

Las extrañaba.

Extrañaba el rico olor a perfume caro de Na-Yeon, la sonrisa adorable de Min-ji y las risas de I-sak.

Todas estaban muertas.

Suni se dejó caer. Estaba sola, no tenía a nadie. Sus padres, sus amigas... Todos habían muerto.

Nadie iba a salvarla, nadie iba a recordarla. No tenía a nadie. Y para colmo, había perdido a sus amigos.

Había perdido a sus amigos... y a Gyeong-su. Extrañaba sus sonrisas idiotas.

Un sollozo salió por sus labios. Seguido a otro, y a otro...

Su corazón empezó a acelerarse. Sus ojos empezaron a ver borroso.

Ya estaba cansada de tener ataques de pánico. No quería volver a sentir la maldita sensación de vacío.

No queria sentir nada más.

No quería respirar más.

No quería vivir más.

Empezó a faltarle el aire. Su cuerpo empezó a temblar.

¿Eso es lo que uno siente cuando esta por morir? ¿Ya había terminado todo para ella?

Suni estaba tan sumida en sus pensamientos, que no se dió cuanta que alguien había entrado al cuarto.

─¿Sun sun?

Al escuchar ese apodo, Suni empezó a llorar con más fuerza. Ya estaba empezando a tener alucinaciones.

─No puedo... ─murmuró mientras se tocaba el pecho. ─No puedo respirar...

Gyeong-su se acercó rápidamente a la castaña. Tomó sus manos y levantó su mentón.

─Respira conmigo Sun sun. ─agarró sus manos y las coloco en su corazón. ─¿Puedes sentir mi respiración?

Ella asintió, comenzando a concentrarse en los sonidos de los latidos del azabache.

─Regula la tuya. Vamos a respirar al mismo ritmo, ¿De acuerdo?

Suni empezó a calmarse. Soltó las manos de Gyeong-su y lo abrazo. Cuando se separo del coreano, con las mejillas enrojecidas y sus ojos llenos de lágrimas,  sintió que su mundo empezaba a llenarse. Su vida empezaba a cobrar sentido.

─Por favor Suni, no vuelvas a separarte de mi. ─murmuró Gyeong-su tomando sus hombros para que lo mire. ─No me dejes otra vez.

Suni lo observó en silencio.

─¿Suni? ─musitó preocupado. ─¿Te estas volviendo a sen...?

La castaña lo volvió a abrazar. Gyeong-su sonrió.

─Promete que nunca más vas a volver a irte así. ─susurró en su oído.

Suni alzó la mirada, encontrandose con la de Gyeong-su. Sus ojos estaban cristalinos.

Sentí que mi mundo se rompía. ─musitó con voz quebradiza. ─Pensé que te había perdido para siempre.

La castaña bajó su mirada a los labios del coreano.

Gyeong-su rodó los ojos divertido. ─¿En serio? ¿Te vas a quedar callada ante mi confesión?

Suni sonrió mientras le acomodaba el cabello todo desarreglado al coreano. ─Tu cabello esta lleno de sangre, pero sigue siendo muy suave.

El azabache la miró sin poder creerlo. ─¿Lo único que vas a decirme es que mi...?

Sin más, ella ser acercó rápidamente más a él, juntando sus labios en un pequeño beso.

Este al sentir sus suaves labios, comenzó a querer más. Por lo que, se separó para mirarla.

Ella asintió.

Con cuidado y delicadeza, acarició su mejilla, y con la otra mano, tomó su cintura. Junto sus labios nuevamente, mientras pasaba su lengua por su labio inferior pidiendole permiso.

La castaña accedió y al sentir el contacto de sus lenguas, se sintió torpe, pero aún así, se dejó llevar.

Podía sentir desaparecer todo a su alrededor, solo existían ellos.

El azabache no podía creerlo... Había besado a su Sun sun.

Cortó el beso. Bajó la mirada hacia sus manos avergonzado. La castaña agarró sutilmente las manos del coreano y las colocó otra vez en su cintura.

─¿Qu..Qué haces? ─preguntó tartamudeando.

Suni se sentó en el regazo del coreano, sintiendo como su corazón comenzaba a palpitar cada vez más fuerte. Pero esta vez, si le gustaba esa sensación.

─Gracias por irme a buscar. ─murmuró mientras le acariciaba sus mejillas. ─Dos veces...

Suni tomó nuevamente valor. Alzó la vista, sonrió y le dió un pequeño beso en la mejilla. Los cachetes del coreano rápidamente se tiñeron de pálidos a un rojizo brillante.

─Sun sun, no me agradezcas. ─habló Gyeong-su acomodandole el molesto flequillo a la castaña. ─Lo haría una y mil veces. Siempre voy a ir buscarte.

La coreana sonrió.

Eres mi chica. Debo protegerte.

Suni ladeo la cabeza mirándolo burlona. ─¿Tu chica? ¿Desde cuando?

─¡Oh vamos! ─exclamó divertido. ─Se que te encanto, no podrías vivir sin mí. Claramente eres mi chica, y yo soy tu chico.

─Debo admitir que extrañe tu voz de idiota.

Suni se burlo y se acostó en el pecho del coreano.

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Si, le tuve que agregar drama a la situación, no me maten JSJJSJS

𝖨 H̶A̶T̶E̶ ˡᵒᵛᵉ 𝖸𝖮𝖴 | 𝖾𝗌𝗍𝖺𝗆𝗈𝗌 𝗆𝗎𝖾𝗋𝗍𝗈𝗌. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora