VIII

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Luego de unas dos horas de camino, llegamos a Berlín. Sin duda la siesta del camino fue reparadora pero la verdad es que aún podía sentirme ebrio y probablemente los efectos de la mariguana seguían haciendo algunos estragos en mi cabeza. Antes de bajar del auto nuestros padres nos dieron el dinero. Cuando Gordon se estacionó todos bajamos para despedirnos y recibir las indicaciones que tenían para nosotros.

-Bill, Tom, tomen esto y no me interesa si no tienen hambre, coman. Los dos bollos tienen queso y no tienen vegetales así que no se pongan a buscar que quitarle ni a intercambiar. -Dijo mi mamá en un tono severo pero sin verse demasiado molesta ya. -¡Anda Bill! no puedes seguir así, querías beber como un hombre mayor, entonces afróntalo igual y no detengas el viaje por tu mala pinta y resaca. -Esta vez sonó más molesta conmigo en específico, pero no dije nada.

-Gracias mamá. -Dijo Tom con un hilo de voz ronca y mordió el panecillo.

-Los veremos aquí a la hora de la cena, así que no tienen pretexto para decir que no encontraron lo que querían de regalo y tampoco que los trajimos para vigilarlos. Así que por favor no abusen chicos. -El tono de voz de Gordon era mucho más sereno que el de mamá. -Trataré de que su mamá se relaje y que les dé una oportunidad por ser su cumpleaños, ya saben que ella siempre acaba por dejarlos ser. Tal vez es difícil entender que sus niños ya están creciendo y se le salen de las manos.

Los dos nos miramos ligeramente confundidos pero aliviados de que Gordon fungiera como mediador con nuestra madre. Ambos nos abrazaron, primero a Tom y luego a mí. De verdad nos estaban dejando libres con dinero en Berlín básicamente durante todo el día. Volveríamos al estacionamiento donde mis padres dejaron el auto a las 7 p.m.

El momento era nuestro. Lo único malo es que yo seguía muy descompuesto pero no pensaba arruinarle el día a Tom y por ende, a mí. Estaba nervioso aun por todo lo que le dije a mi hermano en el camino. Comí lo que mamá nos dio para evitar hablar. Me daba miedo pensar que ahora Tom podría cobrársela metiéndose en una relación o haciéndome a un lado por alguien más, puesto que sabía lo que yo había hecho sin contarle, rompiendo la confianza que me tiene.

-Tom, mi amor...

-Mhmmm? - no me miró pero confirmó que estaba dispuesto a escuchar

-¿Quieres ir a buscar tu guitarra? Después podemos ir a comprar lo que quiero y buscar algún sitio cómodo para disfrutar juntos la tarde. ¿Te gustaría? - pregunté fingiendo que no estaba nervioso por conocer la reacción de Tom ahora que me encontraba con mayor lucidez.

-Creo que lo mejor es que primero compremos tus cosas. Yo no pienso tardar demasiado. -Seguía sumamente serio. -Dame la mano, aquí nadie nos conoce y no les va a interesar ver a dos hombres caminando de la mano. Aquí eso es más común. -Me sentí aliviado pero no del todo, de momento no sabía realmente por qué.

-¿Me das un cigarro? Fumemos en ese parque, ¿sí Tom? Necesito recuperar un poco de energía.

-OK, pero no te acuestes en el pasto ni te quedes dormido. Debemos sacar provecho a la ciudad. -Dijo mientras sacaba los cigarros de su bolsillo.

Me senté en una banca y Tom permaneció de pie.

Me dio el cigarro y me ofreció el fuego, di la primera calada al cigarro y antes de sacar el humo preguntó:

-¿Qué fue lo que te enamoró de Derek? -fumó sin mirarme. Sentí que me ahogaba pero traté de aguantar la tos.

-Tom, perdóname por no decirte pero ya te lo conté y te dije que no he amado a nadie más de lo que te amo a ti.

-OK, ¿y cuándo me vas a hablar de lo tuyo con Natalie? -había olvidado el mensaje que originó nuestra pelea de la noche anterior.

-Nada Tom, no hay nada que hablar. Es similar a lo tuyo con esas chicas con las que estuviste anoche y los días anteriores, a todas tus novias en general. Con la excepción de que me importa Natalie y esas chicas solo son un juego para ti. Pero se resume a lo mismo. Me gusta, le gusto.

-OK, ¿entonces solo es un acostón con tu mejor amiga? -estaba enojado y daba largas caladas al cigarro, pero cuando sacó el humo por última vez antes de llegar a la mitad del cigarro, suspiró. - Olvídalo Bill, me sentí celoso, perdón.

-Ay Tom, no debemos pelear ya, especialmente hoy. Te amo mucho y lo sabes guapo.

-También yo Bill, por eso me sentí celoso. Porque Natalie escribió "con amor" y...- dijo haciendo las comillas con los dedos y volvió a fumar.

-¡Toooom, ya basta! ¿Vas a estar bien o enojado?

-Ya, ya... - Tom me tomó por la barbilla y me besó. Un beso algo brusco y corto pero que me confirmaba que todo estaba bien ahora.

Una vez en las tiendas Bill encontró y eligió varias prendas, muy a su estilo, negras, con detalles de piedras brillantes, estampados llamativos, brillos, animal print y con estoperoles. Todo en oferta, nuestros padres nos dieron una cantidad inusual, lo cual agradecíamos mucho, pero éramos dos y seguíamos siendo una familia no muy afortunada en esos momentos, así que debíamos aprovechar al máximo y solo gastar en cosas que nada más pudiéramos comprar en Berlín. Bill jamás permitiría que en Magdeburg supieran de esto.

La tienda de música estaba de camino al centro comercial y tan solo con pasar por afuera sabía exactamente qué guitarra compraría. No podía comprar el teclado porque era muy costoso y al parecer tampoco la cámara si quería que me quedara un poco de dinero para regalarle algo a Bill. Él amaría una sorpresa.

Después de unas 2 horas Bill había elegido al fin lo que se llevaría, viendo con nostalgia las prendas que no podría llevar. Y cuando se dirigía a la caja las tomé.

-Olvidaste estas.

-No Tom, ya elegí las que necesito. -Dijo tratando de sonar despreocupado

-Ah, ¿no las quieres? ¿Entonces se las debo regalar a alguien más? -sin que Bill lo notara hice la cuenta de lo que costarían esas prendas y estaba seguro de poder comprarlas.

-¿De verdad mi amor? -Asentí con la cabeza feliz de ver a mi Bill emocionado - ¡Eres el mejor Tom! ¡Gracias!

-Sí, bueno vámonos antes de que te enamores de alguien más.

-Toooom, ¿en serio? -Podía ver el fastidio de Bill en su rostro pero el rencor era algo que una vez que llegaba a mí, era difícil de sacar.

-Ya, ya, olvida eso. No tienes nada que agradecer, vamos por la guitarra. Ahora que tendré dos quisiera que tu aprendas a tocar también.

-Lo pensaré. Pero bueno, ayúdame a cargar las cosas y vámonos ya. -Seguía contento por los regalos, la sonrisa en su rostro seguía ahí.

Obedecí a Bill, cargué sus bolsas y salimos juntos. Berlín era muy diferente al lugar donde vivíamos, había mucho movimiento desde muy temprano, las tiendas estaban abiertas y había bastante gente en las calles y en el centro comercial. Y lo mejor era no tener que ocultarnos ni sentirnos vigilados, nadie nos conocía así que no había nada que temer.

Bill me tomó del brazo y me sentía bien cuando veía que la gente le dirigía miradas para admirar su belleza, aun con resaca y sin darle mucho tiempo de volver a arreglar su cabello y maquillaje muchas personas lo veían. Él llevaba lentes oscuros, las luces de los escaparates lastimaban sus ojos todavía afectados por el malestar después de beber tanto, pero eso le daba un toque de misterio, sus botas alargaban su delgada y estilizada figura, hacían qué sus 1.92 m de altura parecieran 2 m de pura belleza.

Cuando me percataba de los hombres que lo veían con deseo le pedía a Bill un beso o cambiaba las bolsas de mano y entrelazaba nuestros dedos para que vieran que ese hermoso hombre estaba conmigo. En el caso de las mujeres, ellas eran un poco más discretas, pero me gustaba confundirlas, les guiñaba el ojo o les sonreía y posteriormente volvía a tomar a Bill de la mano o nos deteníamos un momento y aprovechaba para abrazarlo. Podría decir que me gustaba que me vieran con él y al mismo tiempo dejarles claro que estábamos juntos.

Bill nunca ha tenido problema con mostrarse afectuoso conmigo frente a la gente, muchas veces tiene sus reservas pero jamás tengo un no por respuesta, puede ser diferente a lo esperado pero no me deja colgado ni me rechaza. Eso siempre me ha agradado y en este viaje nos estábamos explayando más que nunca, pero algo dentro de mí seguía inconforme, quería ir por la guitarra, pasar un rato agradable y tener un momento íntimo con él sin alcohol de por medio pero una parte dentro de mi cabeza seguía con coraje por las confesiones de Bill, aun sentía celos y quería hablar de eso a toda costa, pelear de ser necesario, pero eso seguro arruinaría el resto del día.

ALLES WAS ICH BINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora