Aun desde su encierro Will notó que las cosas en el exterior estaban cambiando. El ruido de las tardes se transformó en un bullicio incontenible, cada espacio disponible se llenó de folletos que mostraban toda la información de una persona desaparecida de nombre "Sadie Lennox" y un descontento generalizado se alzaba entre los integrantes de la comunidad para la vida eterna.
"Nada fuera de lo esperado" respondió Hannibal cuando Will le cuestionó qué estaba pasando.
La situación en general le resultaba increíblemente incómoda a Will, sin embargo, los posters con la leyenda "Se busca" le eran especialmente enervantes. Al verlos su conciencia hervía con culpabilidad, nadie sabía mejor que el qué había pasado con esa persona que todos se empeñaban en buscar y aún así una forma especial de egoísmo le impedía confesar su conocimiento a otros.
El punto más álgido de la búsqueda parecía estar a punto de llegar y lo único que podía hacer Will era esconderse en la falsa seguridad que le daban las paredes de la casa donde dormía. Desde días anteriores los eventos no hacían más que acumularse en algo que asemejaba a una montaña rusa que no hacía más que esperar un descenso anunciado. Primero fue tapizar la comunidad con letreros, luego fue la ciudad, a eso le siguieron las reuniones clandestinas que no hacían más que alimentar el descontento y luego vino la brillante idea: una huelga.
La noche antes de la huelga Abigail tocó el timbre de la residencia de Lecter y Graham, su desesperación era clara y su visita tenía un solo propósito, pedirle a Hannibal que interviniera en este evento para evitar que escalara de magnitud. El psiquiatra se negó categóricamente a acceder a las súplicas desesperadas de la adolescente, su razón era clara, "No puedo intervenir en los asuntos de la comunidad, el liderazgo siempre ha estado a cargo de Alana y de nadie más".
Abigail derramó lágrimas con la esperanza de que estas apoyaran a la labor de convencimiento pero resultaron inefectivas, su psiquiatra no cambió su forma de pensar y el agente Graham se mostró extrañamente falto de palabras, causando que Abigail tuviera que regresar a su casa con la mirada fija en el suelo y el corazón lleno de lo único que le quedaba: la esperanza de que nada se saliera de control.
En medio del cataclismo la única persona que parecía ignorar la magnitud de la situación era Alana, sus acciones se limitaban a desalentar las cuadrillas de búsqueda bajo el pretexto de no entorpecer el trabajo policiaco, lo que causaba que los integrantes de la comunidad comenzaran a perder paulatinamente la confianza en la mujer a la que alguna vez llamaron su líder.
Cuando llegó el día asignado para manifestarse fuera de el edificio más significativo de la policía el clima decidió ofrecer la primera nevada del año como obstáculo, sin embargo, ni el frío congelante era suficiente para detener a los integrantes de la comunidad para la vida eterna que puntuales comenzaron su trayecto a pie hasta llegar a su destino.
Si se le pensaba con cuidado esta manifestación tenía su raíz en algo mucho más profundo que la desaparición de una vecina de la comunidad. El verdadero origen podía ser trazado mucho tiempo atrás y en una infinita variedad de versiones que se resumen en la misma palabra: Rencor. Cada casa de la comunidad tenía su propio caldero en el que hervía un caldo de descontento producto del duelo mal procesado de cada persona y ahora esa sopa de sentimientos oscuros amenazaba con derramarse.
En un comienzo la manifestación no parecía nada inusual, incluso los mismos oficiales que se encontraban atrapados en su oficina no se veían sorprendidos ni preocupados, después de todo el descontento de la población no era ninguna novedad y los movimientos sociales siempre lograban encontrar su camino hacía la figura de autoridad más próxima.
Por su parte los manifestantes se mostraron tranquilos durante las primeras horas, sin embargo la tensión comenzó a aumentar exponencialmente conforme fue pasando el tiempo y con la llegada de la séptima hora también llegaron las primeras amenazas de incendiar el edificio si es que no se recibía una respuesta satisfactoria sobre la desaparición de Sadie Lennox o sobre el proceso de su búsqueda.
Una amenaza de tal magnitud era suficiente para comenzar a alertar y movilizar a los cuerpos de emergencia, quienes quince minutos más tarde comenzaron a rodear al numeroso grupo de manifestantes, causando que su descontento aumentara bajo los alegatos de estar siendo tratados como criminales en lugar de prestar atención a sus demandas.
Alana, Abigail, Hannibal y Will llegaron en el momento de máxima tensión luego de ser convocados como uno de los últimos intentos para tratar de solucionar de manera pacífica la situación en curso. Uno de los expertos en negociación sugirió que una persona reconocida e importante para ellos fuera quien hablara para tratar de calmarlos, sin embargo, dadas las circunstancias era evidente que la tarea no sería fácil.
"Tienes que ser tú, a ti es la única que pueden escuchar en este momento" sugirió Alana en cuanto se le presentó la posibilidad.
"¿Cómo te atreves a siquiera sugerir eso?" La voz de Will sonaba auténticamente ofendida ante la sugerencia de la doctora Bloom.
"Abigail es menor de edad, no puede hacer eso", dijo Hannibal negándose categóricamente, "Si alguien tiene que hacer esto esa eres tu Alana, tú eres su líder".
"No puedo ir sola, miralos han perdido el control" Alana sonaba aterrorizada.
"Will, quédate en el carro cuidando a Abigail, yo iré con Alana" dijo Hannibal.
Will asintió preocupado por la infinita gama de finales negativos en los que se podía desencadenar la intervención de los dos psiquiatras y le ofreció una sonrisa insegura a Hannibal para tratar de convencerse a sí mismo de que nada saldría mal.
Graham le puso el seguro a las puertas del automóvil que compartía con Abigail y observó cómo se alejaban las figuras de Alana y Hannibal camino hacia la enardecida multitud que se batía a gritos con la policía.
Desde ese momento todas las cosas que pasaron se sintieron como un parpadeo, irreales, apresuradas y engañosas. Primero Alana se abrió paso entre la multitud de sus seguidores que solo la observaban extrañados de su presencia, Bloom subió hasta el descanso de una larga escalinata en donde comenzó a hablar con la intención de detener este desastre, sin embargo, sus palabras se mostraron insuficientes cuando la molestia de la gente ascendió un nivel más, causando que algunos de los integrantes se abalanzaran contra ella. La fuerza de una sola mujer jamás se comparará con la de cientos de personas, esto se comprobó aún más cuando Alana tropezó y rodó hasta el final de la escalinata.
La caída de la líder de la comunidad para la vida eterna trajo consigo un silencio que no era perturbado ni por la respiración de todos los presentes al que le siguió el grito de una mujer que consiguió que todos volvieran en sus cinco sentidos. Hannibal se acercó cuidadoso hasta el lugar en donde se encontraba inconsciente Alana, se agachó, trató de tomar sus signos vitales y confirmó lo que todos temían con solo negar con la cabeza.
Alana Bloom había muerto.
Al interior del automóvil Abigail comenzó a sollozar desconsoladamente, la peor de sus pesadillas se convirtió en realidad y sus esfuerzos para impedirla fueron inútiles.
Tres meses más tarde las cosas en la comunidad para la vida eterna eran las mismas, un evento tan trágico como el fallecimiento de su antigua líder no había causado estragos significativos gracias a la ascensión de una guía, alguien que parecía una deidad prometida y que representaba una figura más cercana: Abigail.
Aun con la nueva líder los asuntos de la comunidad requerían una mano más dura, alguien que pudiera servir como guía para la adolescente y como pilar para los que integraban al grupo, alguien que trabaja tras bambalinas manteniendo el orden, por suerte para eso estaba Hannibal y ...
y Will.
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A cult to you [Hannigram]
Fiksi Penggemar"𝔇𝔬𝔠𝔱𝔬𝔯 𝔏𝔢𝔠𝔱𝔢𝔯, 𝔰𝔦 𝔱𝔲𝔳𝔦𝔢𝔯𝔞 𝔮𝔲𝔢 𝔠𝔯𝔢𝔞𝔯 𝔲𝔫 𝔠𝔲𝔩𝔱𝔬 ¿𝔄 𝔮𝔲é 𝔩𝔬 𝔡𝔢𝔡𝔦𝔠𝔞𝔯í𝔞?" 𝔲𝔫𝔞 𝔪𝔢𝔡𝔦𝔞 𝔰𝔬𝔫𝔯𝔦𝔰𝔞 𝔰𝔞𝔯𝔠á𝔰𝔱𝔦𝔠𝔞 𝔰𝔢 𝔡𝔦𝔟𝔲𝔧ó 𝔢𝔫 𝔩𝔞 𝔠𝔬𝔪𝔦𝔰𝔲𝔯𝔞 𝔡𝔢 𝔩𝔬𝔰 𝔩𝔞𝔟𝔦𝔬𝔰 𝔡𝔢 𝔚𝔦�...