CAPÍTULO 7

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El muchacho se permitió respirar profundamente creyendo haber despistado por fin a su persecutor. El sol ya había caído hacía una hora. Alguien tendría que haberse dado cuenta ya de que no estaba en el castillo ¿no? Quizás Lucy le estaba buscando para mostrarle algo de lo que había comprado en Hogsmeade, o quizás su perceptiva hermana Susan había girado su cabeza hacia la mesa de Gryffindor en la cena para comprobar que no estaba en ninguna parte.

Sus compañeros de sexto aún no lo conocían lo suficiente, y los de séptimo apenas le dirigían la palabra. Quizás Hannah Abbot. Eran amigos, pero no creía que le fuera a estar buscando entre la multitud.

Escondido en la oscuridad se encontró a si mismo deseando que alguien se hubiera percatado de su ausencia. Absurdamente, su cabeza fantaseaba aún con que ese alguien fuera Hermione Granger. Ojalá la chica hubiera apartado su atención de su conversación con Weasley y Potter y hubiera levantado la mirada para buscarlo.

Aunque pensándolo mejor, era preferible que no se diera cuenta. Si llegaba a conocer esa historia se daría cuenta de lo estúpido que era en realidad. Tan estúpido, que con su vida en juego no podía evitar pensar en la chica que le gustaba.

Se sentía un imbécil. Tendría que haberse dado cuenta de que estaba cruzando el límite de la protección del castillo. Ahora no podía ya cruzar el muro invisible. Ahora tenía que llegar a la entrada del castillo, donde los aurores custodiaban los terrenos del colegio, regulando las entradas y las salidas.

Aquel Mortífago había aparecido de la nada, persiguiéndolo por el aire en su escoba. Otro había aparecido de frente, haciéndolo descender a aquel bosque. Otro de ellos se había metido entre los árboles, mientras los dos seguían vigilando el cielo, impidiéndole salir volando en su escoba.

- Puedo olerte – dijo la estridente voz del mortífago – puedo oír tu respiración.

Peter cerró los ojos con fuerza y cortó su respiración. Escuchó el crujido bajo el árbol. Las pisadas lentas de su enemigo se pausaron justo debajo de él. Tenía que reaccionar, y rápido.

- ¡Impedimenta!

El Pevensie apuntó su barita hacia abajo, en un movimiento hábil. Dio de lleno en su agresor antes de que él pudiera reaccionar. Aprovechando el tiempo que el hechizo ralentizador le concedía, saltó sobre su escoba desde la rama del árbol. Avanzó por el bosque a oscuras, intentando intuir las siluetas de los árboles, provocándose algún que otro rasguño. Una nube negra comenzó a perseguirlo, y volvió a descender. Ya debía estar cerca de la entrada, pero el bosque en aquella zona era más frondoso. Debía ir por el aire. Pero ellos vigilaban la zona. Sería un blanco fácil.

Tenía que atraerlos al bosque.

Bajó de un salto al suelo, sujetando su escoba con la mano izquierda y la varita con su derecha. El mortifago apareció en el claro, frente a él.

- ¡Cruccio!

El muchacho esquivó el rayo por los pelos, en un movimiento ágil.

- Igualito a tu padre, Pevensie – dijo el desconocido – gran guerrero, pero demasiado impulsivo y estúpido.

- Impulsivo puede ser – dijo el muchacho - ¡Bombarda Maxima!

La explosión lazó a su agresor varios metros hacia atrás. No podía perder tiempo. Aprovechando la confusión de su persecutor, avanzó por el bosque varios metros mientras los otros dos Mortífagos descendían, atraídos por el ruido.

Cuando se hubieron metido entre las hojas, Peter Pevensie voló sobre el mar de vegetación que ahora se extendía ante sus pies. La entrada del colegio ya se vislumbraba. Sin pensarlo, levantó su varita invocando un hechizo brilló con potencia captando la atención de los aurores que vigilaban la puerta. Volvió a escuchar el siseo de los Mortífagos volando cerca de él. Estaba a punto de llegar. Debía llegar a la entrada.

BEYOND TIME (ES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora