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Tan pronto se da vuelta y me ve sus palabras quedan suspendidas en el aire.

- Señor Donovan debe usted saber que los juegos y malas tetras no son mi estilo si está es alguna clase infantil de venganza...

- Esas son las palabras exactas que estaba buscando, una venganza infantil – mis palabras hacen que sus ojos se abran con cierta sorpresa – Leisy puedes retirarte – y sin más Leisy abandona la sala de estar, se va directo a su habitación.

- No tengo la más mínima idea de que está hablando señor Donovan – aflojo el nudo de mi corbata y me recuesto de la puerta de entrada.

- Nora – al decir su nombre noto como traga, pero no retrocede por el contrario me mantiene la mirada, esa misma mirada que años atrás me hacía temblar de deseo por ella, ahora tenerla aquí frente a mí, sé exactamente como terminara esto – deja de fingir, te investigaron y dieron contigo, Nadia no hizo el más mínimo esfuerzo es desmentir a mi fuente ¿Qué pretendías apareciendo en mis oficinas?

- No te confundas – dice y la veo por primera vez retroceder, noto como cada una de sus defensas se deshacen en mi presencia, siempre solía ser al revés este tipo de situaciones, jamás me vi siendo yo quién tomara las riendas de aquella relación o de ninguna situación - mi secretaria fue quién contacto a Junior y claramente el nombre de Daniel Fuentes a mí no me decía nada ni siquiera el apellido Donovan – suelta una pequeña risa triste – cuando Junior apareció en el recibidor de mi casa y me dijo que era Daniel Fuentes me discutí internamente si acaso había sido descubierta, pero luego note que para él ciertamente Nora había muerto y luego cuando te vi en tu oficina, por Dios Ángelo jamás me imagine que te encontraría a miles de kilómetros de donde mi vida paso de ser una vida a un recuerdo, quise salir corriendo de inmediato, pero ¿Dónde quedaría el profesionalismo en eso? No me podía descubrir delante de mi propio asesino – cada palabra sale de sus labios con veneno y dolor cada palabra se entierra en mi pecho.

- Te equivocas en todo, como siempre – se ríe.

- ¿Cómo siempre? Si porque tu él gran Ángelo siempre sabe cómo hacer las cosas.

- ¡Cállate!

- Oblígame.

- ¡Maldición Nora!

- Mi nombre es Nadjezca, esa maldita mujer murió hace mucho tiempo y muerta debe seguir.

- Como sea que te llames ahora, yo no te asesine.

- Ahora lo sé, porque lo vi y escuché por mí misma, pero te revolcaste hasta saciarte con mi asesina y eso, eso te hace más o igual de culpable que ella.

- Eso es una estupidez, no sabía que había pasado, realmente para mí Iñaqui era el responsable de todo.

- Ya nada de eso importa.

- Tienes razón – me acerco a ella, pero sigue retrocediendo – somos libres ahora, podemos volver a vivir aquellos buenos tiempos.

- ¿Buenos tiempos? ¿A qué llamas buenos tiempos? – sus ojos se cristalizan - ¿A las drogas, a las fiestas, al alcohol? ¿A mis sobredosis que casi me cuestan la vida? ¿A mis problemas con Iñaqui que casi acaban con mi familia? No, déjame adivinar, a todas las veces que me suplicabas dejar todo y escapar – lágrimas comienzan a bajar por su rostro y no lo resisto más, la jalo del brazo atrayéndola a mi cuerpo, protegiéndola.

DonovanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora