Capítulo 4.

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Un día algo extraño.


Volví a despertar, esta vez, a las 4:00am. Miré por la ventana y aún estaba demasiado oscuro. No pude dormir en toda la noche. Tomé mi teléfono, conecté mis auriculares, y seleccioné Three Little birds-Bob Marley. Pensé en la broma que le habíamos jugado a Matthew y sus amigos. El chico era bastante guapo; Un metro ochenta, moreno, ojos profundamente hermosos, de un color pardo que hipnotiza. Sonrisa perfecta, cabello alborotado que lo hacía lucir sexy. Todo lo contrario a mí. Yo era normal. De un metro sesenta y cinco, blanca, mejillas siempre coloradas y estas empeoraban cuando me ruborizaba y/o enojaba. Tenía muchas pecas, ojos color marrón, y el cabello largo hasta la cadera. Definitivamente no calzábamos en nada.

Tomé mi teléfono y volví a leer el mensaje de McCartney. Seguía pareciéndome adorable. Comencé a textear a McCartney sin medir las consecuencias.

Eres un estúpido. Yo no pago con la misma moneda, pago con dos.

Que estés bien. 4:03am.

Bloqueé mi teléfono, y esta vez reproduje Just the way you are-Bruno Mars. Apoyé mi cabeza en la almohada e intenté dormir, pero la vibración de mi teléfono lo impidió. Creí que sería un mensaje de texto la primera vez que vibro, así que no lo tomé. Luego de un rato, seguía vibrando, así que lo tomé.

*Número desconocido*

-¿Diga?-contesté.

-Campbell-Contestó una amable voz desde el otro lado de la línea.

-Así me dicen-Bromeé acomodando mi brazo detrás de mi cabeza, y la persona al otro lado de la línea lanzó una risa casi inaudible, pero pude sentir el choque de su aliento con el micrófono del teléfono, y eso causó que se me erizara la piel.

-Amy, soy Matthew-Dijo al cabo de unos segundos. Mi corazón se aceleró, mi respiración se entrecortó y pude sentir como mi cara cambiaba de un blanco pálido, a un rojo vivo.

-Mc...McCartney-Dije tartamudeando.

-Sí. Eres asombrosa. El tema de la broma jamás me lo hubiera imaginado. Fue todo perfectamente macabro.

-Te dije que me vengaría-Dije con tono coqueto.

-¿Estás coqueteándome?

-No. ¿Cómo crees que podría coquetearte? Me das asco, me repugnas e incluso se me quita el apetito cuando me hablan de ti- dije molesta. Y McCartney rió ante tal comentario.

-Eres sólo una niñita incrédula- Dijo con seriedad.

-¿A qué te refieres?

-¿A caso no te das cuenta que esta guerra no acabará hasta que logre hacerte la vida imposible?-respondió. Dejando en sus palabras, un tono de irritación.

-McCartney, ¿Para qué me has llamado?

-Sólo para advertirte que cometiste un grave error al haberte cruzado en mi camino. Ahora que estás en él, ahora que me humillaste, ahora que empezaste una guerra. La única persona que terminará con esto, soy yo. Yo saldré victorioso...- y antes de que pudiera decir algo, siguió con su discurso- ¿Acaso no entiendes que yo nunca pierdo? Haré tu vida imposible, cada día, cada hora, cada segundo que pueda.

-Si quieres guerra, la tendrás- hice una pausa, me armé de valor para continuar con la oración, y exhalé-Pero McCartney... No creas que serás el vencedor.

Al finalizar la llamada, apagué mi teléfono. No quería otra llamada ni otro mensaje de texto de ese maldito engreído. Intenté dormir, pero no lograba conciliar el sueño, así que tomé un libro y comencé a leer. Después de aproximadamente una hora de lectura, me levanté y fui a darme un baño de tina. Me había levantado más temprano de lo habitual, este tan sólo era el tercer día de clases y no tenía ánimos de ir. Al salir de la ducha, me puse otra pijama y me dirigí al cuarto de mis padres. Avisé que faltaría a la universidad, no se molestaron y sólo asintieron. Fui a mi habitación, texteé a Bárbara, y luego traté de dormir, consiguiendo esto después de casi 15 minutos.

Granada al corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora