𝒥ℴ𝓋ℯ𝓃𝓏𝓊ℯ𝓁ℴ

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Era un día tranquilo en la aldea; las banderas ondeaban en el viento. Hasta que un viento azotó fuertemente la aldea. Era una de las pestes más grandes e importantes de exterminar: ¡'DRAGONES!' gritó el Capitán Vegetta mientras corría a tocar las campanas de alerta.

En ese momento, un joven despertó. Era Juan, quien no sabía nada sobre dragones ni cómo luchar con ellos, pero quería ser alguien respetado por la aldea, no alguien de quien pudieran burlarse. En ese momento se escucharon los gritos: '¡FURIA NOCTURNA!' Juan corrió para ver lo que estaba pasando y vio algo inesperado.

Su aldea estaba en llamas. Corrió para ver quién era el causante mientras todos los demás corrían en dirección contraria. Ahí no vio a una furia nocturna, pero vio a alguien que, digamos, no le caía muy bien. Era el joven Spreen peleando con un dragón de gran tamaño. El joven, con sus habilidades de pelea, podía acabar con un dragón en cuestión de segundos. Al darse cuenta de Juan, el dragón, corrió a acabar con él, dejando su otra pelea de lado. Juan corrió y corrió, y con cada paso que daba, el dragón dejaba destrozos por la aldea, hasta que alguien detuvo al dragón con un hacha, haciéndolo retirarse hasta nuevo aviso.

'¡Capitán Vegetta!' dijo Juan apenado por lo que había hecho.

'¿Estás consciente de lo que haces?' exclamó el capitán.

J: solo quería ayudar...

'¿No crees que ya ayudaste demasiado?' dijo el joven Spreen frustrado por no haber conseguido aniquilar al dragón.

En ese momento, los gritos se apoderaron de la aldea: '¡REGRESÓ LA FURIA NOCTURNA!' En ese momento, la gente empezó a susurrar, mientras el capitán daba la orden de resguardarse. Pero ¿quién le haría caso? Juan y Spreen cruzaron miradas y se adentraron al bosque siguiendo la silueta del dragón más temido de su aldea.

La furia nocturna era un dragón temido por su gran fuerza de mandíbula. Pero no solo eso, sino que también poseía una gran inteligencia y, según los mitos, unos dientes tan filosos que acabarían con alguien en solo un mordisco.

S: ¿por qué me sigues si no serás capaz de hacer algo?

J: ¡YO SIGUIÉNDOTE? ¡Tú deja de seguirme!

S: Te matarán sin mi ayuda.

En esos instantes, se escuchó algo en el bosque. Los jóvenes pararon su pelea mientras estaban alertas de lo que pasaba detrás de los árboles.

'¡CUIDADO!' exclamó Juan mientras empujaba a Spreen hacia los arbustos. En ese momento, una bola de fuego destruyó los árboles en cuestión de segundos. Los jóvenes, asustados, salieron corriendo de vuelta a la aldea.

J: ¡ESO ESTUVO GENIAL!

Spreen volteó a ver a Juan desconcertado por su sonrisa ante la experiencia que, según sería traumática para el joven.

'¡NOS VEMOS MAÑANA!' exclamó Juan mientras corría de vuelta a su casa.

'¿Qué era tan gracioso?' pensó Spreen.

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