𝓃ℴ 𝓈ℯ 𝓆𝓊ℯ 𝓅𝒶𝓈𝒶

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A la mañana siguiente, Juan ya estaba de regreso en la aldea. Quería contarle todo a quien creía era su "mejor amigo". Lamentablemente, Juan no estaba enterado de todo lo que Spreen y Ari habían hablado la noche anterior.

Juan llegó a la cabaña de Spreen y tocó la puerta... No hubo respuesta. ¿Spreen estaba en el entrenamiento? No. ¿Pero dónde estaba Spreen? Juan volvió a tocar la puerta otra vez sin respuesta. ¿Qué diablos pasaba?

"Nadie te va a abrir", dijo el rubio mientras se acercaba a Juan.

J: Ya me di cuenta, gracias de todas formas.

R: Espera, espera. Nadie te está diciendo que te vayas.

J: Quería hablar con Spreen, pero veo que no está. No tengo por qué quedarme.

"¿Y por mí?" Dijo Rubius o "rubí" como le decían sus amigos, empezó a reír.

J: Jaja. Púdrete.

R: Era una broma. ¡Tranquilo! Se fue al bosque en la mañana; seguro sigue allí.

J: Gracias, supongo...

El castaño se dirigió a su cabaña, algo decepcionado. Quería contarle a Spreen todo lo que había pasado, pero Spreen ya se había ido. Antes de que Juan entrara a su casa, una persona gritó su nombre. "¡JUAN!" Era la chica rubia de la noche anterior.

J: ¿Ari? ¿Hay algún problema?

Ar: No, no te preocupes, quería invitarte a la fogata de la noche. La mayoría estaremos ahí, solo faltas tú.

J: Eh, gracias Ari. Intentaré estar ahí.

Ar: Oh, Juan. Por cierto, encontré esto.

La chica le entregó el diario a Juan. "¿DÓNDE LO ENCONTRASTE?" Dijo el chico mientras celebraba de alegría. Hasta que recordó lo que tenía enfrente de él.

J: ¿No lo leíste, verdad...?

Ar: ¡Por supuesto que no! Es algo privado.

J: Gracias a Odín. Eres una buena amiga.

Ar: ¡Gracias, Juan!

J: ¿Sí?

Ar: Espero verte esta noche.

Obviamente, Juan no iba a ir si no encontraba a Spreen, pero realmente estaba seguro de que lo que sentía por Spreen era solo amistad. ¿Desde cuándo se preocupaba tanto por ese chico? No estaba seguro de nada. Juan volvió a la realidad, y antes de que entrara a su casa, vio a Spreen caminando tranquilamente; eso sí, tenía la mirada algo perdida, como si no supiera lo que haría. Juan sonrió, ignorando todo lo demás, y corrió a hablar con Spreen. "¡SPREEN! Te tengo que contar demasiadas cosas!" Spreen lo volteó a ver y solo lo ignoró.

J: ¿Todo bien?

S: ...

J: ¿Qué mierda hice ahora?

S: Vete.

J: ¿Qué-

S: ¿Te puedes retirar?

J: ¿Vas a responder mi pregunta?

S: ...

J: ¿No? Ok. Te puedes ir bien a la verga.

Juan se fue, pero cuando llegó a su cabaña, las lágrimas empezaron a caer. Pero no eran de tristeza, eran de ira. No había cambiado; claramente, Juan no tenía idea de lo que estaba pasando, ni por qué Spreen actuaba así. Pero se estaba imaginando lo peor. ¿No quería que la gente se enterara de su amistad? ¿Juan había hecho o dicho algo malo? Juan solo se acostó y, cuando se dio cuenta, se había quedado dormido.

Cuando despertó, no tenía ánimos de hacer nada. De hecho, había olvidado por completo lo de la fogata; no quiso ir a molestar al dragón, el cual seguramente estaba pacíficamente dormido, hasta que de repente unos golpes se escucharon en su puerta. Sin nada de ánimos, abrió, y ahí estaba su mejor amigo. ¡Auron!

J: No estoy de humor. Así que prepárate bien lo que vas a decir.

A: ¿No vas a venir a la fogata?

Juan miró sorprendido.

J: Mierda, se me olvidó que era ahora. Qué pena, no iré.

Juan trató de cerrar la puerta, pero su amigo no lo dejaría.

A: Abrígate; te esperaré aquí afuera.

J: Te odio.

A: Yo igual.

Minutos después, Juan salió, y de camino vieron a Spreen y sus amigos salir de su casa hacia la fogata, y claro que empezaron a hablar. Decidieron que irían como un grupo. Y ahí estaban. El castaño miraba hacia el suelo en todo momento, mientras que el pelinegro solo hablaba con sus amigos. Cuando llegaron, tuvieron que sentarse juntos, y la impotencia de no poder preguntarle algo a Spreen mataba a Juan lentamente por dentro. Los jóvenes vikingos empezaron a hablar de los dragones y cómo pensaban en acabar con ellos. Obviamente, Juan se sentía realmente incómodo sabiendo que él era un "traidor". Pero cuando se dio cuenta, Spreen lo estaba viendo. Para todos pudieron haber sido 2-3 segundos viéndose, pero para ellos fueron 10 minutos diciéndose todo lo que no podían a la cara.

Ar: Y Spreen, cuéntanos cuál es el dragón que más ansías matar.

S: Oh, déjame pensar, Un Furia Nocturna.

Juan quedó en silencio.

J: Creo que olvidé algo en mi casa, ya regreso.

Juan se fue de la fogata; no pensó que él fuera así. Pero estaba cansado de todo lo que decían y pensaban. Así que empacó sus cosas y corrió hacia el bosque. "¡Chimuelo, nos vamos!" El dragón lo miró extrañado. Mientras lo seguía de un lado al otro, "Él sabe de ti. No me voy a arriesgar a que nos mate". Pasó una o dos horas hasta que Juan logró hacer mover la prótesis de Chimuelo, dependiendo de la situación en la que el dragón se encontrara. "Ya estamos listos", dijo el castaño, pensando que aquí terminaría su historia y empezaría otra completamente nueva.

Hasta que escuchó una voz...

"¿Te vas sin decir adiós?"

Cuando el castaño volteó a ver, vio a la persona que tanto quería ver.

J: Spreen, ¿qué mierda haces aquí?

S: Tuve que esperar a que todo terminara. Nadie te fue a buscar, así que pensé que era el momento perfecto.

J: ¿Perfecto para qué?

S: Para decirte lo que pasó.

J: ¿Con qué verga vas a salir ahora? ¿Con que te amenazaron?

S: En realidad, sí. Ari sabe sobre Chimuelo.

J: ...

S. Me obligó a dejarte de hablar-

J: ¿Lo hiciste por protegerme?

Spreen se acercó a Juan.

S: Solo por vos.

Se quedaron en silencio, las estrellas siendo testigos de su dilema. Sin embargo, la conexión entre ellos era más fuerte que cualquier razón para mantenerse alejados. Finalmente, bajo la luz plateada, se acercaron lentamente y compartieron un beso furtivo, un secreto guardado entre sus labios. Aunque el mundo los separara, en ese momento, se entregaron a un amor prohibido.

//Amor Por Un Dragón\\//spruan\\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora