𝒟ℯ𝓁 𝒟ℴ𝓁ℴ𝓇 𝒶 𝓁𝒶 ℰ𝓈𝓅ℯ𝓇𝒶𝓃𝓏𝒶

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Mientras Juan corría hacia el bosque, muchas cosas pasaron por su cabeza. Deseaba poder retroceder en el tiempo y cambiar lo que había hecho, pero ya no podía. El joven corría por el bosque, su respiración agitada y el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Con cada paso, el sonido de sus pies golpeando el suelo se mezclaba con los gritos distantes de un muchacho. El sol se estaba poniendo y la luz del día se desvanecía rápidamente.

Juan se detuvo un momento para recuperar el aliento y miró a su alrededor. Estaba rodeado por los altos árboles del bosque, que se alzaban hacia el cielo oscuro. En ese momento, recordó que el dragón que había matado era una amenaza, pero aún así, esa criatura tenía vida y sabía que iba en contra de todo lo que había aprendido con su amigo Chimuelo.

Sus pensamientos lo aturdían. Estaba tan absorto en ellos que no se dio cuenta de que su amigo, Rubí, lo seguía de cerca. Juan se sentía extraño, con pensamientos y preocupaciones que no podía sacarse de la cabeza.

"Juan?" Dijo el joven rubio, lo cual hizo que Juan recupere la cordura. Con una respiración agitada, el chico de gafas volteó a ver al rubio.

R: ¿Qué diablos? ¿Estás bien?

El castaño tenía un nudo en la garganta.

R: Necesitamos volver a la aldea, no te veo bien.

Lo único que pudo hacer el Niño fue quedarse en silencio mientras asentía a lo que el rubio le decía. Tenía que ver a Spreen. Tenía que escucharlo, hablarle.

R: ¿Tú mataste al dragón?

J: No.

R: Juan. ¿Por qué nunca has matado a un dragón?

J: ...

J: No soy fuerte. Pude hacerlo y decidí quedarme quieto. No soy fuerte ni valiente.

R: Como tú quieras.

Rubí sabía que algo le pasaba a Juan, pero obviamente decidió guardarle el secreto. No valía la pena hacer más preguntas cuando sabía la respuesta.

Cuando volvieron a la aldea, Juan pudo ver cómo se llevaban a Spreen. El chico tenía su cara quemada por las llamas que casi lo alcanzan al nivel de la muerte. ¿Lo podría volver a ver a los ojos sabiendo que si hubiera actuado antes, el chico no hubiera sufrido? Tenía que descubrirlo. Fue detrás de las personas que se llevaban a Spreen. Pero, por supuesto, no iban a dejar pasar a un amiguito que estaba igual de preocupado que la aldea. Carrera se topó con Juan. El chico tenía una mirada de culpa. Una mirada la cual decía todo, cuando Carrera vio a Juan, las lágrimas empezaron a caer. No eran amigos cercanos, pero Juan sabía lo que la mirada de Carrera representaba, veía dolor y culpa en cierta mirada.

<~*❣️*~>
(Varias semanas después) Mientras Spreen se recuperaba, Juan se negó a hablarle o incluso hablar de él. No podía soportar la idea de mirarlo a los ojos y ver las marcas que, por su culpa, estaban en su rostro. Obviamente, el chico no iba a dejar a su dragón de lado; tenía que probar que la idea que su aldea tenía sobre los dragones estaba equivocada. Pero ¿cómo lo haría con todo lo que estaba pasando? Solo él lo sabía.

Mientras Juan volaba con Chimuelo, paró en la orilla de una montaña. Estaba cansado de estar en la isla, de la aldea, de las personas, de Ari. El dragón no era tonto, claramente sabía que algo pasaba con el joven. El no ver a Spreen y a Juan sonriendo ya le daba una pista de que el no se sentía bien. El dragón se acostó al lado de Juan mientras este se sentaba al borde de la montaña. Algo que el dragón nunca había hecho, lo cual le recordó a Juan que no debía rendirse. Volvieron a la isla, Juan se despidió de Chimuelo y volvió a la aldea, y ahí lo vio de pie. Spreen estaba de pie, solo que tenía parte de su cara vendada, pero eso no le impidió a Juan abrazarlo como si fuera su último día juntos, y sería así si no se separaban.

//Amor Por Un Dragón\\//spruan\\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora