Capítulo 22| La visita

30 8 20
                                    

Por fin después de casi un mes sin ver a Carlota va a venir a Madrid a vernos, vendrá una tarde y luego se vuelve a Francia, donde espero que no hable con ningún ser humano que tenga aparato reproductor masculino.

Lo he estado preparando todo, cuando llegue, estaremos todos aquí haciendo el tonto y luego nos iremos hacia el lago, a bañarnos y tal, por la tarde tendremos algo de intimidad en la cabaña del lago y va a ser todo perfecto.

—¿Caquete, ha llegado ya tu novia?—Me preguntó Greta.

—Deja de llamarme "Caquete" es horrible, Grieta.—Contesté.—Y no, estoy esperándole.

—Caco, llevas ahí casi 3 horas mirando por la ventana, cuando llegue, llamará al timbre, no hace falta que estés tú vigilando.—Dijo vacilándome.

—Menos mal que Xusko me entiende.—Dije acariciando a nuestro Golden Retriever.

—Normal, tienes la inteligencia de un perro.—Dijo yéndose.

—Ni caso, Xusko, tú eres muy listo.

Seguí ahí esperando un largo rato hasta que por fin apareció, probablemente ella no sabía que yo estaba mirándole por la ventana porque estuvo 10 minutos pensándose si llamar al timbre o no, no paraba de acomodarse el pelo de varias maneras, todas le quedaban perfectamente y también se iba cambiando la cesta que llevaba de mano en mano, finalmente decidió ponerse el pelo como lo lleva siempre y cogió la cesta con la mano izquierda mientras que con la derecha llamaba al timbre.

Nada más escuchar ese ruido salí disparado hacia la entrada.

—¡Chicos! ¡Todos a sus puestos!—Grité.

Por mucho que yo ame a esta familia, son muy enérgicos y si no estás acostumbrado puede parecerte raro, el padrastro de Máximo, Vicent, era jugador profesional de rugby y se retiró debido a su edad, no lo lleva muy bien y por eso se pasa a tiempo completo, o bien entrenando a un equipo de infantiles, o bien jugando por toda la casa, lo cual me encanta pero lo deja todo patas arriba. Por otro lado está la madre de Máximo, Sol, la cual es súper alegre y está todo el rato horneándonos cosas riquísimas, digamos que el orden no es lo suyo.

Por fin abrí la puerta y la pude ver más de cerca, estaba preciosa, llevaba una sudadera más o menos larga rosa y unos vaqueros blancos, en esa cesta llevaba vinos que supongo que se lo daría a "mis padres" y cuando me vio me clavó sus ojos en los míos y sonrió.

—H-hola Carlos.—Dijo muy nerviosa.

—¿Nerviosa? ¿Tanto te gusto?—Vacilé, como si no estuviera yo mil veces más nervioso.

—Sí, se ha convertido en una enfermedad y todo, capullo.—Bromeó.

Entonces me acerqué a ella y le di un abrazo y un besito en la frente, con esa ropa estaba aún más adorable que de normal.

—¿Te puedo dar un beso en la boca, verdad?—Pregunté por si acaso, no quería que se sintiera incómoda y me dejara por un madrileño cachas como yo.

—Eres subnormal.—Dijo besándome ella.

Le puse mis manos en su cintura, sé que eso le pone muy nerviosa y ver como se le sonrojaban las mejillas me hizo sonreír como un triunfador.

*Piiiiip, piiiiip*

—Perdón—Dije quitándole las manos de la cintura—.Es que me está llamando mi entrenador, si quieres pasa y ve saludando a todos.—Le dije avergonzado.

<3

Entré siguiendo las indicaciones de Caco, la casa era enorme, probablemente serán muy ricos debido a que Greta es una estrella a nivel mundial, si eso importa y a que su padre es un exjugador.

Secret WhispersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora