CAPITULO 3 MONSTRUOSAMENTE CELOSO

350 32 3
                                    

Desde ese momento, Ben se volvió inseparable de Ellie como un pedazo de chicle pegado al zapato

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desde ese momento, Ben se volvió inseparable de Ellie como un pedazo de chicle pegado al zapato. El regreso de sus amigas a Connecticut luego de su corta visita pareció asentar con más fuerza la soledad en ella, y eso la hizo más propensa a aceptar la compañía de cualquiera y con cualquiera se refería a ese tipejo. Porque a dónde sea que fueran, como de compras por víveres--que él no necesitaba pero que sólo hacía para estar con ella-- o pasear por la ciudad, --cosa que su piel resentía la larga exposición al sol- Ben aparecía de la nada o coincidentemente ya estaba allí antes. Casi le daba la sospecha de que podía ser un vampiro de no ser que oía su latido. Lo extraño era que no se le aceleraba cuando estaba cerca de ella, como a él le sucedía. Definitivamente no estaba perdiendo tiempo acaparando toda la atención de Ellie. Y, sabía que había algo pasando entre ellos porque a pesar de que a veces Ellie le daba unas miradas que parecían transmitir un significado importante, siempre terminaba inclinándose hacia Ben.

Pero, eso era de menos, él tenía un ojo puesto en Ben. Si sucedía que ella le elegía, jamás diría una palabra, pero vigilaría que ese imbécil la tratase cómo se lo merecía.

Caminaba por la calle regresando de una frustrada cena. Su estómago había rugido con la necesidad de sangre pero en cuanto salió a cazar y tuvo a su víctima entre sus brazos con los colmillos a milímetros de clavárselos en la piel de su cuello, no pudo. No porque de repente le hubiera nacido conciencia y remordimientos, sino porque no podía dejar de pensar en Ellie con ese bastardo, y en la loca teoría de Julius, a quién no había podido volver a contactar luego de esa noche. Debía habérsele caído la antena. Y, ya no importaba, Ellie estaba con otro y eso era todo. Sólo le quedaba observarles desde lejos ser felices.

Su hombro impactó contra algo duro. Balbuceó una disculpa a la persona con la que chocó, y siguió andando. Unos pasos más adelante, una voz femenina le llamó:-¿Declan?-

Se detuvo en seco. Reconocería esa voz en millas a la distancia. La piel se le puso de gallina de sólo pensar que ella estuviera allí, a metros de él. No era alguien para nada cobarde, sin embargo, ella era la clase de mujer que podía volverte del revés, clavar sus largas uñas rojas en tu carne y rasgarte mientras te decía dulce palabras al oído.

Manteniendo su compostura, se giró para confrontarla.-Amalia.-

Con la misma sensualidad y elegancia que sólo ella podía portar, le sonrió. No asumirías que es un vampiro de 950 años. Simplemente no los reflejaba. Su espesa y larga melena de rizos dorados rebotó suavemente con su caminar mientras se acercaba él. Su belleza impresionaba. Y, sí, eso había sido lo que primeramente le atrapó, pero ya no era un vampiro joven y estúpido. Había aprendido y salido lastimado. No cometería el mismo error dos veces.-Oh, Declan, cuánto me alegra volver a verte.-dijo ella con una felicidad que él no compartió.

-Me gustaría decirte lo mismo, Amalia, pero lamento no poder. Es...-hizo una mueca.-bueno ver que aún sigues con vida, lo que asumo que ese cazador debe estar muerto.-

Monstruosamente AmándoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora