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—Ame. —escucho como el monegasco le gritaba lleno de felicidad al otro lado de la línea. —No sabes cuánto te he extrañado.

La chica soltó una maldición al notar su voz más aguda debido al alcohol.

Se suponía que ella debería estar descansando lo más que pudiera, la boda de su hermana era la siguiente semana y esos últimos días serian un sube y baja de actividades. Rosas, vestidos, invitados.

Odiaba ser dama de honor.

—Hablamos por la tarde. —le recordó. — ¿Lo olvidas?, cuando te llame para desearte suerte.

—Oh sí, es cierto. —murmuro bajando la voz. —Pues funciono, gané la carrera.

—Ya lo sé.

—Gane.

Amelia sonrió. —Ya sé, Charlie. —el suspiro que soltó él la hizo estremecerse. — ¿Qué ocurre?

—Me gusta cuando me dices así.

—Así te llamas.

—Pero tú lo dices muy bonito.

—Bueno...a mí me gusta cuando me dices Amelia. —le confeso. —Nadie me llama así.

—Porque no los dejas. —dijo obvio. —Solo a mí. —presumió.

— ¿Por qué estas ebrio? —pregunto cambiando de tema.

— ¿Por qué no estarlo?

—Porque la última vez te metiste en problemas con Mía y tu equipo de relaciones públicas.

Charles hizo una mueca. —Ah, por eso esta vez vine directo al hotel.

— ¿Seguro?

—Umm, pues hice una parada en una tienda a comprar una de esas pizzas con mucho queso. —explico comenzando a quitarse el pantalón para echarse después a la cama. —Pero solo eso.

— ¿Entonces, estas solo?

—Aja, te prometo que no hay ninguna chica aquí conmigo.

—Vaya decepción. —bromeo.

—Ya lo sé, pero la única que chica que quiero conmigo no está cerca, así que no puedo hacer nada.

Amelia cerró sus ojos un momento.

Entre los tantos posibles nombres que él podría decir si ella preguntaba por aquella mujer, estaba el suyo.

Y la mexicana no sabía que era mejor. Si oírlo decir que deseaba tener a alguien más a su lado.

U oírlo decir que la quería a ella.

—Mañana saldré con Alex. —dijo como reflejo, queriendo dejar clara la posición en la que se encontraba. Aunque no sabía si se lo quería dejar claro a Charles o a ella misma.

El silencio que se escuchó del otro lado de la línea la asusto un poco.

Quizá a Charles ni siquiera le importa si salgo con Alex o no

— ¿Te puedo decir algo? —le pregunto.

—Sí, claro.

— ¿En verdad te gusta?

—Sí.

—Se sincera. ¿Te gusta?

—Sí.

—No, no digas que sí. —le advirtió. —No digas que sí porque te conozco. No estas siendo sincera.

—No sé de qué hablas.

—No te gusta.

—Si me gusta.

𝙂𝙧𝙤𝙪𝙥 𝘾𝙝𝙖𝙩 ▰ 𝘾𝙝𝙖𝙧𝙡𝙚𝙨 𝙇𝙚𝙘𝙡𝙚𝙧𝙘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora