89. mi corazón

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—Y necesito que todos estén listos para cuando ellos lleguen. —dijo la pelirroja viendo como le encargado del banquete anotaba un par de cosas en su pequeña libreta. —Ah, y no olviden que uno de los invitados tendrá el menú vegetariano, yo les diré quien cuando lo vea llegar.

—Entendido.

Amelia le sonrió de vuelta y giro sobre sus tacones para caminar a lo largo del gran salón.

La ceremonia en la iglesia había tomado lugar dos horas atrás, ahora mismo los recién casados debían estar en su sesión de fotos, mientras los invitados llegaban de a poco a la fiesta.

Las flores blancas y violetas decoraban todo, dándole una sensación de frescura a pesar de que era un sitio cerrado.

La chica volvió a darle una mirada alrededor, creyendo que no podía estar más feliz.

—No vayas a llorar. —le dijo se padre acercándose. —Arruinaras tu maquillaje.

—Déjame en paz. —se quejó haciendo un gesto para negarse a la copa que el mayor le ofrecía. — ¿No deberías ser tú el que derrame lagrimas?, es la boda de tu hija.

—Ya lo hice, en el baño. —respondió. —Me asegure de que nadie me viera, así que no vayas a decir nada.

Ella asintió. —No puedo creer que en verdad se haya casado.

—Bueno, el amor es extraño, pero es para todos. —dijo soltando un suspiro. —Incluso para las personas que no creen en el, como Alana.

La mirada de Amelia se dirigió hacia la esposa de su padre, quien platicaba alegremente con una de las amigas de la familia.

—No sé si alguna vez te lo he dicho. —comenzó con murmuro. —Pero estoy muy feliz de que encontraras a alguien, luego de lo de mamá.

Él le sonrió abrazándola con una mano. —Eso significa mucho.

Los dos permanecieron un buen rato lado a lado, saludando a diferentes personas, hasta que el hombre tuvo que ir a una de las mesas a hablar con el padre de Henry. Ella, por su parte, pudo escabullirse para revisar en internet los resultados de la carrera de ese día. Una sonrisa se posó en su rostro cuando descubrió que Charles había conseguido un tercer lugar, luego de la difícil clasificación que tuvo.

Una vez que escucho como todos se dirigían a sus mesas debido a la llegada de los novios, se apresuró a enviarle un mensaje a su amigo felicitándolo. En el proceso, noto lo extrañamente callados que estaban todos en el grupo, supuso que era porque las chicas asistirían a la boda y los chicos tenían asuntos con su trabajo.

Ignorado sus dudas, termino de escribirle al monegasco y volvió a donde debía estar.

Caminando entre las mesas, esta vez, siendo detenida por su otro lado de la familia.

—Es de mala educación no saludar a tu madre.

El cuerpo de Amelia se quedó congelado a nada de dar otro paso.

— Siempre ha sido así. —escucho decir a una de las mujeres de la mesa en la que se encontraba Amanda.

—Hola mami. —dijo con falsa alegría. —Creí que no vendrías.

—Es la boda de mi hija. —respondió como si fuera obvio. —No podría perdérmela.

La pelirroja torció una sonrisa. Por supuesto que su madre no admitiría lo mucho que le disgustaba estar ahí, al menos no frente a tantas personas.

—Por supuesto. —creyendo que su pequeño encuentro finalizaría, hizo el amago de correr lejos de ahí. —Yo debería ir a...

—Nos disculpan. —interrumpió la otra. —Mi hija y yo tenemos tanto de que hablar. Pero estaremos de regreso antes de que noten nuestra ausencia.

𝙂𝙧𝙤𝙪𝙥 𝘾𝙝𝙖𝙩 ▰ 𝘾𝙝𝙖𝙧𝙡𝙚𝙨 𝙇𝙚𝙘𝙡𝙚𝙧𝙘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora