capitulo 11.

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Minjeong no había sacado el rostro del hombro de Giselle en todo el camino, pero tenía oídos, y podía escuchar las expresiones de los demás al pasar

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Minjeong no había sacado el rostro del hombro de Giselle en todo el camino, pero tenía oídos, y podía escuchar las expresiones de los demás al pasar.

Ella siempre era <<la chica muda››, para ser un poco más desagradable, a veces era la «gorda muda››, y odiaba llamar la atención de esa manera.

Y esos comentarios las acompañaron hasta la enfermería, y por más que Minjeong se negó a soltar a Giselle, la japonesa tuvo que apartarse para que la enfermera revisara su rostro.

—¿Puedes ir a decirle a la directora que llame a sus padres? —preguntó la enfermera.

Giselle asintió, pero de nuevo, Minjeong había atrapado su blusa, negando con la cabeza.

Giselle pasó su vista de Minjeong a la enfermera, quién soltó una risita, y salió de la habitación diciendo que podían quedarse, que iría ella misma.

La mayor volvió a acercarse a Minjeong, sentada al borde de la camilla.

Tomó el algodón que la menor mantenía contra el corte de su labio, bastante manchado de sangre, ya que era una zona que sangraba bastante, lo levantó un poco para ver la herida, y luego lo volvió a acomodar, sosteniendolo por ella.

—Voy a matarlas... —volvió a decir Giselle.

Minjeong negó, y quiso decir más, pero no pudo.

—Tus cosas siguen en el baño, ¿No?

Minjeong asintió.

Giselle soltó el aire, en algo parecido a un resoplido.

—Voy a matarlas. —repitió.

Minjeong volvió a negar, pidiendo por favor que lo olvidara.

—No, Min, no —Giselle estaba harta de la negación de la chica. —Son unas idiotas, hacen esto sólo porque...

<<Dilo. Vámos, dilo››.

—Sólo porque eres muda. —murmuró.

<<Dime algo que no sepa››.

Giselle tomó sus manos, para que dejara de moverlas.

—Perdón porque el mundo sea tan frío, tan mierda contigo —dijo. —No lo mereces.

<<Yo no te merezco, Uchinaga Aeri>>, pensó, sintiendo la calidez de la mano de la chica sobre las suyas.

<<Yo no te merezco, Uchinaga Aeri>>, pensó, sintiendo la calidez de la mano de la chica sobre las suyas

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