La rubia

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-¿Viste eso cierto? – Me pregunta.

-Si, es... es hermosa y esta con él. – Le digo sin animo alguno.

-Y sabes, cuando llegue a la cafetería ella iba entrando y él la recibió con un abrazo y un beso. – Me dice preocupada.

-¿En la boca? Dime la verdad por favor. – Le suplico.

-No, por suerte no... – Me dice.

-Lo peor es que yo ya estaba sospechando de algo, tenemos una semana que no hablamos, una semana, desde que nos conocimos nunca habíamos dejado de hablar. – Digo frustrada bajando la cara.

Por suerte él esta de espalda a nosotras y no nos puede ver pero la chica con la que esta, esta de frente.

-Oye oye, levanta esa cara, entiendo que todo esto sea duro, pero estamos sacando conclusiones antes de tiempo, espera a que él te aclare las cosas y si no lo hace y sigue con esa rubia yo mismo le hablare, bueno mis puños le hablaran Tiff. – Me dice y levanto la cara con una media sonrisa.

-Gracias por todo, te amo, en serio me encantaría seguir esta conversación pero tengo que entrar a psicología general I, al salir te marco. – Le digo y me pongo de pie.

-Para eso estamos tiff, también te amo, cuídate. – Me dice levantándose y dándome un abrazo.

-Cuídate tu también. – Le digo saliendo de sus brazos y dirigiéndome a la clase que ya voy diez minutos retrasados.

Cuando salgo de mi última clase, voy al estacionamiento y me dirijo a mi auto para irme a la casa, no me quiero tropezar con Aaron, no hoy. Al llegar le marco a Sharlotte para que vaya a la casa para hablar y distraer mi mente. Pasando una hora llega.

-Hola amiga, ¿cómo te sientes? – Me pregunta entrando a mi habitación cerrando la puerta detrás de ella.

-Me siento mal, la verdad no sé qué pensar, han estado pasando tantas cosas estamos últimas semanas y no precisamente buenas. – Le digo sentada en mi cama con las piernas pegadas al pecho y mis brazos alrededor de ellas.

-La verdad ahorita yo no soy la mejor para darte un consejo Tiff porque yo estoy pasando por lo mismo que tu y pues solo te puedo decir que aquí siempre estaré para ti y que no perdamos la fe de que algún día saldremos de este profundo y oscuro hueco donde hemos caído. – Me dice y me abraza.

-Pues aquí estamos, aunque sea nos tenemos la una para la otra. – Le digo levantándome.

-Y siempre será así amiga, ¿No quieres ir al cine mas tarde? Vamos a distraernos un rato ¿Si te animas? – Me dice mirándome directo a los ojos con una media sonrisa.

-Está bien, lo hare porque de verdad el encierro y la soledad me están matando, allá en Venezuela decían mucho un dicho que dice "Mas vale estar solo que mal acompañado" pero créeme no deben tener ni la más mínima idea de lo que es estar y sentirse solo. – Digo mientras una lágrima nace en mi ojo, pasa por mi mejilla y muere en mis labios.

-Siempre que te sientas mal o sola no dudes en llamarme, así que levántate y deja de hacer eso si no quieres que empiece a llorar contigo y será peor para las dos, mejor ve a darte una ducha, te arreglas y nos vamos al cine. – Me dice y me abraza nuevamente.

-Te amo. – Le digo saliendo de sus brazos y dirigiéndome a ducharme.

-También te amo. – Me dice sentándose en la cama y encendiendo el televisor para esperarme.

Cuando ya estoy lista me miro en el espejo detenidamente, traigo puesto un jean claro con una blusa blanca por dentro y una chaqueta de jeans arriba de la blusa y unas zapatillas, me observo de pies a cabeza y no me veo nada mal, hasta que llego a mi abdomen, ya no puedo usar ropa así de ajustada, me veo gorda, luego llego a mis ojos y veo una mirada apagada y triste, así como la que le vi a mi mamá esta mañana. De pronto Sharlotte me saca de mis pensamientos saliendo del cuarto de baño toda maquillada.

Withered Flowers - Flores MarchitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora