V

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La mente de Harry se sentía acuosa, tan espesa, confusa e indescifrable era como si ya no pudiese llegar a sus pensamientos, tan absorto y envuelto en unas llamas que lo estaban quemando con suma intensidad y esa llama tenía nombre y apellido, Draco Malfoy.

Lo que había empezado como un beso tanteando la zona terminó en uno sumamente sucio, cargado de necesidad, con ambas lenguas tocandose entre sí y el exquisito chasquido que tanto había extrañado, con Draco casi a horcajadas sobre Harry mientras este no dejaba que se separara, al contrario, con suma decisión y empeño, se puso de pie sin separar aquel beso y así empujarlo contra el sofá donde con anterioridad él se encontraba, detallando la mirada confundida pero oscura de Malfoy, Harry no pudo hacer más que morder su labio inferior y preguntarse cómo había podido aguantar tanto tiempo cuerdo o cómo era que podía negarse a sentir atracción hacia él si era notorio que su cuerpo temblaba ante la presencia del contrario.

Sin pensar más, se colocó sobre el rubio, justamente entre sus piernas, dejando salir un jadeo cuando ambas anatomías parecieron encajar a la perfección, el alcohol volvía torpe y toscos los movimientos de ambos pero quitaba esa ligera capa de pudor y duda haciendo que entre ambos no existiera ni una pizca de pregunta sobre lo que querían, sus cuerpos lo pedían a gritos y Harry sobre todo lo añoraba pero esta vez era diferente, no quería sentir dolor y el punzante ardor porque sintiera culpa y en el fondo sentía que merecía ser castigado sino por mero placer, porque realmente lo quiera, lo necesitaba sentir porque le prendía y Malfoy era el único que sabía su sucio, carnal y sádico secreto, el único que lo traía a luz.

—¿Quieres repetir viejos recuerdos, Potter? —La voz de Malfoy sonaba ronca y espesa entre ambos labios.

Harry por el contrario, sentía sus sentidos a plenitud con un único propósito ese día y era sucumbir con Draco como aquella noche en ese baño en desuso.

—¿Crees poder controlarlo ahora, Malfoy? —Lo tentaba sin alejarse tanto de sus labios mientras mordía el labio inferior del contrario con ligera fuerza, ganandose un suspiro por parte de él.

Ya con el calor inundando los cuerpos de ambos, con el deseo en cada poro de su piel, volvieron a unirse en un beso notoriamente necesitado mientras ambas cinturas se movían en busca de la otra, generando esa fricción tan deliciosa que hacía delirar a Harry y sentir como ambos miembros completamente despiertos necesitaban seguir tocándose a través de la ropa y ya la cordura no quedaba, estaba derrumbando sus barreras.

—¡Papá! ¿Has visto mi varita? No la encuentro. —Scorpius corría escaleras abajo mientras daba pequeños saltos.

Dentro de aquella sala, tanto Harry como Draco abrieron los ojos como platos y se separaron de golpe y de inmediato, Harry volvió a su silla con su ropa aún húmeda por la bebida y Draco con el cabello hecho una maraña y la camisa desabotonada y ambas erecciones aún en sus entrepiernas que Harry como pudo, cruzó sus piernas con disimulo para ocultarla.

—Ya la conseguí, estaba debajo del mueble, ¡Mira, Harry! Ahora sí puedo enseñarte.

Scorpius con su inocencia observaba alegre al moreno sin captar el ambiente pesado y la tensión que existía. Harry cómo pudo sonrió pero quería reír, era una mezcla de emociones entre la adrenalina del momento y luego casi ser descubiertos viendo a Draco sentado de una forma poco ortodoxa para ocultar el bulto de entre sus piernas, podía sentir su mirada fulminante que claramente decía un "Si te ríes, te juro que voy a asesinarte" y para Harry eso fue aún más complicado de aguantar, sin embargo, prestaba la atención suficiente al pequeño quién le enseñaba ligeros encantamientos que había aprendido y Harry no hacía más que aplaudir fascinado y darle mayor incentivo, así el tiempo fue pasando hasta que dieron más de las doce, aquel sonido alertó a los tres y Malfoy fue el primero en hablar.

El amo y el siervoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora