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Harry llegó a la mansión Malfoy sin ningún tipo de demora, sabía que hoy le tocaba resguardar a Malfoy en sus salidas y ya a ese punto no le molestaba en lo absoluto de hecho, ya lo sentía como parte de su rutina. Una vez dentro de la mansión se sintió ligeramente extrañado al no ver a ninguno de los dos, ni a Scorpius ni a Draco por ningún lado de la casa, dudaba mucho que estuviesen en la parte de arriba o tal vez en las mazmorras porque no era muy propio de ellos ir a las habitaciones antes del tiempo para dormir, lo que le hacía sentir una presión en el estómago es que no detectaba el aura mágica de ninguno.

—¿Delfy? —.Llamó Harry con delicadeza.

Y al instante como un chasquido apareció la elfa haciéndole una reverencia al moreno.

—Señor Potter, señor, que honor tenerlo de nuevo aquí, ¿tiene hambre? ¿Quiere que le cocine? Podría hacerle un pastel de melaza, sé de buenas fuentes que es su favorito o tal v..

—No, Delfy, no te preocupes, gracias pero no. —Soltó Harry ya casi al borde del colapso—. Quería saber más bien si sabías dónde estaban Draco y Scorpius, no distingo la magia de ninguno de los dos y es extraño que hayan salido de la mansión sin mí.

Delfy pareció sopesar la pregunta de Harry por un momento y Harry juraba que estaba a punto de darle un empujón para que soltara ya lo que tenía en mente.

—El amo Malfoy decidió salir hoy con el joven amo Scorpius, no le dijeron a Delfy a dónde irían, sólo sé que ambos amos iban tristes y de mal humor.

Aquello dejó a Harry desconcertado, ¿a dónde se supone que había ido Malfoy con Scorpius y qué era lo que los mantenía en ese estado de ánimo? Sentía que se estaba perdiendo de algo y tampoco es que fuese muy coherente salir a perseguirlos si ni siquiera sabía en dónde estaban, podía hacerlo, como auror era excelente en rastreo pero iba a parecer un completo acosador, simplemente soltó un suspiro cansado y se sentó en el sofá frente a la chimenea, decidido a esperar a que ambos aparecieran. Las horas pasaban con lentitud y ya Harry llevaba la mitad del tiempo comiendo sólo por la insistencia de Delfy la elfa quién suplicaba básicamente prepararle lo que sea a Harry y este ya se estaba desesperando al ver que eran ya las nueve y no había señal de ninguno de los dos, no dejaba de mover sus piernas con una ligera ansiedad y estaba ya al borde y necesitaba una explicación a todo aquello y fue cuando los pensamientos comenzaron a inundarle en cada acción, cada movimiento, cada gesto, cuando ambos se miraban en silencio y la calidez emanaba, cuando sentía que su corazón iba a desbordar por el mínimo contacto con él, cuando muy en el fondo se preocupaba y no dejaba de pensarlo e incluso ahora no podía dejar de pensar en él y preocuparse sobre dónde estaría o si necesitaba algo y tal cuál como una luz cegadora entendió todo, como si por primera vez pudiese beber agua después de un día entero bajo el sol, como si finalmente la venda de sus ojos fuese quitada de sus orbes.

Le gustaba Malfoy.... Y no solamente era atracción física, realmente había comenzado a sentir el revolotear en su estómago y aquella revelación lo dejó con el corazón acelerado, justo cuando estuvo por ponerse de pie e ir a dar una vuelta, la puerta finalmente se abrió dejando ver a ambas cabelleras rubias entrar a la casa haciendo que Harry suelte un suspiro aliviado pero también paralizado al haber descubierto sus sentimientos.

—Pero papá, es mejor jugador de lo que crees, además... ¡Harry! —Scorpius soltó la mano de su padre y salió corriendo hacia Harry, el moreno no hizo más que agacharse y alzarlo en un fuerte abrazo.

—Estuve esperándote por horas, ¿dónde estaban? —Soltó despeinando los cabellos del menor mientras reía pero Harry sentía la mirada profunda y oscura que Malfoy tenía sobre él.

—Scorpius, sube por favor a tu habitación. —Malfoy sonaba tajante, lo suficiente como para que el niño obedeciera sin dudar como casi siempre lo hacía.

El amo y el siervoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora