VIII

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El silencio dibujaba aquella pequeña habitación la cuál no poseía ningún tipo de ventana o espacio que permitiera ver al exterior, era como una pequeña celda oculta y al tener las luces apagadas y el aire encendido, no se podía ver ni sentir nada más que la comodidad en cada espacio, sin embargo, el cuerpo de Harry se removió sobre aquellas sábanas soltando un quejido en voz alta y ligeramente ronco, le dolía cada centímetro de su cuerpo, desde sus caderas, hasta los brazos, no tenía ningún tipo de conocimiento sobre qué hora eran y tampoco supo en qué momento se había quedado dormido.

Fue ahí donde los recuerdos de la noche anterior llenaron su mente pero no fue solamente el placer y el morbo, fue lo que ocurrió después, ese pequeño instante casi tan íntimo entre ambos que Harry no supo descifrar, esa calidez que se expandió por su pecho cuando ambos rieron y fue como si nunca hubiese existido algún tipo de diferencia entre ellos, era esa sensación de comodidad y naturalidad entre ambos lo que lo dejó desconcertado porque sí, había admitido sentir atracción hacia Draco en frente de la misma Hermione pero era atracción física, era ese lado sádico que tenía que sabía era calmado por el rubio pero de ese espacio a sentir lo que había sentido, había una gran diferencia y eso lo tenía confundido. Aún en la cama y con los pensamientos rondando, se dispuso a estirar su mano a aquella mesa de noche y encender la luz, para su sorpresa, se encontraba solo en la cama y algo en él le hizo retorcerse y sentir el estómago más ácido que de costumbre, culpando al hambre y sin saber si había desperdiciado todo el día durmiendo, se colocó los lentes y se levantó finalmente de la comodidad de aquellas sedosas sábanas, no tardó nada en ponerse al día con el aseo personal y podía notar que ya ni tenía moretones en el cuerpo a excepción de un par que gracias al cielo estaban sobre sus muslos y parte de su abdomen, lo que le hizo dudar, ¿Cómo era que no tenía ninguno si recordaba bien cómo se encontraba su cuerpo antes de dormir? ¿Acaso Malfoy lo había curado mientras dormía?

No, ¿Por qué Malfoy se tomaría el tiempo de hacer aquello? Harry no pudo evitar reír ante las locuras que su mente soltaba pero no era eso solamente lo que desconcertó a Harry, era que encima de la cama había una muda de ropa, lo suficientemente cómoda pero igualmente casual, ¿eso era también obra de Malfoy?

No quiso pensar más y finalmente salió de aquella habitación y subió hacia la sala de la mansión, fue inevitable no soltar un suspiro cuando el olor del tocino y pan recién horneado inundó sus fosas nasales.

—Señor, Potter, señor, estaba justo por buscarlo, el amo Malfoy quiere que venga a desayunar. —Delfy la elfa con una reverencia y una ligera sonrisa apareció delante del moreno.

—Gracias, Delfy, ¿podrías decirme qué hora es?

—Las nueve, señor, Potter, aún es temprano.

Y dicho aquello, Harry pasó finalmente hacia el comedor el cuál a cómo lo recordaba de antes con una mesa enorme y varos asientos, apenas ocupaba el lugar con unas cinco sillas las cuales estaban tomadas por un pequeño Scorpius comiendo y un Malfoy en una pijama de tonalidad verde y que honestamente parecía ser más costosa que la casa misma tomando el café con el periódico en la mano, por alguna razón aquella escena se sentía tan... familiar.

—¡Harry, despertaste! No sabía que te habías quedado a dormir, ¿por qué no me invitaron? Yo quería hacer la pijamada con ustedes pero papá dijo que te dormiste a penas tocaste la cama porque estabas muy cansado de cuidarlo cuando él sale, además, me dijo que hoy te tocaba quedarte conmigo y que por eso te quedaste, ¡Quiero enseñarte muchas cosas! —Scorpius como ya se había acostumbrado Harry, soltó miles de cosas de un solo golpe como si no existiera oportunidad de volver a hablar y eso a Harry le ocasionaba una ternura inconmensurable.

—Ya luego haremos una pijamada tú y yo, ¿te parece? Es que ayer realmente cuando estuve por ir a buscarte, me dormí. —Soltó Harry en una sonrisa cálida para tomar asiento en la silla al frente de la de Malfoy.

El amo y el siervoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora