⇨Heridas pt. 7⇦

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Sanemi beso con desesperación al chico mientras le quitaba la camisa hábilmente. Su automóvil era un tanto estrecho, pero los dos tenían suficiente espacio en la parte trasera para divertirse un poco ya que lo que iban a hacer era todo menos legal, por su parte al menos. Inosuke se dejó desvestir sin despegar sus labios de los contrarios. Su camisa fue tirada en algún lugar del auto, las manos del mayor le tomaron de la cintura para acercarlo aún más a su cuerpo y al hacerlo su trasero rozo su ya dura erección.

—Diablos— se quejó al sentir algo duro contra su trasero, obviamente sabía de que se trataba.

—Si quieres parar, dilo ahora, porque después no me detendré aunque llores y supliques— avisó mirando al chico.

—No lloraré— contestó.

Sanemi sonrió de lado y tomó al chico de los cabellos de la nuca para acercarlo y devorar su boca. No era el lugar adecuado para tener sexo, pero era el único en donde no podrían ser descubiertos y ya no podía aguantar más, lo necesitaba. Besó al chico con brusquedad y ansiedad, chupó y mordisqueo aquellos labios que tanto le gustaban. Inosuke apretó la camisa del mayor con fuerza mientras este prácticamente se comía su boca en un intenso beso. Sus lenguas se entrelazados entre sí en busca de enfatizar más el beso. Mientras sus bocas jugueteaban, introdujo su otra mano dentro del pantalón del chico, introduciendo sus dedos entre las pomposas nalgas de este y comenzar a acariciar aquel apretado agujero. Inosuke encorvo su espalda sacando aún más su trasero para que los dedos del mayor pudieran ingresar en su interior.

Un ardor se situó en la parte trasera, en su ano cuando dos de los dedos de su profesor ingresaron en su interior sin previo aviso y sin consideración.

—Argh, mierda, ¡solo uno, cabrón!— gruñó apretando los hombros del mayor, eso dolía.

Sanemi empujó ambos dedos por completo en aquel estrecho lugar, el cuerpo de Inosuke comenzó a temblar ante el repentino empuje y sollozo cada vez que los falanges de su profesor salían y volvían a entrar con fuerza nuevamente. Sanemi volvió a tirar del cabello del chico para acercarlo y así lamer el cuello de este, trazar cada músculo con su lengua. Sus dientes no tardaron en apresar la carne con fuerza, marcando lo que era suyo. La blanca dermis se fue enrojeciendo ante la fuerza aplicada y poco a poco fue cediendo, dejando que aquellos caninos perforaran sus capas y esa tersa piel se manchara de sangre. Un sonoro gimoteo salió de sus labios al ser mordido con tanta fuerza, su pene tembló ansioso, estaba orgullosamente erguido y pequeñas gotas de líquido preseminal bajaba de la punta.

Retiró sus dedos de aquel estrecho lugar para reacomodarse mejor. Recostó al chico por completo en el asiento y le quitó toda la ropa, dejándole completamente desnudo a su total disposición. El cuerpo de Inosuke era grandioso, cada extremidad estaba perfectamente tonificada, todo en él le gustaba, pero con aquellas heridas de mordidas le gustaba aún más, heridas hechas por sus dientes. Abrió las fornidas piernas y volvió a introducir sus dedos en el dilatado ano en una sola estocada. Se acercó a su bello rostro para besarle sin dejar de meter sus dedos profundamente.

—Ahmm, ah.. ¡Ah!— gritó con fuerza curvando su espalda, su punto erógeno había sido presionado y había enviado corrientes eléctricas por todo su cuerpo. —¡Oh, dios!

Ahora eran tres dedos empujando y abriendo ese agujero, obligándole a expandirse cada vez más, abriéndolo lo suficiente para que sea capaz de recibir algo mucho más grande. Su pene estaba que explotaba, ni siquiera había sido tocado y ya sentía que el orgasmo estaba cerca, su trasero hormigueaba cada vez que los dedos del albino salían y volvían a entrar golpeando su próstata. Se sentía invadido por el placer que no pudo pensar en nada más que solo gemir y dejar su cuerpo a manos del mayor. Apenas su pene fue tocado jadeo con fuerza tensándose por completo mientras sufría pequeños espasmos.

Heridas ※╰SaneIno╮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora