⇨Heridas pt. Final⇦

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Al removerse sintió todo su cuerpo delicado, como si hubiera terminado una intensa pelea callejera. Un calor desconocido se sentía sobre su espalda que al moverse un agarre sobre su cintura se hizo más fuerte. Sus ojos se abrieron de par en par, estaba en la misma casa que hace un rato atrás, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que se volvió a desmayar. Mierda, se había desmayado por segunda vez, que vergüenza. Se giró lentamente para toparse con el calmado rostro del mayor, al observarle en un estado tan tranquilo su corazón dio un golpeteo extraño.

—¿Cuánto rato más vas a mirarme?— preguntó abriendo sus ojos y toparse con el rostro sonrojado del chico.

—¡N-No estoy mirándote, idiota!— gruñó desviando su mirada.

—Bien, haré que te creo— le dio una sonrisa y apretó su agarre contra la cintura del chico para acercarlo más a su cuerpo. —Aquí, ¿duele?

Hizo una mueca cuando los dedos del mayor rozaron su sensible agujero con delicadeza y suavidad. Pegó su rostro contra los pectorales del mayor y jadeo contra su piel, involuntariamente empujó su trasero hacia atrás provocando que dos dedos se deslizaran en su interior con facilidad. Sanemi mordió su labio ansioso y hundió por completo sus dedos en el hinchado agujero, el calor le rodeó atrapando sus dedos. Añadió un dedo más, estirando aquellas estrechas paredes que le recibieron con tanto entusiasmo.

—Diablos, bien, hay que levantarse, ahora— dijo alejándose del chico, si seguía tocándole no iba a ser capaz de contenerse.

—¿Ahora?— preguntó reincorporándose sobre la cama, su cuerpo se estremeció ante el movimiento. —Ay, eso dolió.

Se posicionó sobre sus rodillas mientras el edredón se deslizaba por su cuerpo dejando al descubierto su pecho lleno de marcas. Habían algunas mordidas bastante profundas que le molestaban un poco, pero nada insoportable. Buscó al mayor con la mirada, este tenía un físico grandioso, era puro músculo y ahí se entendía la fuerza descomunal que este poseía, desvío su mirada un tanto avergonzado al ver el erguido pene del albino y se sorprendió que esa cosas estuvo en su interior más de una vez. Era una erección matutina, totalmente normal en hombres, Inosuke no portaba una y bueno, tal vez el lívido del chico no era elevado como el suyo.

—¿Quieres comer algo?— preguntó buscando algo de ropa, debía darse una ducha fría y calmarse.

—Oye, pervertido— llamó al mayor quién le observó. —No duele.

Observó al chico incrédulo, pero al ver el sonrojo en el rostro de este se percató a que se refería, maldijo y sonrió. Se acercó hacía el centro de la cama y rozar sus labios sobre el cuello del menor quién suspiro ante el toque. Subió por toda la extensión dejando besos a su paso hasta llegar a la barbilla y posarse sobre aquellos carnosos labios, lamió perezosamente antes de besar y saborear con insistencia. Tomó al chico de la cintura y lo levantó para sentarlo sobre su regazo continuando con el beso. Sus dientes se clavaron con firmeza sobre la carnosa superficie y al sentir el conocido sabor a metal, se alejó relamiendo sus labios.

—¿Seguro?— preguntó tomando los glúteos del chico y separarlos dejando totalmente expuesto su agujero.

—Amh, hazlo de una vez, anciano— dijo lamiendo su labio inferior para quitar el exceso de sangre.

Sanemi empujó de las caderas hacia abajo, haciendo que su pene ingresara lentamente dentro del estrecho lugar. Ambos jadearon cuando sus cuerpos se conectaron nuevamente, sintiéndose el uno con el otro. Su interior nuevamente se sentía repleto, percibía el palpitante falo dentro de su cuerpo, su trasero hormigueaba y ardía en cada movimiento, estaba muy sensible, a pesar del dolor que sentía en lapsos momentos, no quería parar. El dolor se convertía en placer en cada toque.

Heridas ※╰SaneIno╮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora