Estaba en clases, primera hora, una mañana que se sentía eternamente aburrida. El profesor Martinez estaba entregado su monólogo sobre la Gran Depresión del 29. Por lo general, me siento intrigada por estas lecciones de historia, pero en esta ocasión, Max estaba sentado a mi lado y, vaya, mi cabeza parecía haber desarrollado una extraña inclinación hacia la izquierda por sí misma.
No podía evitarlo, estaba completamente perdida en mis pensamientos y no precisamente en los que el profesor estaba compartiendo. ¿Cómo no distraerse cuando el chico que te hace perder la concentración está a solo un asiento de distancia? Pero bueno, por suerte para mí, parece que ser la "nerd" del salón tiene sus ventajas, y nadie parece notar mi pequeño desliz.
Justo cuando sentí que alguien me había lanzado un dardo con un lápiz, giré a la derecha y ahí estaba Levine, una de mis amigas más cercanas desde la primaria. Ella me pasó un pedacito de papel con un mensaje que decía: "No lo mires tan intensamente, se te van a salir los ojos jajaja." No pude evitar sonreír. Levine siempre tenía ese don para sacarme una risa en los momentos más inesperados.
Esos pequeños intercambios son los que hacen que la monotonía de las clases sea mucho más soportable. Aunque pueda parecer que estoy flotando en una nube de distracción, en realidad, tengo un equipo de amigos que me mantiene en equilibrio y me ayuda a navegar por las aguas de la educación sin hundirme por completo en el tedio.
Siguiendo el juego de Levine, escribí una respuesta rápida en el reverso del papel y lo pasé disimuladamente hacia atrás. "No te preocupes, ya estoy buscando gafas extra por si acaso jajaja." Un poco tonto el chiste, pero aun así se rio. Sabía que su risa silenciosa sería suficiente para mantenerme entretenida durante el resto de la clase.
Pero apenas un segundo después me sorprendió recibir otro papel que decía: "No entendí el chiste". Levanté la mirada hacia ella, y en su rostro solo había una sonrisa tonta acompañada de un encogimiento de hombros. Fue un momento cómico y a la vez embarazoso, pero en esa simple expresión suya, supe que, aunque mi intento de humor fallara, me seguía la corriente.
Mientras la lección continuaba, mis ojos vagaban por el aula y, casualmente, se encontraron con Max, otra vez. Era imposible no notarlo: alto, atlético y con una confianza natural que irradiaba a su alrededor. Si hubiera un premio al "Mejor Deportista de la Academia", sin duda alguna estaría gravado con su nombre.
Max sobresalía en todos los deportes que tocaba, como si fuera un imán para las actividades físicas. Desde la natación hasta el baloncesto, donde parecía dominar cada movimiento en la cancha. Ahora, estaba conquistando el mundo del voleibol y rápidamente se había convertido en el capitán del equipo.
Era impresionante ver cómo se deslizaba de un deporte a otro sin perder ni un ápice de su destreza. Tal vez parezca como si lo conociera bien, pero en realidad, no es así. Lo sé, suena un poco acosador, pero es lo que se puede ver a primera vista. No conozco realmente su historia o lo que lo impulsa, pero por alguna razón, mi mente decide analizar cada detalle que puedo captar.
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Si, es un Cliché
RomansaOphelia y Max comparten aula en el colegio, pero él apenas la nota. Ophelia, tímida, guarda un secreto: tiene un crush en Max (...wow), quien la considera simplemente una compañera más. Su interacción se limita a un proyecto de historia que los une...