03: Monstruos en la oscuridad

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Alicia

Los párpados me pesaban. Un silbido perturbador en mis oídos amenazaba con estallar mi cabeza, segundos antes de poder abrir los ojos, aunque me hubiese gustado no hacerlo.

Mi vista se fue aclarando poco a poco, adaptándose a la oscuridad del lugar donde me encontraba, aún mantenimiento la visión un poco borrosa debido a lo aturdida que estaba.

La luz apenas entraba por una ventana. Una ventana sospechosamente familiar.

Hice lo que pude por visualizar el resto de la oscura habitación y me desconcerté completamente al caer en la realidad.

Estaba en mi habitación.

¿Pero cómo carajos había llegado aquí?

Y eso ni siquiera era la más confuso. No señor.

No me encontraba sola, lo cual solo me tomó unos cuantos segundos captar.

Alicia… —una voz ronca susurraba mi nombre, mientras todo a mi alrededor se sentía distorsionado.

Mi corazón, el cual estaba de por sí funcionando a duras penas, casi se detuvo cuando pude distinguir unos inquietantes ojos escarlata, que me observaban del otro lado de la habitación, completamente arropados por la oscuridad.

Mi cabeza no paraba de dar vueltas, así que mis esfuerzos por intentar detallar a aquel personaje eran todos en vano.

¿Era una persona? ¿Quién carajos me estaba llamando?

Hice un ademán de levantarme, pero era inútil. Sentía mi cuerpo adolorido de mil formas distintas. Mi cuello ardía, como si las manos que momentos atrás me sujetaban siguieran haciéndolo.

Alicia

¿Quién estaba ahí?

Esos ojos me observaban fijamente, atravezándome de una extraña manera que no podía explicar. Me sentía embelesada de una manera muy retorcida. Simplemente no podía dejar de mirarlos, eran como una hipnosis de la que no podía despertar.

Me costaba hasta pronunciar cualquier sonido. Y lo peor, me estaba quedando dormida de nuevo.

Duerme, Alicia…

Mis ojos se cerraban solos, con cada fibra de mi cuerpo obligándome a ceder.

Pero quería saber quién era. Quería saber por qué me sentía atraída de esa manera, como un mosquito hacia la luz.

Pero con cada lento parpadeo todo se iba desvaneciendo.

Lo último que pude distinguir fueron esos ojos encendidos, en contraste con una piel inquietantemente pálida.

Esos ojos.

Esos ojos que atormentaron todas mis noches después de ese día.

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AxelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora