9: Nada personal.

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Alicia

*

Me despierto poco a poco y siento la suavidad de mi cama bajo mi cuerpo.

Tardo un poco en recuperar la vista, pero en cuanto lo hago lo primero que enfoco es la figura de Axel sentado relajadamente junto a la ventana.

La luz de la calle que apenas entraba por la ventana iluminaba en pequeños rayos las facciones marcadas de su rostro.

Observé como expulsaba el humo de su boca en dirección hacia la ventana, dándome una excelente vista de su marcado cuello y mandíbula.

En definitiva yo era una acosadora con todas las de la ley.

Observo la hora en el reloj, dándome cuenta de que falta poco para el amanecer. Sin embargo, el ambiente afuera se veía bastante oscuro todavía, y el frío que estaba haciendo era descomunal.

Me acomodo lentamente en la cama, notando que estaba hecha un desastre desde la cabeza hasta los pies. Mi cabello estaba enredado y algo húmedo, y pequeños moretones adornaban mis brazos. Sin embargo, lo que llamó realmente mi atención fue que me habían cambiado de ropa, y solo tenía una camiseta negra que me quedaba gigante.

¿Sería de él?

Pues olía a el, y aunque me costara admitirlo eso me encantaba.

Mi cuerpo cruje ante cada pequeño movimiento y algunas muecas de dolor se plasman en mi rostro. Es cuando decido quedarme quieta que puedo enfocar mi vista en Axel, quien me mira expectante, sin ninguna emoción aparente.

—Despertaste —comienza diciendo el, mientras sostiene el cigarrillo con dos dedos. Entrecierra los ojos como evaluandome, y cuando parece estar satisfecho vuelve la vista al cigarrillo que sostiene en su mano.

—¿Cómo me trajiste aquí?

—Tengo mis métodos —se encogió de hombros.

Me costaba creer que pudiera pasar la seguridad del edificio con una persona inconsciente con unos simples "métodos". Tendría que preguntarle al portero si estaba bien.

La verdad eso era algo que no lograba explicarme, pero estaba demasiado cansada como para pensar en eso. Además, su sola presencia hacia que me costara concentrarme del todo, sobre todo con el hecho de que su torso desnudo se veía mucho más sexy de cerca.

Luego de un momento de silencio en el que Axel le daba unas caladas más a su cigarrillo antes de echarlo por la ventana, el volvió a dirigirse a mi. Pero está vez parecía tener un leve rastro de diversión.

—Ahora dime, Alicia ¿Eres aficionada al peligro o solo te gusta que yo te rescate? —habló con un tono de burla que hizo que me pusiera roja de inmediato.

—¿Perdón? —exclamé, tratando de ocultar mis mejillas encendidas, rogando porque la oscuridad de la habitación fuera suficiente.

—Ya sabes, es muy estúpido estar en un callejón oscuro tu sola en la noche —siguió, mientras se balanceaba hacia atrás con la silla—. Si sigues así me vas a terminar debiendo muchos favores -soltó con una sonrisa de picardía que me hizo morderme el labio.

Carajo Alicia, ¡contrólate!

—No lo hice a propósito, estaba... distraída.

Claro. Yo era la única demente en el mundo que hacía algo tan estúpido como eso. Hasta a mí me cuesta creer cómo carajos pude confundirme así.

—¿Con qué? —Alzó una ceja.

—No te importa.

Tampoco es que tuviera alguna explicación.

AxelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora