Capítulo 02: Duelo

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Gané esta guerra, pero perdí mi todo: mi ser amado, mi esposo, mi felicidad, mi alma, mi libertad, incluso mis lágrimas. Ya había gastado todas mis lágrimas y fuerzas, pero aún quería seguir derramando llanto en la esquina de la cueva que por el día era mi hogar.

No podía regresar a mi reino, todos sabían que había hecho un pacto con el diablo y me tenían miedo, incluso se habían preparado para mi llegada y aniquilarme, porque soy algo diferente y extraño para ellos, lo más fácil es intentar deshacerse de mí, yo haría lo mismo.

En el día resido aquí en la cueva junto al diablo, todos los días me repite mi error y todos los días intento matarlo al igual que él a mí, pero ahora ambos somos del mismo bando. Somos inmortales.

Después de tres días en la melancolía, intenté suicidarme, me lancé desde el mismo lugar en el que perdí a mi esposo, y no me pasó nada, nunca moría.

Al pasar de los días mi mente creyó que era débil a la luz y la noche, así que por trescientos años permanecí en la cueva.

La gente del pueblo que yo conocía ya había pasado a mejor vida, espero.
Sus bisnietos seguramente habían escuchado las leyendas que se cuentan de mí, porque maldición o no, puedo escuchar lo que la gente del pueblo comenta, a veces es molesto tener tantas voces en mi cabeza, pero recuerdo que es mi castigo.

Estoy en duelo, la negación fue el inicio, a veces reía creyendo que era un sueño y en cuanto despertara, Jimin estaría a mi lado besando mi cuello.

Pero después acepté que no estaba en un sueño, entonces la ira contra mí mismo fue la mejor parte, hacerme daño, intentar matarme para reencontrarme con mi esposo en el cielo, esa era mi única oportunidad para volver a verlo.

A veces me preguntaba si podría construir una máquina del tiempo, una real y auténtica, podría regresar el tiempo y salvarlo, decirle que no saliera del escondite o quizá nunca pedir la ayuda del demonio.
También pensé en pedirle ese favor a él.
Pero él rio vigorizante

-Ya me has dado tu alma, ya no tienes más que ofrecer -me respondió.

Pero tengo una corona, oro, un castillo, un apellido de renombre, tengo tanto y a la vez nada.

-Ya no tienes nada que me importe

-Podrías hacerlo como un favor -dije - he compartido este lugar contigo, hazlo como un regalo para mí, te he quitado soledad y te has divertido burlándote de mi perdida -le reclamé

Pero él negó
-Somos dos prisioneros, y como tu líder te digo que no tienes nada que me interese.

-Me ofrezco como tu sirviente eterno -le dije, pero él se rio

Realmente no quería ser su esclavo para esta eternidad, pero la mitad de mi alma me exigía hacer lo que sea por tenerlo de vuelta.
Yo aún buscaba esperanzas de volver a verlo, aún no llegaba a la aceptación de mi duelo.

-¿Qué haré contigo, pequeño rey? -se burló como siempre -¿No puedes vivir esta vida eterna?, sal, disfruta del placer, la aventura, encuentra nuevamente tu luz, trata de vivir, ahora eres un hombre joven eternamente, cualquiera que estuviera en tu lugar haría todo lo que ha soñado.

-Yo solo sueño con tenerlo devuelta.

Pero como un buen rey que soy, sus palabras las acepté y las analicé, él tenía razón, debía buscar una forma de encontrar esa luz que ya no tengo, pero me juré que hasta la eternidad, jamás le sería infiel a mi esposo, y ahora sería un hombre de combate, ahí descargaría mi dolor.

DRÁCULA : REENCARNACIÓN | KOOKMIN |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora