𓍼 Capítulo cuatro

50 8 2
                                    

⋆ ˚。 ⋆୨♡୧⋆ ˚。 ⋆

Mariel

— oh, hueón, estoy más cansado que la chucha. — se quejó el Sebastián.

— ahueonao, recién empezamos a caminar. — le respondió la Emma.

Con las chiquillas y el Seba habíamos quedado en ir a dar una vuelta, no había un destino exacto, pero casi siempre hacíamos este tipo de cosas para mantenernos al día, y por último, pasar tiempo juntos fuera de la u.

A mi me encantaba salir a caminar, sí salía sola, iba escuchando música; sí iba acompañada, me iba conversando sobre todo y nada.

No olvidemos el detalle de que soy una cotorra culia y casi nunca me puedo callar.

— deberíamos salir a comer completos en la semana. Hace rato que ando con ganas de comer tocomples.

La Amelia que iba atrás de nosotras con el Seba habló: — Sí, por fa.

— puta oh, Emma, por tu culpa ahora me dio hambre. — la retó el único hombre entre nosotras.

La mencionada lo miro y le pegó despacio en el brazo. — Te aguantai hasta que llegui a tu casa porque ninguna anda con plata.

Me reí un poco, pero justo se me volvió a la mente el tema que me habían contado hoy, y que me tenía muy entusiasmada por contarles a mis amigos.

Porque ellos amaban el chisme, y más cuando se trataba sobre esas personas, teníamos mucho qué decir cuando se trataba de ellos.

— ¿vieron que el Marcos ahora está pololeando con una hueona?

Los tres me miraron. — ¿Él y la Ignacia habían terminado? — preguntó la Amelia media confundida.

— ¡hace rato po, Amelia! — le respondió la Emmi. — andai media desenchufada.

Yo asentí en acuerdo. — Sí, la verdad, me quedé en que la Magdalena le terminó por sexta vez, pero que esa vez era definitivamente.

¡Ah, sí! Afortunadamente, después de un año terminando y volviendo, la Magda decidió cortar la relación por completo.

Y ahora estaba más feliz que nunca, todavía éramos amigas y hablábamos casi todos los días. Yo la notaba más tranquila, ahora estaba rodeada de amigos que la hacían bien. Claro, para ella no fue fácil la ruptura, pero ya había pasado un año y el Marcos no le importaba ni un pico. Y por lo que me contó la última vez que hablamos, había conocido a un chiquillo que la trataba súper bien, la tenía media enamorada y sus ojitos le brillaban cuando me contó sobre él.

Y yo también, estaba súper contenta por ella. Era lo que se merecía, estar así de feliz.

— que bueno que la Magda salió de ahí. Y que lata por la Ignacia igual, sí el Marcos la cambió cómo sí nada mientras seguían juntos. Pero supongo que es lo que se merece después de arruinar una relación, ¿no?

La Emma y yo asentimos. — sabias palabras, Sebita.

Los cuatro nos reímos mientras seguíamos caminando. Pero poco después nos quedamos en silencio mientras cada uno miraba algo.

— uy, no saben na'

Me volteé a mirar a mi hermanastra. — ¿que pasó?

Ella sonrió más fuerte que nunca. — ¡me hice amiga de una niña nueva! Se llama Isabella y estudia psicología.

— ah, mira tú. Por fin tienes más amigas que tu propia hermanastra. — la huebeo el Seba.

— Erí pesao, hueón, ¿tú teni más amigos aparte de nosotras?

El Seba se quedó en silencio y se encogió de hombros. — quién sabe.

En ese momento me di cuenta que realmente ninguno de nosotros tiene más amigos. Yo tenía a la Magda, pero no éramos tan cercanas. La Emmi nunca me había contado sobre alguna amiga más, la Amelia tampoco y el Seba menos, sí el hueón había estado más pegao que garrapata a nosotras desde que nos conoció.

— eso es bueno, Lia. — le respondió la Emmi y yo le sonreí a la Amelia.

— hablando de amigas, el otro día una ex compañera me mandó solicitud en ig. — habló mi amiga.

— ¿y le aceptaste? — le pregunté.

— no, me cae mal.

El Sebastián se rió burlescamente. — ¿quién no te cae mal a ti, Emmi?

La castaña se encogió de hombros. — ustedes po.

Quizás por eso somos sus únicos amigos, ¿pero quién soy yo para juzgar a mi mejor amiga?

— oye y, ¿cómo va la organización de la boda? — preguntó la Emma.

— ¿quién se casa?

La Emma miró al Sebastián sorprendida. Yo aproveché de mirar a la Amelia, que se encogió de hombros. — ¡Los papás de las chiquillas po, Sebastián! Más desenchufao' que la Amelia.

El Seba se quedó pensando un rato. — Ah, verdad. Que emocionante.

— Va bien, creo. Ya tienen fecha para diciembre, así que falta caleta igual.

Mi amiga asintió. — ¿están emocionadas?

— yo sí, en verdad, nunca había visto a mi papá tan feliz. Y le tengo harto cariño a todos, así que siento que esto nos unirá mucho más. — le sonreí a la Amelia.

— sí, yo igual. Ojalá nos pidan ser damas de honor. Ah, ¿te cachai?

— lindas las damas de honor.

— invítenme. — el Seba abrazó a la Amelia por los hombros.

Mi hermanastra lo miró raro. — ni cagando, dejai la cagá.

— que erí pesa. — sentí que su mano libre tocaba mi pelo. — Marielita, tú sabí que yo te amo...

— no, no te voy a llevar cómo mi cita, hueón.

— Ah, son igual de pesadas. ¿Por qué no quieren llevar a este hombre tan miserables y amable a la boda de sus padres? — la Amelia y yo lo miramos, ambas listas para darle una lista completa de las razones por las que siempre deja la cagá en todas partes. — ni me digan, mejor yo mismo converso con los tíos para que me inviten.

La Emma se rió — buena suerte, Charlie.

¿Y si no te dejo de pensar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora