𓍼 Capítulo ocho

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Romina

Pasé mi brazo por mi estómago mientras me seguía riendo, me había estado riendo tanto rato que en cualquier momento me ponía a llorar.

Y todo porque el Martín volvió a recordarnos de cuando el Gabriel y el Matías se cayeron en el río en verano, mientras nos íbamos caminando a los apartamentos.

— ¡conchetumare! — la Vale se reía con tanta intensidad que yo, pero la diferencia es que ella ya estaba llorando de la risa, literalmente. — tienen que ser muy hueones cómo pa' caerse así.

Me reí aún más. — Oh, hueón, lo más chistoso fue cuando el Gabriel quedó con la cabeza en el agua.

El Martín empezó a reírse. — Ya, que son pesadas. Cualquiera podría caerse en el río.

La Vale y yo nos seguimos riendo. — deberíamos ir de nuevo a ese río en verano, a ver quién se cae primero.

Mi amiga me empezó a pegar suave en el brazo. — ¿Te imaginai se caen esos dos de nuevo?

Traté de contestarle bien, pero no podía contener mi risa, entre más me acordaba de la caída, más risa me daba. — Ojalá podamos grabarla esta vez.

La Vale empezó a calmarse. — Ay, me dolió la guatita de tanto reírme.

Yo, que, por fin, pude calmar la risa, le respondí: — A mí igual, hermana.

Ella levantó su mano y la puso en frente mío para que la chocáramos. — Todavía me acuerdo que no se dejaron de reír en todo ese día, definitivamente son más pesadas que la mierda. — el Martín dijo burlesco.

— nosotras no somos pesadas, Martincito, nadie los mandó a que se sacaran la chucha en pleno río.

Me reí, pero menos que hace un rato porque no quería que me diera otro ataque de nuevo.

Seguimos caminando, la Vale al lado mío y el Martín atrás de nosotras. Cómo siempre nos veníamos de la universidad, ya era la rutina.

— aprovechando que sólo estamos los tres, ¿como la pasaron el viernes? — preguntó mi amiga, mientras iba mirando sus pies.

— bien, me cayeron bien los amigos de la Amelia.. y bueno, la Amelia también, se nota que es buena amiga para la Isabella. — habló el Martín.

— Él po', el sobre protector. — bromeé, pero traté de que no se fuera a lo romántico, estaba consciente de que la Valeria todavía no sabía sobre los sentimientos del Martín hacía tal rubia.

El Martín rodó sus ojos, pero aún así estaba sonriendo, en el fondo le encantaba que lo huebiara con la Isabella— ¿Tú cómo lo pasaste, Romi?

— Bien... onda, es que, pasó algo que no les había contado.

La Vale dejó de caminar y cómo el Martín iba distraído, terminó chocando con ella. — fíjate po, hueón.

— Ay ya, perdón, reina.

— ¿Que pasó, Romi?

¿Y si no te dejo de pensar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora