Praying and Sinning

Capítulo 6: Disobedience

El largo camino al infierno le daba una mala sensación, había tenido que regresar luego de aquella aventura con el sacerdote, como le era costumbre desde hace 3 o 4 días cuando fue invocado, no negaba que hace mucho no se acostaba con humanos, pero no pensó que aquello fuera tan exquisito y más con aquel ciervo del todopoderoso.
El ascensor se abrió bajando con turbulencia hacia el lugar más recóndito y asqueroso jamás creado, al abrirse las puertas todo se veía con normalidad, Furfur parecía incluso más calmado, tal vez por la baja cantidad de pecadores desde hace unas semanas, Shax parecía fallecer de aburrimiento, Hastur y Ligur probablemente estaban visitando a las monjas satánicas, no había nada que rescatar, menos que en su oficina aguardaba Beelzebub, con un gesto terrorífico y bastante molesto.

Suspiró cansado y entró siendo recibido rápidamente por un golpe en el estómago por parte del príncipe de las moscas; se retorció contra sí mismo agarrando la parte afectada y caminando hacia el frente del segundo trono que allí se encontraba.

— Excelente bienvenida, nunca se me hubiera ocurrido.— Trató de sonreír aguantando su propio dolor mientras que su serpiente se enrollaba en sus hombros.

— ¡¿QUÉ CREES QUE HACES CROWLEY?!, acaso piensas que todo esto es un juego, que tus acciones en la tierra no nos afectan a nosotros, no eres diferente a Asmodeo.— Gritó con gravedad tirando a un lado el trono ajeno para evitar que el príncipe se sentara, sus manos se tensionaron con fuerza formando unos puños rudos y muy impotentes.

— No hice nada fuera de lo común, siquiera sé de que me hablas.— Su corrupta inocencia no lo salvó esta vez y recibió a cambio un apretado agarre en su garganta.

— No te hagas el inocente Crowley, ¡¿cómo se te ocurre acostarte con un sacerdote?!, debiste matarlo y tentarlo cuando se te fue asignado, ese humano puede destruirte a ti, a todos nosotros sí quisiera y tú sólo juegas con eso, como si no sucediera nada, fingiendo que nada pasa para que luego resultes muerto.— Sus desagradables dientes soltaron furiosas moscas las cuales fueron devoradas por la serpiente del príncipe, este mordió dolorosamente la mano ajena y golpeó una de las mejillas del señor de las moscas.

— ¡Ja!, me incriminas a mí sabiendo que tú haces lo mismo, lo noté cuando percibí tu olor en ese padre de alto mando, un olor desagradable pero lo suficientemente camuflado para que un humano no pudiera olerlo, te ví tantas veces en la tierra comiendo de la palma de la mano de ese humano, como un maldito perro callejero, TÚ eres la deshonra aquí, así que el único que nos llevará a la perdición será el príncipe de los excesos, de la voracidad, EL GRAN AMO BEELZEBUB.— Su pecho se infló mientras que aquellos ojos de serpiente adelgazaban sus pupilas lo más que podían, tomando una posición defensiva total, quería pelear, quería acabar con todo allí y ahora, no le importaba matar a su par, no le importaba matar.

Pero la pelea nunca se realizó, no porque hubieran reflexionado, por el contrario, habían logrado generarse bastante daño siendo detenidos por Asmodeo y Mammon respectivamente. A la fuerza fueron llevados ante los demás príncipes del infierno, teniendo la ausencia de Lucifer, quien mayormente reposaba en sus aposentos, alejado si no es un asunto grave, lo cual era el caso, sólo un juego de niños.
Pacientemente, a un lado del trono del rey de los demonios se encontraba Leviatán, siendo rodeado por Amon y Belfegor, quienes esperaban con algo de curiosidad las declaraciones de los otros dos príncipes.

— Asmodeo, Mammon, ya sueltenlos.— La voz retumbante del único demonio no invocable se escuchó en todo el espacio, ambos obedecieron moviéndose a un lado. — Espero que sean lo suficientemente inteligentes para hablar, porque sea lo que hayan hecho, están propensos a un castigo manos piadoso del que recibieron al caer, así que empiecen.