Capítulo 3: Evil

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Aquel Bentley modelo 1940 recorría las calles de Roma a toda velocidad ignorando cada semáforo y cada paso peatonal, llevándose a su paso varios insectos, tal vez la vida de una pobre mujer anciana por un ataque cardíaco, pero no era su estilo atropellar a la gente, le parecía muy insípido si le preguntaban; como si fuera una película de fantasía el Bentley desapareció en un tramo del camino transportandose al mismísimo infierno, donde los demonios le abrían paso rápidamente para no desatar su mal humor y en un pequeño derrape estacionó su auto al frente de la oficina la cual le fue abierta por dos pecadores, era una inminencia de eso no había duda, tan fácil de reconocer no por su atuendo si no por su auto y claramente su tatuaje al igual que sus escamas sobresalientes de un parte de su cuello, al menos en ese lugar.

Todos le observaron atentamente hasta verle atravesar una puerta la cual conducía a su trono, este estaba rodeado por demonios de alto rango y por supuesto Beelzebub, quien le esperaba con una mueca "dulce" en su podrido rostro; sonrió con encanto y se sentó en su lugar esperando alguna explicación la cual no tardó en llegar.

— Te estábamos esperando Crowley, necesitamos más almas para nuestro señor de la oscuridad, pero veo que sólo estuviste vagando como siempre haces, la tierra no te hace ningún bien.— Reclamó Hastur con bastante enojo quemando un poco el suelo con sus pies.

— Será mejor que cuides tus palabras Hastur, ahora todos fuera de mi vista, al parecer el príncipe Beelzebub necesitar hablar sólo conmigo.— Reaccionó amenazante y tirando con fuerza a Hastur el cual le devolvió un pequeño golpe para luego irse junto a los demás.

Beelzebub le miró con seriedad algo que se contagio al instante, buscó alguna señal acerca de la conversación que estaban a punto de tener, pero no había rastro de nada, sólo una cara serie llena de moscas.

— ¿Qué quieres Beelzebub?.

— Quiero que me escuches antes de que cometas la estupidez de darle a tu serpiente un filete de Hastur, no te conviene seguir yendo a la tierra, no seas tan imbécil por amor a Satán.— Advirtió seriamente ganándose una suave mirada de miedo por parte del pelirrojo.

— No me va a pasar nada, llevo siglos visitando la tierra, no es diferente en este año, además, conseguí algo con que entretenerme, estas cuatro paredes son una basura y lo sabes bien.— Explicó vagamente moviendo sus manos mientras una gran serpiente verde esmeralda se deslizaba hacia sus hombros.

— Odio cuando tienes la razón, pero te lo digo en serio, no juegues al ajedrez con tu rey si no es necesario, en este momento no hay lugares seguros en el mundo para escondernos, los exorcistas y sacerdotes han firmado nuestra sentencia, detestaría perder al príncipe de la lujuria y mentira.— Sentenció apoyándose contra una de las paredes prestando cierta atención a la mascota de Crowley. — Y será mejor que mantengas a esa cosa alejada de los demonios, ya se ha comido a 5; espero que no estés jugando algo estúpido Crowley.

Y sin más que decir se marchó de aquel trono dejando la puerta cerrada, el príncipe pelirrojo miró intensamente al frente mientras se servía un gran vaso de whisky, el cual por supuesto tomó de un trago que por supuesto bajó lentamente causándole cierto dolor, si era sincero estaba bastante inquieto por lo que el señor de las moscas le había comentado, pues a pesar de que fue invocado y no lo hacía por simple gusto se notaba desde lejos que ese sacerdote no sería ninguna problema, muy pequeño e indefenso como un conejo solitario, la mejor de las presas, la más sencilla de cazar y eso no lo iba a desaprovechar, por el contrario, lo disfrutaría enormemente.

Con una sonrisa maquiavélica en su rostro salió con rapidez de su trono con su bella serpiente en sus hombros, caminó entre la multitud del infierno evitando chocarse y tomando directamente el ascensor a la tierra, detestaba las escaleras después de haber caído un par de veces en ellas; al abrirse las puertas dejaron ver el bello paisaje de Roma y en un chasquido cambió un poco su vestuario para no destacar, sólo dejando en el unas botas negras de amarrar con suela roja, un pantalón verde esmeralda casi negro y su típica camisa de cuello con un color rojo sangre algo oscuro.
Caminó tambaleando su cuerpo y dirigiéndose hacia la iglesia a la cual pertenecía aquel sacerdote, para su fortuna sus pies no se quemaron, es más, se sentía sumamente cómodo, tal vez porque allí habían efectuado su ritual, si, podía ver aquellas líneas tan simétricas en casi todo el suelo del lugar, ya no era un lugar santo y eso le fascinaba.

Vió de reojo la gran cantidad de pobres humanos yendo a rezar, le parecía gracioso que suplicaran piedad a un ser tan detestable, pero no tenía tiempo para reír y sin más siguió su camino buscando los archivos del lugar cosa que no tardó en encontrar, entró con sigilo para luego rebuscar entre los documentos algún indicio de cual sería el de aquel sacerdote, aunque no contó con ser sorprendido por uno de estos, pero no era aquel rubio, si no uno pelinegro y algo más alto; evitando que dijera siquiera algo, chasqueó sus dedos dejándolo inmóvil mientras se acercaba a él.

— ¿Cómo se llama el sacerdote rubio de ojos azules?.— Preguntó con cierto siseo atrayendo a algunas serpientes al cuarto.

— Su nombre es padre Fell.— Respondió bastante vacío Gabriel quien sólo se encontraba en un trance muy fuerte.

— ¿Cuál es su número de archivo?.

— Es el número 767.

El demonio sonrió complacido y antes de buscar aquel documento primero se deshizo de aquel intruso el cual arruina sus planes.

— Ahora te irás y no vendrás a este lugar luego de unas horas, cuando despiertes volverás a tu rutina antes de entrar aquí.— Dicho y hecho el sacerdote abandonó el lugar dejando a Crowley solo.

Buscó sonriente el archivo encontrándolo con cierta facilidad, lo leyó por completo y a decir verdad, pensó que sería más sencillo engatusar a aquel padre, pero vaya que se equivocó enormente pues queriendo encontrar algo dudoso, algo malo, incluso por minúsculo que fuera, no había nada, era prácticamente un santo y eso no le agradaba para nada. Sacó un duplicado de aquella carpeta y se la llevó sin ser siquiera visto por las monjas o el resto de personas que seguían rezando como corderos ciegos, salió del lugar intentando pensar en algo mejor y una idea en su cabeza apareció en su perversa mente.
¿Era el príncipe de la lujuria después de todo, no?.

Mordió su labio con cierta emoción y fue directamente a la biblioteca Angelica siendo ciertamente cuidadoso, aunque caminar no era lo suyo y eso su auto lo sabía lo suficientemente bien como para estar estacionado una cuadra después de la iglesia, entró en el y condujo nuevamente a aquel lugar; al llegar arregló un poco sus ropas, se miró un poco al espejo y sonrió ampliamente para luego empezar a dirigirse hacia la puerta, no era raro que obtuviera miradas todo el tiempo pues su apariencia había sido especialmente hecha para engañar y seducir, mujeres le veían con ansia y hombres intentaban contenerse de hacerlo con él en espacio público.
Jaló la puerta para poder entrar dejando salir a una adorable anciana que al parecer los años se habían llevado su fuerza, caminó un poco buscando con su altura algún indicio del sacerdote y vaya que no fue difícil, irradiaba un aura sumamente extraña a pesar de estar dormido con un libro en sus manos, ignoró el objeto de información y se acercó peligrosamente hacia el padre Fell, desprendió un aliento de enfermedad y se escondió rápidamente en la oscuridad.

Aziraphale se levantó con algo de rapidez yendo corriendo al baño de hombres, su respiración estaba agitada y comenzó a sudar nuevamente frío, abrió la llave del lavamanos para luego salpicar agua en su rostro con la esperanza de sentirse mejor, sólo logró escuchar como la puerta fue abierta y cuando levantó su mirada hacia el espejo una mano desconocida cubrió su boca con fuerza, fue volteado bruscamente para luego ser obligado a sentarse en el espacio entre los demás lavamanos; su corazón latía con una fuerza inimaginable, como si fuera a salirse por su boca y su ansiedad aumentaba por el simple hecho de no reconocer lúcidamente a su agresor, pues el cabello ajeno cubría el rostro que quería memorizar.

— Tranquilo padre, usted está a salvo conmigo, por ahora, pero tendrá que arrepentirse duramente de sus pecados luego de esto.— Susurró dulcemente en el oído ajeno ganándose un sonrojo involuntario por parte del rubio.

Deslizó lentamente su mano por la entrepierna ajena mientras su presa intentaba desesperadamente zafarse de su agarre, cosa que no logró pues a pesar de que el demonio era delgado, su fuerza superaba la humana casi por completo; jugó con el sacerdote un par de minutos hasta quitar su mano de la boca ajena, la cual besó rudamente y que fue el punto final para aquel hombre, pues se desmayó enfrente del demonio.
Una sonrisa amplía salió en su rostro y se esfumó con Aziraphale en sus brazos sin dejar ningún tipo de rastro.

(Serpiente de Crowley: Es su animal representativo, así como Hastur tiene una rana/sapo, Crowley tiene una serpiente independiente de su cuerpo, su nombre es Creep/ Reptar.

Padre Fell: Nombre por el que es conocido Aziraphale, pues este no lo usa al ser su nombre verdadero.)

Praying and SinningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora