Crowley cayó duramente contra aquél suelo sucio y que desprendía un gran calor, no tuvo el tiempo suficiente para levantarse ya con sus piernas totalmente separadas pues fue agarrado del cuello por un Amon sumamente enfurecido, quien sin ninguna dificultad lo estrelló de espaldas nuevamente contra el suelo.
— CROWLEY, ¿QUÉ CARAJOS HICISTE?.— Sus ojos se inyectaron en sangre mientras los del pelirrojo se mantenían perdidos y con una pupila carente de color. — ¿ACASO NO VES EL PROBLEMA EN EL QUE NOS METISTE A TODOS?, pero claro, el príncipe sólo quería seguir su ESTÚPIDO Y PÚTRIDO CORAZÓN ¿EH?.— Lo golpeó con fuerza en el rostro y lo volvió a acomodar en el suelo. — ¡RESPÓNDEME CROWLEY!.
— No sé a que te refieres.— Su voz tembló por su extraña sinceridad, sintió un frío en su espalda mientras miraba con miedo a los ojos del otro príncipe.
— ¿Qué?.— El rostro de Amon se suavizó dejando ver una mueca algo asustada y aflojando un poco la presión en el cuello de Crowley.
— ¿Qué hice Amon?, por favor dime que hice, no recuerdo nada, no sé nada, te lo juro.— Entró en pánico, rogando a Lucifer el no haberle hecho daño a Aziraphale, pues sólo recordaba cuando extendió los girasoles hacia el sacerdote.
— Tú o lo que haya estado en ti, asesinó a 16 sacerdotes y casi matas a dos más, ¿cómo es que no recuerdas nada?.— Preguntó con preocupación, la cual fue transferida a un pequeño ser de color rojo intenso el cual intentó escapar las manos del príncipe, cosa que no logró atrapandole.
Entre sus manos aquella criatura se revolcaba intentando escapar de las manos que le aprisionaban, al no ver ningún indicio de ser soltado se resignó y transmitió a las retinas ajenas lo que había sucedido. Todo quedó en silencio, y las facciones de Amon se endurecían cada vez más a medida que los tortuosos minutos para Crowley iban avanzando.
El agarre en su cuello fue trasladado al cuello de su propia camisa y cuando los ojos del príncipe de la ira dejaron de brillar sólo dejaron ver un infierno ardiente en ellos; sin esperarlo, el pelirrojo obtuvo un abrazo algo fuerte por parte del demonio y fue soltado luego de unos pocos segundos.— Deja que yo arregle esto Crowley, pero primero voy a tener que encargarme de Asmodeo, ese imbécil no volverá a contemplar la luz del infierno por mucho tiempo.— Estaba dispuesto a irse, pero fue agarrado con fuerza por el pelirrojo.
— ¿Qué harás?.— Su voz se agravó y sus cejas se volvieron rectas dejando una tensión extraña, bastante desagradable.
— Voy a borrar la memoria de todos los que tuvieron contacto contigo, directo o indirecto, no interesa, pero debo solucionar esto.
— ¿Todos?.— Un hilo de voz salió con algo de desespero, haciendo voltear al gran demonio.
— Sí, a todos Crowley, incluyendo a tu amante sacerdote, dudo mucho que quiera verte de igual manera, no después de abusar de él 3 veces en una misma noche, ¿te enamoraste acaso Crowley?.— Mantuvo su rostro serio pero dando un toque de burla a la pregunta sumamente obvia.
— Esa cosa no era yo Amon y lo sabes.— Su corazón muerto quedó encogido con fuerza al escuchar las palabras del príncipe, quería que no fuera cierto.
— Pero era tu cuerpo ¿o no?, de igual forma tengo que hacer mi trabajo, puedes venir conmigo si así lo deseas, para despedirte de tu tonto humano.
El cuerpo de Crowley volvió a reptar silenciosamente, su cabello tapó por completo sus ojos hasta volverse en su totalidad aquella serpiente de Edén y sin pensarlo dos veces se abalanzó contra Amon, agarró el cuerpo del demonio como si fuera una boa y comenzó a apretarlo lo suficiente hasta quebrar los huesos de su forma humana, terminando con una mordida de un metro en el abdomen ajeno; pero sabía que seguiría vivo, un demonio no podía matar a otro tan fácilmente.
Se agachó recobrando su forma humana y susurró serpenteante en el oído del príncipe.— No dejaré que le hagass eso a Aziraphale, aún si tieness que matarme, quiero que todo el mundo lo vea cuando te atrevas a hacerlo.— Amenazó altamente y sin nada que perder se dirigió al trono de Asmodeo, necesitaba darle una visita.
El infierno estaba conmocionado por tener a dos de sus príncipes en un mal estado, no habían rastros de quien habría hecho eso, pero Beelzebub sabía perfectamente de quien se trataba.
Lucifer se enteró del suceso, estaba molesto pero no a un nivel grave, estaba molesto por ver que dos de sus príncipes no habían sido capaces de luchar contra un demonio y aunque lo vió innecesario, por insistencia de Mammon envío un grupo de detectives demoníacos a investigar el crímen; el rey de los demonios sólo veía con desinterés a su hijo y a Asmodeo ignorando sus declaraciones, pues, a pesar de estar siempre ausente, sabía, al igual que Beelzebub al ejecutor de esos actos, pero no tenía caso castigarlo, después de todo, los mentirosos caen por su propio peso y tampoco negaba que esos dos se lo merecían desde hace siglos.Crowley subió rápidamente a la tierra, más concretamente al baño de una cafetería cercana, se miró al espejo con aquellas pupilas altamente dilatadas y su cuerpo lleno de sangre, su cabello se mantenía quemado pues estaba casi marchito luego de caer en el suelo caliente de la oficina central. Con un milagro cambió sus ropas aunque preservando la gama de colores, mantenía una camisa de cuello negra pero con detalles verdes en las mangas, un pantalón vino tinto y unos zapatos de cuero totalmente negros; se miró al espejo e hizo aparecer una rasuradora eléctrica, mantuvo la respiración y comenzó a quitar su cabello rojizo hasta dejarlo corto pero muy abundante.
Salió del lugar obteniendo miradas que no quería devolver y se dirigió directamente a la iglesia, la cual a pesar de estar cerrada encontró la forma de entrar. Buscó con su mirada aquel cabello rubio hasta encontrarlo, estaba en el confesionario organizando lo poco que le quedaba y se dirigió casi corriendo hacia él, dejando retumbar sus zapatos pero parando a un metro del sacerdote.
Aziraphale miró con sorpresa al demonio, quien sólo se mantenía estático y respirando con fuerza como su hubiera corrido una maratón, sólo bastó a que diera un paso hacia Crowley para ser recibido por un abrazo en sus piernas, estaba arrodillado, llorando y suplicando con palabras que a medias entendía; dirigió una de sus manos a su boca sin saber como reaccionar hasta ver como el pelirrojo suplicaba por un castigo y hasta jaló la camandula del cuello de Aziraphale logrando quemarse un poco.— No Crowley, por favor no, no hagas eso, no tienes que hacer eso, te vas a lastimar mucho más.— Se arrodilló enfrente del demonio y revisó sus manos, encontrando la quemadura latente en forma de cruz.
— Soy un maldito enfermo Fell, soy un desgraciado, te hice demasiado daño, sólo te obligué a hacer cosas que no querías, lastimé todo de ti, quiero que me castigues, que lo hagas con tanta ira y descontrol para poder ser perdonado, sólo hazlo.— Pidió entre lágrimas las cuales fueron quitadas dulcemente por los pulgares del sacerdote.
— No lo haré, nadie merece un destino cruel por más que haya sido un enfermo, pero necesito que me digas porque lo hiciste.— La voz de Aziraphale se quebró un poco ante la última palabra, pero se mantuvo firme.
— Nunca quise hacerlo, no espero que me creas, pero no era yo mismo, no lo era, nunca quise hacerte eso te lo juro, te lo juro por Lucifer.— Miró hacia el suelo desesperanzado, esperando un rechazo automático.
Pero sólo hubo un abrazo, un abrazo que desplegaba esperanza y luz, un abrazo que fue presenciado por un curioso Harry, el cual a pesar de todo sólo esbozó una sonrisa y se retiró sin hacer ruido.
Nota: Vienen, ellos ya vienen.
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Praying and Sinning
FanfictionMientras en tu devoción rezas por tus pecados, yo te haré cometer los suficientes para no volver a redimirte. Advertencia Esta historia contiene escenas de índole sexual, violenta, actos inhumanos, sbdm...