mar del este 2 • jjk

04. dulce nada

Empezaba a hacerse bastante tarde cuando salimos del bar, pero no estaba haciendo nada de frío. Era una noche cálida, de esas en las que dejas la ventana abierta mientras duermes para que el aire circule. Podía sentir la textura del suelo empedrado de la calle bajo mis zapatillas y el murmullo de los últimos rastros de fiesta del día todavía se podía oír en el pueblo. Las celebraciones del solsticio aún tenían mucho por delante, por lo que no había ninguna prisa. Quedaban varios días para disfrutar del festival y de todo lo que conllevaba.

— ¿Entonces? — inquirí. — ¿Vas a empezar a hablar, o seguirás escondiéndole cosas a tu esposa?

— No es que no te lo contara a propósito — sonrió, apretando mi mano entre la suya.

— Bueno, pues comienza.

La noche era estrellada y la última calle que recorríamos para llegar a la cabaña se encontraba solitaria así que, inevitablemente, recordé nuestro primer beso. Sin embargo, no se lo dije. Tenía demasiada curiosidad por la historia que había prometido relatarme.

— El padre de Hosan era comerciante. Tenía una tienda en el centro y le iba bastante bien, de hecho, al menos hasta que llegó la Crisis de los Impuestos — dijo, a lo que escuche con atención. Estaba familiarizada con el evento, pues me habían hablado de ello en una de las tutorías que llegué a tomar junto a Taehyung en el castillo. Había sido hace años cuando yo todavía era muy pequeña. Papá insistió en que debía estar enterada sobre toda la historia de mi país, así que era muy exigente respecto a las asignaturas que me hacía tomar. Gracias a ello estaba bastante instruida sobre el contexto social, histórico, económico y cultural del reino, incluso desde hace varias décadas atrás. — Quedó en la quiebra. Básicamente no tenían nada. Perdió su negocio, su casa y su esposa falleció porque no podía seguir costeando sus medicinas y tratamiento.

— Debió ser terrible — me lamente, con genuina empatía.

Mucha gente la pasó mal durante todo ese año. El presidente concejal que antevino a mi padre solía dedicar mucha parte de su agenda a la rama militar; se involucraba en conflictos ajenos para sacarles provecho a otros países y tenía un modo de pensar bastante abrasivo. Algunas de las políticas de aquel entonces hicieron que el pueblo se inconformara, así que se abrieron varios levantamientos en las ciudades alrededor de la capital. El hombre alzó los impuestos para financiar la defensa del gobierno y usó los recursos para suprimir un posible golpe de estado.

— Era difícil conseguir empleo, como debes saber — Jungkook suspiro. — El señor se puso una pistola en la boca poco después de que su esposa sucumbiera a la enfermedad. Así fue como Hosan quedó huérfano.

— No puedo imaginar vivir algo así a tan corta edad... — sacudí lentamente mi cabeza un par de veces, igualando la seriedad que el asunto ameritaba.

— Yo sí — musito. Alce la vista hacia él y me abrace con cariño de su brazo. La madre de Jungkook había fallecido cuando él era muy pequeño y, para cuando cumplió los doce, su padre también había dejado de estar con él. — ¿Sabes? A veces creo que mamá fue quien te envió a mi vida. Papá consiguió su empleo en la cocina del castillo poco después de que ella muriera, y ahí te conocí a ti.

Me sonrió tiernamente, así que hice lo mismo. Él alzó nuestras manos entrelazadas, besó la mía y continuamos caminando conmigo abrazada de su brazo. Aunque yo también había perdido a mi madre siendo apenas una niña, la reina había sido básicamente una segunda figura materna. Nunca me faltó nada y, aunque papá era un hombre poco cariñoso, crecí rodeada de amor entre el personal del castillo y la familia real.

— Aún no entiendo la necesidad de cambiarme el nombre — admití.

— Pues que Hosan detesta a tu padre — hizo una mueca. Estábamos llegando al final de la calle, así que nuestros pies comenzaron a pisar el tramo de maleza que debíamos cruzar para llegar a la cabaña. — Tiene un odio enfermizo por la realeza y los políticos, en especial con los que estaban de turno en el gabinete de aquella época.