En la noche.

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Me detuve y me giré, ya sabía a quién iba a encontrar, conocía muy bien la textura de su mano, que siempre estaba cálida a diferencia de las mías y que era excepcionalmente grande. Tan rápido como me giré, Satoru me atrajo hasta su cuerpo, aprisionandome en un abrazo.

"¿Por qué se va tan tarde?" Su voz casi en un susurro me hizo cosquillas por todo el cuerpo.

"Tenía mucho trabajo por hacer." Sus manos en mi cintura se metieron por debajo de mi ropa haciéndome estremecer.

"Quería hablar con usted." Dejé de concentrarme en la sensación de sus dedos recorriendo mi piel con suavidad para establecer contacto visual, incluso en la oscuridad del pasillo, sus ojos seguían siendo de un azul bastante brillante y cautivador. "No me molesté ese día... pero debería encontrar un momento en el que podamos estar a solas." dijo seductoramente cerca a mi oído, tuve que ahogar un suspiro.

"¿Tal vez ahora?" si el logró escabullirse es porque ya lo consideran dormido y mí trabajo como doctora terminó hace varias horas, tendríamos todo el tiempo de la noche si quisiéramos. No la pensé dos veces. Tomé su mano y deshice mis pasos hacia mi oficina.

Ambos entramos y cerré la puerta con seguro, antes de que pudiera girarme, Satoru me abrazó por la espalda y formó un camino de besos desde mi cuello a mi nuca, jadeé. 

"E-espera..."

"¿Crees que puedo esperar?" Presionó su cadera contra la mía haciéndome sentir su erección contra mis nalgas, un sonido extraño abandonó mis labios.

Esta vez sus manos subieron por mi abdomen, debajo de mi ropa, hasta mis pechos dándoles un buen apretón para luego masajearlos con más dulzura. Pegué mi frente a la puerta, mientras respiraba con fuerza, los besos y sus caricias me hacían perder la fuerza para mantenerme de pie. Mi cuerpo comenzaba a sentirse muy caliente aunque no podía parar de pensar que si alguien pasara por fuera de la oficina iba a escucharnos perfectamente.

Me giré para quedar frente a frente con Satoru y me puse lo más seria que pude.

"Siéntate allá." Señalé la camilla que normalmente usaba para los exámenes físicos. Satoru miró sobre su hombro y luego volvió a verme con esa sonrisa ladina tan encantadora y espeluznante, sin embargo, obedeció.

Mientras me dirigía a él, me deshice de mi chaqueta dejándola en el piso, él silbó y luego yo me acerqué para poner mi mano en sus labios

"Shhh, ¿estás loco? si nos escuchan vamos a estar en problemas."

"Ya sé..." puso su manos en mi cintura y me atrajo a él, de esta manera quedábamos a la misma altura mientras yo estaba entre sus piernas. No dudamos ni para tomar impulso cuando decidimos comenzar a besarnos y deborarnos de la manera más necesitada posible. Llevé mis manos a su cabello, hundiendo mis dedos en las finas y completamente blancas hebras mientras él dejaba descansar sus manos en mis nalgas asegurándose de que mi cuerpo no se despegara del suyo.

A medida que el beso se intensificaba, decidí deslizar mis manos hasta el primer botón de su camisa los fui soltando uno por uno hasta que esta quedo abierta por completo. Satoru rompió el beso para jadear una vez que puse mis manos frías contra su abdomen, sintiendo cada músculo bien marcado.

"¿Qué pasó con esa actitud prepotente y decidida?" Pregunté con ironía a medida que besaba su cuello dejando un camino de besos húmedos y leves mordidas hacia su clavícula.

Satoru no contestó, apretó en agarre en mi cintura haciendo que sintiera su erección contra mi abdomen y disfrutando de mis caricias.

"No pasó nada..." tomo una de mis manos y la apretó contra su pecho. "Solo le estoy dejando creer que tienes el control." Tragué saliva mientras me derretía bajo la mirada intensa de sus ojos oceánicos, sus expresiones eran casi que imposibles de ver bajo la luz tenue de la luna que se filtraba por la ventana de mi oficina.

"Satoru, yo..." Negó con la cabeza.

"Sé que te quieres disculpar, pero no hiciste nada malo, solo... no puedo contarte por qué me fui." Sostuvo mi cara con su mano y acarició mi mejilla con su pulgar, cerré los ojos disfrutando de la sensación "Soy yo el que te debe una disculpa."

"Realmente no es necesario."

"Por favor, deja que lo compense."

Volvimos a mirarnos por unos segundos, no sabía que responder. Satoru se bajó de la camilla y antes de que pudiera pensarlo, me levantó sobre su hombro como si fuera un saco de papas, me cubrí la boca para no gritar. Dio un par de pasos y luego me dejo suavemente sobre mi escritorio. Mi respiración me abandonó en cuanto sentí sus manos tomar mi suéter y sacarlo por mi cabeza con fuerza. Se rio mientras yo intenté acomodar mi cabello revuelto.

"No vuelvas a hacer eso." Susurré en tono de regaño. Satoru solo se acercó a mí apoyando sus manos en el escritorio a ambos lados de mi cadera.

"¿Hoy te pusiste ropa interior a juego?" Sentí mis mejillas arder, en realidad no recordaba que panties tenía. "Bueno, lo voy a averiguar de todos modos."

Deslizó su mano por mi muslo dándole un suave apretón antes de quitar su mano. Estaba nerviosa, no era la primera vez que estaba en esta situación pero habían tantas cosas que tenía que mantener presentes, como no gritar y el hecho de que estábamos en Kaisei, que si alguien nos descubría sería el fin para ambos. Me perdí tanto en mantener la compostura que no me di cuenta en qué momento Satoru me dejó en ropa interior sobre mi escritorio. Su mano cálida me dio un apretón en el hombro.

"Relájate, no te haré nada que no quieras." Dijo mientras descendía hasta quedar de cuclillas entre mis piernas, me estremecí al sentir su respiración en mi centro y arqueé la espalda.

Satoru tomó mi ropa interior y la hizo a un lado, antes de que pudiera protestar pasó su lengua plana por todo mi sexo, llevé mis manos a mi boca intentando ocultar el gemido agudo que quería abandonar mis labios. Tuve que seguir apretando mi mano contra mi boca a medida que los movimientos de su lengua me hacían ver estrellas. Con mi otra mano me aferré a su cabello intentando tener algo de estabilidad mientras no podía parar de temblar.

Desde esta posición tenía una vista tan sucia de la situación, Satoru cruzaba miradas ocasionalmente conmigo pero la mayoría del tiempo mantenía los ojos cerrados, deleitándose y disfrutando mientras su lengua se enrollada y labios me hacían retorcer.

Comencé a sentir esa característica sensación... No podría estar tan cerca tan rápido pero este hombre era increíblemente bueno. Sentí las lágrimas de placer rodar por mis mejillas mientras mi mano se empapaba de saliva por no poder gritar o gemir cuando unos golpes en la puerta me trajeron de vuelta a la realidad.

"¿Quién está ahí?" Entré en pánico, lo único que se me ocurrió hacer fue saltar de mi escritorio y recoger mi chaqueta del suelo para ponermela, le indiqué a Satoru que se mantuviera detrás de mí mientras abría la puerta, dejando solo ver mi cabeza y parte de mi torso, le sonreí al guardia.

"Hola, lo siento, tenía mucho trabajo acumulado pero ya estoy recogiendo para irme".

Me miró algo confundido e intentó mirar más adentro en mi oficina pero me interpuse, hizo una reverencia antes de irse y cerré la puerta de nuevo.

"Casi muero..." me llevé la mano al corazón.

"Podemos seguir."

"No." Lo miré algo enojada. "Realmente no mides tus acciones." Satoru inclinó su cabeza confuso.

"Dijiste..."

"Ya lo sé, pero si no nos vamos y vuelve ese guardia vamos a estar en problemas." Comencé a recoger mi ropa y vestirme. "Lo mejor es que no sigamos con eso... por ahora. Lo siento."
Me acerque a él para volver a abotonar su camisa, Satoru no dijo mucho, apartó su mirada con un puchero.

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⏰ Última actualización: Jan 06 ⏰

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