Otto, el hablador

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Un lunes 15 de junio del año 1998, en la oficina de un diario muy conocido de Buenos Aires, todo el mundo comentaba el partido que había ganado Argentina contra Japón el día anterior. Pero los dos mejores empleados, Dante y Otto, trabajaban haciendo redacciones para la publicación del día siguiente. Ellos sentían indiferencia por el fútbol, ni siquiera veían los mundiales.

Estando los dos callados, Dante tuvo ganas de conversar; pero, en un principio, no se atrevió. Otto tenía problemas para dejar de hacerlo una vez que empezaba.

Al fin, el primero rompería el hielo usando el tema de las vacaciones que, por cierto, estaban muy alejadas aún. Ambos eran de esos que extrañan el calor cuando hace frío y el frío cuando hace calor. Esas contradicciones formaban parte de sus características. Hay mucha gente así en el mundo.

El problema iba a ser que Otto no lo dejaría hablar tranquilo a su compañero.

Dante empezó:

-Che... con respecto a las vacaciones quería preguntarte...

-En las vacaciones voy a ir a la costa -sentenció Otto súbitamente sin darle oportunidad a su compañero de terminar la pregunta.

Dante odiaba cuando Otto le cortaba las frases; este tenía la voz fuerte y era muy extrovertido. Además, tenía la costumbre de sacarse los zapatos en el trabajo y eso daba mal olor.

Era jetón y oloroso, pero era buen tipo, por eso Dante soportaba todo aquello. Entonces, siguió:

-Ahh... ¿vas a ir so...

-Obviamente. Estando solo, tendré la oportunidad de conocer gente nueva, y así, refrescarme de la que ya conozco -cortó Otto nuevamente y con jactancia.

En un principio, el interrumpido estuvo en desacuerdo con lo dicho, pero luego vio que el concepto no estaba tan errado. 

"La personas desconocidas le dan a uno la posibilidad de reinventarse. Eso es atractivo; el hecho de ser un completo desconocido, una página en blanco para cualquiera que no me conozca de antes", reflexionó para sí Dante.

La conversación siguió:

-Ahh... mira, ¿y cuánto tiempo tenés pensado...

-Voy a ir a cualquier parte de la costa -irrumpió nuevamente Otto sin esperar ni contestar la pregunta de su compañero-. Y como tengo pensado estar mucho tiempo, haré números callejeros de magia y humor para mantenerme; todavía no los pensé, pero van a estar buenos.

Dante había sido interrumpido nuevamente por su amigo. Haber comenzado la conversación había sido un grave error. Era imposible mantener una charla pareja con alguien así.

Aunque consideró lo escuchado. "Tomar una iniciativa así es difícil: irse solo y hacer números callejeros implica una gran aventura, mucho coraje, creatividad y talento. Una hazaña que solo puede ser lograda por alguien con disciplina".

Continuaron:

- ¿Y alguna vez hiciste algo as...

-Voy a hacer reír a la gente y esta me va a pagar. -Otto ponía cara de superado-. Y quiero alquilar una casa, porque los departamentos de la costa no me gustan.

De esa forma poco equitativa prosiguió la conversación:

-Bien... bueno... habría que ver si...

-De día voy a estar en la playa y voy a hacer surf. Me gusta el surf. De hecho, hoy, cuando salga del trabajo, me voy a comprar un traje para eso.

Dante hacía esfuerzo para imaginárselo a Otto practicando ese deporte. El estado físico de su amigo era malísimo; su vida era sedentaria y se la pasaba comiendo.

Intentó hablar de nuevo:

-Claro... bueno...ojal...

-El surf es lo mío. Tengo que averiguar cuál es el mejor balneario para practicarlo.

En ese momento Dante se acordó de algo:

-Si mal no recuerdo, hay un lugar que...

-Y a la noche voy a ir a los boliches. La idea es conocer mujeres para salir; aunque solo para las vacaciones.

Su compañero estaba peor que nunca.

Intentó de nuevo:

-Está bien... si... Además...

-Porque así iría al cine acompañado... Sería aburrido ir solo... Pero te cuento: Prefiero las relaciones cortas, soy difícil de engancharme con alguien. Solo necesito una mujer que me acompañe para ver películas.

Ya cansado de tantas interrupciones, Dante cerró los ojos y preparó lo próximo a decir:

-Claro... Bueno... este verano había pensado invitarte a Córdoba, vamos a ir con los chicos en el auto... Pero bueno... si no podés, vemos otr...

-Dale, perfecto. Vamos. Vas a ver que no jodo para nada y, si querés, puedo ir atrás en el auto... ¡Qué bueno! Entonces voy a dejar lo del surf para el año que viene.

-Bueno -dijo Dante con poca convicción.


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