Dicotomía

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Un grupo de exploradores aterrizó en un planeta de una galaxia de otro cuadrante del espacio. Donde lo bueno era muy bueno y lo malo muy malo.


Algunas características del lugar: la gravedad atmosférica era similar a la de nuestro planeta, los árboles crecían hacia arriba, las cosas caían hacia abajo, las chicas daban poca bola, había varias horas de día y otras varias de noche. Todo era parecido, aunque no igual... Valdría decir: semejante.

Ahora sí. Algunas cosas eran raras de verdad... y muy simples también: los colores en la naturaleza no se mezclaban. Habían tonos claros u oscuros; existía el blanco, pero este no aportaba en los demás. Por ejemplo, y además, así como la palabra "marrón" es una sola, el color al que hacía referencia también era uno.
De día el cielo era blanco o azul; de noche, negro. A los pastos se los veía verdes y ya; no existían hierbas verdosas o amarronadas. Todo era absoluto, nada se mezclaba... Como si el mundo estuviera pintado con los colores de un manual de primaria.

También. Cuando hacía frío..., hacía frío... ¿Qué quiero decir? No existían varios de estos señores (fríos); el frío era uno solo y era siempre el mismo: en dos días fríos consecutivos se experimentaba...frío... Y cuando hacía calor, hacía calor; ni mucho ni poco. El calor era uno. Y este paseaba por todas sus jornadas calientes con la misma temperatura. Por esta razón es acertado decir que, cuando uno salía afuera, sentía frío o calor, pero jamás un clima templado o fresco.

En cuanto al grupo de exploradores, a media que pasaban los días, hubo desacuerdos en la alimentación. Algunos prefirieron vegetales; otros, la carne de los animales del territorio.

Por alguna extraña razón (o no tanto...En realidad sí... Sí tanto, porque era extraña esa razón) no existía la posibilidad de dietas variadas; si se elegía comer carne, esa era la única posibilidad válida; si otros elegía vegetales, esa era la otra única posibilidad válida para esos. La mente de cada grupo parecía impregnarse del absolutismo cromático del paisaje.

Para el grupo vegetariano comer carne significaba comer el sufrimiento y la muerte de los animales cazados; eran contrarios a sacrificar seres vivos para llenar el estómago. Del otro lado, el grupo carnívoro veía con incredulidad al vegetariano conformándose con frutos y hojas.

Insisto, para los "come carne" la tendencia opuesta era poco práctica, ya que los "come lechuga" pasaban largas horas masticando verde para nutrirse. Además, afirmaban que los vegetales también eran seres vivos; por lo tanto, si ellos eran asesinos, los vegetarianos también.

Otra cosa (y jodida de verdad), más allá de las razones y tendencias, si en el grupo de gente "pro vegetal" a alguien se le ocurría comer una hormiga, era considerado traidor y se lo condenaba a muerte; y si en el "pro carne" otro se comía un solo pasto, también era considerado traidor y corría la misma suerte.

¿Cómo eran las muertes de los infractores? Los come carne que comían algo verde morían con una planta de lechuga en la boca; y los come hojas, que se tropezaban con alguna costilla de cerdo alienígena, les pasaba lo propio, pero con salchichas. Así de simple.

Así siguieron diferenciándose, hasta que, de tan diferentes, se hicieron enemigos.

El principio de la dicotomía dice que si algo es bueno, su contrario es malo. Si ser vegetariano era bueno, ser carnívoro era malo; y al revés.

Cada grupo se sentía bueno y pensaba al otro como malo, al punto de odiarse. Y cuanto más odiaban al contrario, más amor sentían por el propio. Como si todo fuera cuestión de compensaciones y sentido de pertenencia. Tendencias muy humanas si las hay. Se las puede ver en familias, escuelas, empresas y otros lados también... En cualquier grupo de individuos. Y el motivo culpable de tal polarización puede ser cualquiera; hasta el más insignificante. Se trata de dividirse en tribus, no importa si la razón es una estupidez.

Eligieron menospreciar y alejarse del contrario; la guerra era innecesaria. Había recursos suficientes para todos. El grupo vegetariano eligió estar en el valle y el carnívoro en la montaña. Con el tiempo, cada uno se dividiría en dos más pequeños.

En resumidas cuentas, de dos grupos se hicieron cuatro.  Los cazadores se subdividieron en dos tendencias opuestas: ir en busca de los animales a cazar; ya sea con boleadoras, arcos y flechas (lo único disponible); o hacer trampas para que los animales caigan solos. Una forma era activa, e implicaba ir por la comida; la otra pasiva, e implicaba hacer trampas y esperar. Ninguna inclinación podía convivir con la otra. Si se adoptaba una modalidad, se desechaba la otra.

Según nuestro principio de la dicotomía, para los que iban por sus presas, eso era bueno; entonces, hacer trampas era malo. Y para los tramperos, hacer trampas era bueno, entonces, ir por las presas era malo.

Por alguna extraña razón se encontraban incapaces de ver las dos formas como buenas o complementarias. Bien pudieran usar una u otra, según los requerimientos y las circunstancias; pero eso, para ellos, era inaceptable. Por consiguiente, cada grupo quería al contrario lejos de su territorio.

Dentro de los vegetarianos también hubo división: los ovo vegetarianos, que agregaron huevos a su dieta; y los veganos estrictos, que prescindieron de huevos y lácteos... Ni nada derivado de los animales. El ovo vegetariano decía que el vegano estricto se alimentaba mal, ya que no absorbía las proteínas del huevo. Y el vegano sentía arcadas al ver al ovo comer aquel alimento, y le consideraba asesino, ya que aquel huevito habría sido un pajarito o gallina salvaje (o no tan) de ese mundo misterioso, de no ser por la intervención despiadada de aquel "come huevos infernal".

Así pues, en el seno de cada subgrupo surgía la intransigencia a los hábitos del otro, por lo cual fue necesario, nuevamente, disgregarse e irse a otro lugar; unos cuantos kilómetros, de manera de no molestarse.

Todo estuvo bien durante muchos meses (aunque en ese planeta no había meses, había árboles); el territorio era grande y podían separarse los kilómetros que desearan. Pero pronto se darían cuenta de algo terrible. Tan terrible como pavoroso...O tremebundo.

El planeta estaba dominado por una especie de humanoides violentos, quienes deambulaban en grupos de a quince. Al respecto, estos también, cuando andaban de a unos cuantos, el número era siempre quince. No existían parejas, tríos o quintetos. O andaban solos o de a quince... Cosa rara si las hay.

Estos salvajes encontraron y eliminaron a los grupos visitantes uno por uno. Los humanos perdieron; primero, por el factor sorpresa; segundo, por estar separados. Los otros eran violentos e inescrupulosos.

Si los primeros hubiéranse tolerado a pesar de las diferencias, probablemente habrían triunfado.

Pasa, señores, que el humano tiene la característica de separarse y debilitarse... Es incorregible. Es por eso que yo me hice alienígena.

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