La semana de clase fue dura, pero aún así, el fin de semana no tardó en venir y yo decidí ir a casa. Como de costumbre, papá no estaba este, probablemente había salido a un viaje corto con algún fin, pero no dijo nada, sólo dejó dinero en la isla y se fue.Pensé en que podrían quedarse a dormir mi grupo, Charlotte había ido a casa de una amiga a dormir y Wilbur no molestaría, así que contacté con las chicas y comencé a limpiar la casa.
Wilbur estaba sentado en el sofá jugando a la play.—¿Podrías mover el culo y ayudarme? Estaría bien.— hablé mientras pasaba el paño húmedo por los cristales de la cocina.
—Vienen tus amigas, no los míos.— sus palabras tenían un tono cansado, como si hubiese hecho algo.—Bueno, de hecho viene Jacob.—
No quise decirle nada por cómo podría salir mi tono de voz, tal vez algo ilusionado o sorprendido. Asentí mientras que Wil giraba la cabeza para verme.
—Te ayudo con una condición.— se levantó del sofá pausando antes el juego, paseando hasta aquí.—Págame 50 dólares.— fruncí el ceño mientras que abría la boca, aún sin decir nada.
—¿Para qué quieres 50 dólares?— fue lo único que dije.
—Para pillar, ya sabes...Si viene Jacob y no está papá es para pasárnoslo bien, no para ver películas de princesas y peinarnos el pelo mutuamente.— rodé los ojos y dejé el paño en la pila, lavándome las manos y secándolas en la falda antigua que llevaba, me negaba a manchar alguna otra prenda de ropa.
—Pues coge de tus ahorros.— arreglé mi pelo en una coleta rápida y Wilbur negó con rapidez.
—Papá tiene mis ahorros contados.— solté un suspiro profundo y miré la casa, estaba hecha patas arriba. Los sofás estaban desorganizados, el suelo sucio y todo esto había sido provocado por la pequeña.
—Solo porque estoy desesperada, no te acostumbres a esto.— cogí de mi bolso el monedero y saqué un billete de 50.—Ahí lo tienes.—
Wilbur lo metió en su bolsillo y cogió el móvil con velocidad. Probablemente hablaría con Jacob para ponerse de acuerdo a algo, pero minutos después se puso a limpiar conmigo la casa. Me dediqué a mirar que alimentos habían en la despensa.
—Ayer me encontré con Rafe.— la voz de mi hermano resonó por la casa, pero no le presté atención a lo que decía.
—Me da igual.— dije con desinterés mientras que buscaba que hacer para comer, tenía que ser algo que no fuese a ensuciar mucho.
—Me dijo que quería hablar contigo.— saqué paquetes de lechuga de la nevera y algo de pechuga para poder hacer una ensalada César.
—Me da igual.— repetí inconscientemente, realmente no lo estaba escuchando, pero supuse que no sería importante.
—Mamá se va a casar pronto.— me giré y dejé los alimentos sobre la mesa.
—Me da ig...¿Lo dices enserio?— dije sorprendida ante lo que había dicho, hacía bastante que mamá no encontraba el amor, y no se casaba por casarse.
—¡Ahora me escuchas! Pero sí, de hecho se van a mudar a Los Ángeles también.— entendí que era con el italiano que había conocido en su viaje a Venecia, eso también significaba que conocería al famoso hijo en un futuro.
—Me alegro por ella, ahora, voy a hacer la comida.— dejé los cuencos sobre la mesa y Wilbur dejó de barrer.
—Me niego a comer ensalada otra vez más.— su voz pedía ayuda y su cara era de súplica. Parecía que lo iban a torturar.—Pediré comida.—