୨ xxx. cámara lenta ୧
GRACIAS A la victoria de España pudimos salir de fiesta, pero no solas, sino con los diversos equipos que habían disfrutado de la victoria del país. Aunque Portugal hubiese perdido, Joao lo había visto como una manera de distracción, por lo que lo vi como una oportunidad para conversar con él. Antes de llegar al recinto, retoqué mi pintalabios y mi perfume mientras mi amiga miraba divertida la situación.—Ya sabemos que quieres tirarte a Joao, pero relaja, vas genial. —sonreí lanzándole un beso. Agarré con fuerza mi cartera caminando hacia donde estaba el seguridad, de brazos cruzados y mala cara. Cuando nos preguntó el nombre, dejé que mi amiga que controlaba el tema, hablase. No fui difícil entrar, sólo vio que aparecíamos en la lista.
Lo primero que hicimos nada más cruzar la puerta negra fue ojear un poco la sala. Las luces de colores eran predominantes, además del sonoro reggaeton. No sabía cuánto había pasado desde que comenzó la diversión, pero la gente ya iba borracha y ladeándose por los rincones. Sabíamos que nosotras seríamos las siguientes, así que comenzamos a beber chupitos, y más rápido de lo que yo pensaba, una ronda se convirtió en unas cuantas más.
—Vamos con ellos. —ahí estaba Joao con un grupo de chicos que eran de la selección española, ya que estaban divirtiéndose entre el portugués, que tenía un semblante algo serio. Parecían conocerse por cómo hablaban entretenidamente y con confianza. No me negué en ningún momento, simplemente caminé con mi amiga y un poco de confianza de nuestro lado.
—¡Buenas! —mi amiga alargó la «s» final con un poco de carisma, y los chicos parecían encantados por su presencia.
—Uy, no sabía que estabas en Alemania. —un chico de cejas gruesas y sonrisa perfecta habló mirando a mi amiga, y luego me miró a mí.—y menos con visita. —sonrió de una manera que hizo erizar mi piel, cosa que provocó que un pequeño interés en mí se despertara.
—Alejandra, un gusto. —moví mi mano hacia delante con intención de saludarlo, y mientras esto ocurría, Joao nos miraba de reojo esperando a que la situación acabase, parecía ansioso.
—Pedro, pero llámame Pedri. —se levantó sujetando mi mano para luego darme dos besos en las mejillas. Aún yo con tacones, él media un poco más que yo, pero no se comparaba con la diferencia que me llevaba el portugués.—Un placer. —llevaba unas copas de encima, y se notaba por su manera de hablar, pero aún así parecía estar consciente de lo que hacía.
Esta vez se levantó el castaño para saludarme, colocando su mano en la zona baja de mi espalda y dándome un abrazo, parecía más confiado que las últimas veces que nos habíamos visto.
—Pensaba que no me ibas a saludar. —susurró en mi oído con un tono de voz distinto al que solía usar normalmente. A mi parecer, tenía una sonrisa burlona una vez separé mi rostro de él para poder verlo mejor.