-Daph.-
Todo estaba siendo tan confuso, lo que había pasado ayer. Juro que por un momento mi alma salió de mi cuerpo, pero hubo tanta paz dentro de mí, quería volver a sentirlo.
-Daphne.-
Esa sensación por ver la libreta. Todo eran tan irreal, que no me dejaba respirar tranquila.
-Daphne Ward, te estoy hablando.- Volví a conectar con mi realidad y ahí estaba Raphael, mirándome molesto. -Llevo siglos hablándote, ¿Estás bien?-
-Perdón, estaba pensando en otras cosas. ¿Qué pasó?-
-Te estaba diciendo que hoy no tenemos taller, estaba pensando si quería salir a comer algo.-
-Me encantaría.- Levanté mi mirada hacia él y algo llamó mi atención, sus ojos habían cambiado a un color miel, tan intenso como el mismo sol.
-¿Traigo algo en la cara?.-
-Tus ojos, parece que cambiaron de color.- Solté sin más.
-Estás loca, siempre tengo los ojos así.- Dijo riéndose.
-No, tú tenías los ojos cafés, ¿Qué te pasó?-
-Son pupilentes, encontré un descuento en una óptica, y aprovechando, les dije que le pusieran aumento.-
-Pues se ven bastante reales.- Dije, mientras me intentaba acercar a él.
-Ve.- Con cuidado metió su mano a su ojo y removió con cuidado la pupila, eran pupilentes, pude ver el café tan característico de él. -No hagas deducciones locas.-
-Perdón, tuve una noche un tanto pesada.-
-Uh, ¿Quieres contarme?-
-Sí, necesito desahogarme.- Tomé un suspiro y me acomodé para hablar. -Creo que ayer hablé con un fantasma.-
La carcajada de Raphael no se hizo esperar, y eso me hizo sentir tan miserable.
-¡Oye! Esto es serio.-
-Perdona, es que me sacó de control lo que dijiste. Ahora ya, ¿Por qué dices que hablaste con un fantasma?.-
-Pues...-
Antes de poder seguir hablando, alguien interrumpió acercándose a nuestros asientos.
-Hola, ¿Me puedo sentar con ustedes?-
Raphael y yo volteamos hacia la persona y los dos nos quedamos atónitos, era Alejandro, viéndonos con una sonrisa.
-Pero por supuesto.- Dijo Raphael con una sonrisa de oreja a oreja. -¿A qué se debe tan amabilidad?-
-Rapha.- Dije en un susurro, apretando un poco de su hombro.
-Bueno, tengo que hablar con Daphne.- Raphael asintió y me dio un pequeño empujón. -Es sobre lo de ayer, lo del teléfono.-
-No te preocupes, compraré otro después, no hay prisa.-
-No hace falta.- Puso su mochila en la mesa y sacó una caja. -No sé mucho de teléfonos, pero espero que este te sea funcional.-
-Gracias, pero no puedo aceptarlo.- Los latidos de mi corazón empezaron a retumbar con fuerza, y parecía que Alejandro los sentía.
-También fue mi culpa que perdieras tu teléfono, acéptalo. Por favor.-
-No puedo, debió de ser muy costoso, y me apena mucho.-
-Nada de penas aquí.- Intervino Raphael en la conversación. -El guapetón te lo está dando de buena fe, dale un voto de confianza.-
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Latidos
VampireDaphne tendrá que adaptarse a su nuevo hogar fuera del orfanato y a los habitantes, pero no podrá dejar de sentir una extraña sensación de desconfianza y miedo a la vida que tendrá en el pueblo, lo cual aumentará conforme descubre la realidad de "A...