Después de días de espera, llegó finalmente el momento: ir con Alejandro. Estaba emocionada, así que decidí prepararme desde temprano.
Me me bañé con agua caliente. Luego, pasé un buen rato en mi armario, eligiendo el conjunto que mejor me quedaría.
Finalmente, elegí un vestido que combinaba perfectamente con unos zapatos blancos, acomodé el cabello en una trenza sencilla.
Después de mirar por la ventana y darme cuenta de que el día estaba un poco nublado y fresco, decidí cambiar mi conjunto.
No estaba segura de cómo estaría el clima en el bosque, así que opté por un pantalón térmico y una chamarra del mismo color.
El pantalón me mantendría abrigada en caso de frío, y la chamarra era lo suficientemente liviana para que no me resultara incómoda si el día se calentaba.
-Perfecto.- Pensé, mientras me observaba en el espejo. -Así estoy lista para cualquier cosa.-
Bajé de mi habitación y me dirigí a la cocina para prepararme algo. Tenía muchas ganas de un jugo de naranja, coloqué dos rebanadas de pan en el tostador y las esperé hasta que estuvieran crujientes y doradas.
Cuando estuvo listo, lo unté con mantequilla y mermelada de fresa, y lo disfruté junto con mi jugo.
Mientras comía, Michael entró a la cocina y me preguntó: -¿A dónde tan arreglada?.-
Le sonreí, un poco incómoda. -Voy a salir con Raphael, estamos haciendo un proyecto final para la clase de modas, nada en especial.-
Michael me miró con una sonrisa sospechosa. -¿Estás segura de que solo es un proyecto?.-
Me ruboricé, así que me volteé. -Claro que sí, Rapha solo un amigo. No hay nada más entre nosotros.-
Michael se rió. -Bueno, te creo, pero recuerda que siempre estoy aquí para protegerte.-
Le devolví la sonrisa y me sentí aliviada. Después de terminar, agarré mi mochila y salí de casa. Me dirigí al bosque a paso apresurado, emocionada por la cita.
Al llegar, me detuve un momento para admirar su belleza. El sol se filtraba a través de los árboles, creando juegos de luz y sombra en el suelo.
Empecé a escuchar el sonido de un motor a lo lejos. Cuando el ruido se volvió más fuerte y llegó cerca de donde yo estaba, vi a Alejandro estacionando su camioneta.
Cuando se bajó, me sonrió y dijo: -Espero no haber llegado tarde.-
Yo también sonreí, encantada de verlo. -No te preocupes, llegaste a tiempo. Acabo de llegar también.-
M me sonrió y caminó hacia mí. Sintiendo el calor que desprendía, mis emociones se pusieron en alerta.
Me miró a los ojos con intensidad. -Daph, he visto que muchas veces estás en la biblioteca buscando información sobre vampiros.-
Me quedé callada, sin saber qué decir. Al mismo tiempo, él sacó un libro de su chaqueta y me lo entregó, diciéndome: -Este libro es de mi familia, pero me encantaría que tú lo leyeras.-
Mientras tomaba el libro, sentí sus manos heladas, a todo lo contrario del calor que yo estaba experimentando.
Sin poder contener mi emoción por el regalo, le dije: -¡Dime dónde lo conseguiste! ¡Es increíble!.-
Él se rió y respondió: -No lo sé con exactitud. Lo encontré en la estantería de mis padres, me pareció interesante y lo traje aquí.-
Me di vuelta el libro en mis manos, examinándolo detenidamente. Luego levanté la mirada y le dije en tono jocoso: -¿Los italianos creen en vampiros?.
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Latidos
VampireDaphne tendrá que adaptarse a su nuevo hogar fuera del orfanato y a los habitantes, pero no podrá dejar de sentir una extraña sensación de desconfianza y miedo a la vida que tendrá en el pueblo, lo cual aumentará conforme descubre la realidad de "A...