Murmullo

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Habían pasado dos semanas y media desde el incidente. Raphael había aparecido en algún momento durante esas dos semanas y, para mi tranquilidad, no sufría más que algunas lesiones.

Cuando vi la fecha en mi celular, me di cuenta de que era hora de regresar a clases.

Me desperté a tiempo, tomé una ducha y me vestí rápidamente. Al terminar de arreglarme, bajé a la cocina para preparar mi lunch.

La luz de la mañana se filtró a través de la ventana y vi la hermosa panorámica desde mi ventana. Era el momento para regresar a la normalidad.

Michael apareció en la cocina. -¿Segura que ya debes de ir?- Me preguntó.

Levanté mi taza para tomar un sorbo y dije: -Sí, hay que retomar la rutina. Llevo dos meses encerrada y estoy ansiosa de regresar a mis clases.-

Con una sonrisa, Michael se acercó a mí y me entregó las llaves de su auto. -Mira, toma. Lo harás bien.-

Tomé las llaves, un poco sorprendida. -Gracias. Eso es muy amable.-

-Solo tengo una condición para que puedas usar mi auto.-

-Lo sé.- Lo interrumpí antes de que terminara. -Si mi cabeza empieza a doler, tengo que llamarte enseguida.-

-Exacto.- Respondió con una sonrisa.

Con mi mochila colgando del hombro, me dirigí a la puerta. Miré hacia atrás para despedirme. -Gracias otra vez, Mike. Te cuidas mucho.-

Mi tío me contestó con una gran sonrisa. -Tú también, Daph.-

Al entrar en la escuela, me pareció que la alegría volvía a estar presente

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Al entrar en la escuela, me pareció que la alegría volvía a estar presente

Dejé mi mochila en mi casillero, disfrutando del conocido sonido de las risas y conversaciones de mis compañeros. Era reconfortante estar de regreso.

Al cerrar el casillero, miré hacia fuera y descubrí a Raphael en el corredor, a solo unos pasos de distancia. Sin pensarlo dos veces, corrí hacia él y me abracé con fuerza.

-¡Rapha!.- Exclamé con una sonrisa. -Estoy tan feliz de verte.-

Raphael se rio y me retribuyó mi abrazo. -Daph, ojo con la fuerza. Pero estoy muy feliz de verte-

-Lo siento.- Aún riendo, dije: -Estás igual de sarcástico que antes.- Nos miramos y aún seguíamos riendo.

-Adelante.- Dijo, dándome una palmada. -Estamos de regreso a la rutina. ¿Vamos a clase?.-

Nos dirigimos hacia nuestra primera clase. Pero cuando abrimos la puerta, todo el salón quedó en silencio, y todos los ojos se fijaron en nosotros.

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