capítulo 19. Planes

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Gea


Mis tacones resuenan por el oscuro pasillo mientras avanzo. Mikhail va tras de mí, parece un armario trajeado. Me freno en seco cuando llegamos hasta la puerta y el grandullón que me seguía avanza y la abre para mí. Doy un par de pasos en el interior y lo primero que encuentro es un enorme espejo ovalado que refleja a una mujer que no reconozco.

Como odio el pelo castaño.

Me saco la chaqueta y la lanzo sin ningún cuidado para que la mole tras de mí la cuelgue en alguna parte. Mikhail alarga el brazo con rapidez, impidiendo que la prenda llegue al suelo, sabe perfectamente que si hubiese dejado que tocase el suelo de cemento lo habría castigado, aunque sé que le gusta que lo haga.
Cojo aire y lo retengo unos segundos hasta que lo expulso por la boca.

Estoy lista.

Dibujo una sonrisa en mi cara y mis tacones vuelven a golpear el castigado suelo de cemento.
Mientras avanzo por la sala, decidida y con la cabeza bien alta, seguida por esa mole rusa, algunas miradas se clavan en mí. Varias mujeres, en ropa interior, cuentan billetes y los guardan en bolsas, etiquetando todo cuidadosamente mientras mis soldados se las comen con los ojos y controlan sus movimientos. Todas estas personas me conocen, pero en realidad no tienen ni puta idea de quién soy, y, por supuesto, yo tampoco sé quiénes son ellos.

Me importa una mierda.

Solo son hormiguitas dentro de un terrario, un terrario controlado por mí.
Después de todo lo que me liaron los malditos Stone tuve que movilizarme con rapidez. Me di cuenta a tiempo, gracias a mis hombres, de que esa tal Kayla Stone había conseguido mi IP y había seguido el rastro, había tirado del jodido hilo hasta la anterior ubicación. Eso me costó tiempo y, sobre todo, dinero. Así que la muy zorra se me había metido entre ceja y ceja.


Y que decir que Evander... maldito hijo de perra.


Encima habían tenido las pelotas, no solo de intentar joderme el negocio, sino de matar a uno de mis hombres en nómina más antiguos. Puede que Hook no fuese el más leal, tampoco era el más cuerdo, pero en este estilo de trabajo. ¿Qué más se puede pedir? Él era como un perro callejero al que había decidido adoptar, dispuesto a morder hasta donde le dieses y si podía coger de más... también lo hacía.
Hook era un hijo de puta retorcido, pero era MI hijo de puta retorcido. No tenían ningún derecho a matarlo. Me cabreé mucho al saber lo que le había ocurrido y solo me alegró un poco el enterarme de que la hija de Kluge se había quedado imbécil para toda la eternidad.

El caso es que por culpa de esta familia la policía había comenzado a meter las narices donde no debían, y eso que ya habia sacado a los del FBI del medio hacia algún tiempo. Eran como malditas moscas cojoneras. Eso fue culpa de Malcolm Stone y sus putos contactos con la ley.

Es que ninguno de esos cabrones es bueno para mi negocio.

Y yo solo mando en uno de los sectores, en una zona concreta, así que no podía coger y largarme como si nada dejando todo a otro maldito capitán. No iba a destrozar mi vida entera, todo lo que había logrado, solo porque unos niñatos con recursos fueran a por mí. Iba a defender lo mío con uñas y dientes, como una leona, no iba a dejar que cualquier idiota me quitara del medio y otro se quedara con lo mío, con mi negocio y mi forma de vida. Con lo que me había costado llegar hasta aquí.

Yo sí que soy una mujer empoderada, ¡coño!

Debí haber acabado yo misma con la vida de Evander cuando era un niño. Fui una estúpida, una blandengue en ese momento, pero si lo hubiese hecho nada de esto habría ocurrido y yo no tendría que usar una prótesis de nariz ni esta maldita peluca castaña para ocultarme.

Llego hasta la puerta donde un par de hombres la guardan. Carraspeo para que alguno de ellos la abra por mí, no pienso tocar un sucio pomo de la puerta de una nave industrial, aunque se trate de algo mío. Cuando uno de ellos se da por aludido y la abre no tardo en entrar a mi despacho.
La nueva ubicación no me gusta nada, demasiado grande para mi gusto, demasiado abierta.
Avanzo hasta sentarme en mi sillón seguida de nuevo por el grandullón, que se queda guardando la puerta sentado en un sillón que elegí solo para él.

I'm not a fuck boy ( no soy un fuck boy) #Stone2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora