TN era una princesa de larga melena rubia, fue encerrada en una torre por sus padres desde que tenía 12 años, estaba por cumplir los 18, llevaba esperando por un príncipe que la sacara de ahí.
A veces imaginaba como seria él, tal vez rubio o castaño, francés o latino, alto y valiente, que le dedique hasta las que no son canciones. A un hombre.
Mientras la rubia cepillaba su largo cabello, una joven veía la torre desde abajo, su primera opción fue gritarle a la morra y que se lance o subir, prefirió la primera debido a que si se lanzaba la princesa la iba a aplastar viva. Agarro dos flechas y subió.
El pinche balcón estaba más cerrado que un fundillo de virgen, entonces agarro las puertas y la zangoloteó haciendo ruido para que le abriera. Y lo logro.
TN la dejo entrar, aún tenía su casco de armadura y su voz estaba ronca de que no había tomado agua.
La rubia la abrazo y empezó a agradecerle, todo con pronombres masculinos, la pobre ya harta de la confusión la aventó al sillón acorralándola.
--- "Me llamo E-li-sa, soy mujer" --–, se quitó el casco, dejando ver su rostro sucio y cabello graso de lo que le llevo llegar a la torre. – "¿Estas bien con ello?" –-.
TN olfateo un poco y se tapó la nariz, alguna vez han pasado enseguida de un basurero lleno, bueno olía a tres en línea. El sudor, sangre, incluso vomito, olía a mierda, y para alguien que no había estado tan cerca de otro ser humano.
--- "Estoy bien con que seas un bolillo, ¡pero hueles horrible!" ---, empezó a jalonear sus brazos, tratando de sacarla de encima de ella, antes de que vomite.
Elisa se dio un baño a petición insistente de la rubia, había botellas infinitas de shampoo vacías, imaginaba que tener el cabello corto era un martirio, pero al parecer el cabello horriblemente largo era peor aún.
Tras un baño rejuvenecedor, salió con el cabello mojado, el pecho vendado y la toalla en su cintura. Había tomado por sorpresa a su princesa, al ver como se había sonrojado con tanta intensidad. Ahora si se la quería besar.
TN estaba en su cama, leía un libro sobre antologías de poesías, al verla por arriba de las páginas, sintió como llorada... de abajo. Damn, solo imagínenla ahí parada. Parecía que hablaba de algo, pero la rubia no parecía prestarle ni un pizca de atención.
--- "Oye linda, deja de mirarme así, ¿tienes ropa o no?" --- tomo los tobillos de la chica, haciéndola salir de sus pensamientos, --- "si tan hambrienta estas, cómeme, a eso vine" ---, se aproximó a subirse sobre ella.
Empezaron a rozar sus labios, era como un método de provocar a su caballera, era tan punzante la sensación de tenerla en sus brazos, besarla y tal vez algo más. La rodilla de Elisa estaba reposando en la intimidad de la dueña de la torre.
--- "Pensé que querrías casarte antes de dar tu florecita" ---, ríe en burla, dejando besos en su cuerpo ahora descubierto.
Llego en medio de ambos muslos, para después darles un poco de amor, la rubia había trenzado su cabello horas antes, estaba agradecida de hacerlo, así que solo lo acomodo dejando a la pelo corto hacer lo suyo.
Después de estar haciendo diferentes posiciones, ambas se dejaron caer en la cama, cansadas, estaban destinadas a estar juntas, desde sus cuerpos hasta su destino. Elisa estaba agradecida de haberle dicho a aquel caballero que la dejara revisar, para si aún seguía la princesa ahí.
Y el pobre chico, aún seguía esperando la señal de la chica...
