Xie Lian había vuelto a su morada, en ese momento solo había encontrado una cueva húmeda y vacía para dormitar, aún no era muy bueno para estar en el mundo mortal, su destierro no tenía más que un par de décadas y su constante educación como príncipe no le había ayudado en lo más mínimo.
Había recolectado algunas frutas jugosas que le ayudaban a mantener el estómago tranquilo, pero no esperó que unas cuantas le causarían estragos en el cuerpo casi como si estuviera muriendo. Le dolía el estómago, apenas podía mantenerse despierto mientras se retorcía de dolor estando entre las piedras que habitaban junto con él. Gritos ahogados escapaban de su garganta, sabía que no podía morir, pero eso no hacía más sencillo ese punzante recuerdo de que no debía ser tan confiado al tomar cosas de la naturaleza misma.
La fiebre iba aumentando y sus ojos iban nublándose por el esfuerzo de su organismo por revocar todas las toxinas hasta volver a la normalidad, pero su mente no pudo tolerarlo más y cayó en la inconsciencia, solo recordando una sola voz.
— Xian Le, esto es lo que has decidido para ti, pero no olvides mantenerte en contacto conmigo.
— Mi señor...
Los ojos como el topacio se cerraron de golpe, pero el sopor llegó con el suave aroma del incienso y el dulzor de las ciruelas que siempre había en el palacio del reino de Xian Le. En él, un pequeño príncipe andaba por todo el sitio de la mano de su padre y su madre mientras se encaminaban al más ostentoso de los templos en los alrededores.
— Hijo mío, él es el Gran Dios Marcial, tu padre y yo solicitamos sus dádivas para ti desde que naciste.
— Xie Lian, él es el ejemplo que puedes seguir para el uso de las armas, pues es el más poderoso empuñando una espada.
Taizi Dianxia abrió sus labios con gran asombro, esa figura no solo poseía un arma, tenía varias a su alcance con las que seguro podía dominar una batalla y eso aceleró el corazón del castaño. Se acercó aún más a la figura para ver cada detalle tallado en ella y encontró que no solo podía ser un guerrero excelente, sino que la belleza de aquel hombre debía ser exorbitante, mucho más de la que todos decían que él mismo poseía.
— ¿Gran Dios Marcial?
— Así es, hijo mío. El Emperador Celestial es conocido así, aunque su nombre es Jun Wu. Siempre que necesites algo, tus plegarias deben ir dirigidas hacia él, seguro te escuchará.
Nuevamente la expresión de Xie Lian era de admiración pura, por lo que en lo que le restaba de vida en el mundo mortal, no dejaría pasar ninguna semana sin ir al encuentro con ese hombre que había robado su atención, ya que no solo observaba la figura tallada, sino también le demostraba su avance con el arte de la espada en cada momento, tal como si estuviera observando.
Una punzada de dolor nuevamente hizo que el dios desterrado se quejara, intentaba aferrarse a lo que encontrara en su camino, pero su rostro solo rozó con la tierra debajo volviendo la escena aún más lamentable. Sin embargo, en la mente de Xie Lian solo vino otro momento, ese en el que había visto por primera vez a Jun Wu antes de su ascención.
— Cuerpo en el abismo, corazón en el paraíso.
Esas únicas palabras venían a su memoria en un recuerdo fragmentado, pero recordaba la sonrisa de ese cultivador que después tomó la forma de un hombre enfundado en una bella armadura blanca y quiso seguirlo para agradecerle toda su guía, a pesar de que no supiera quién era él, Jun Wu estaba tatuado en su corazón, pero no fue capaz de alcanzarlo.
Sofoco, si, justamente eso sentía el castaño al no haber hablado con el dirigente de los cielos, pero se combinaba con su pequeña muerte en vida, lo que lo hacía jadear pronunciando solo un par de palabras mientras su inconsciencia lo llevó hacia otro momento.
— Mi señor...
Era toda una locura en la Capital Celestial, un príncipe había ascendido haciendo un desorden sin igual en los palacios de todos los dioses, nadie había tenido tanto poder hasta ahora, por lo que causó revuelo y júbilo en todos los que lo recibieron. Mu Qing y Feng Xin iban con él a todos lados, siguiendo instrucciones hasta que fue llevado al Salón Shenwu para ser nombrado dios marcial.
No todos obtenían algo así, no obstante, Xie Lian era sin duda privilegiado, por lo que el Emperador lo llamó de inmediato para asignarle un puesto de alto rango dentro de los pocos que podían entrar a las reuniones de máximo nivel.
— Lo conoceré...
— ¿Dianxia? ¿Qué está murmurando?
— Nada, solo estoy un poco nervioso.
Aunque Feng Xin siempre tenía paciencia con el castaño, Mu Qing solo puso los ojos en blanco restándole importancia a las palabras de aquel a quien servía.
— ¿No se supone que eres tú el elegido por los cielos?
— Eso... No lo sé...
Las puertas del salón se abrieron y todos los ojos cayeron sobre los que estaban llegando, Xie Lian se mantuvo tranquilo ante ellos, pues siempre había sido un príncipe con todo su orgullo y fuerza de su lado, pero cuando su mirada llegó al frente y vio a Jun Wu, sintió que sus piernas flaqueaban, aunque hizo un esfuerzo por no representarlo, solo hasta que llegó cara a cara con él fue que permitió a su cuerpo relajarse un poco sabiendo que no caería.
— Xian Le, bienvenido.
— Gracias, Su Majestad.
— Dentro del salón podrás observar a muchos de los oficiales celestiales más fuertes, tomándoles años el ascenso a este lugar. Sin embargo, tú has demostrado una destreza sin igual en el mundo mortal, por lo que necesito que formes parte de esto.
— Si, mi señor.
La sonrisa calmada de Jun Wu provocó un vuelco en el corazón de Xie Lian que solo respondía con pequeñas frases para evitar mostrar su nerviosismo ante aquel rostro hermoso que lo observaba minuciosamente.
— Xian Le es un buen título para ti, espero que estés de acuerdo.
— Jamás pediría otro, muchas gracias.
Nuevamente la mente del dios agonizante saltó hasta los momentos en los que compartió con el Emperador una taza de té, cuando lo entrenó pacientemente para mejorar en las artes marciales y con el manejo de la espada, los regalos que le otorgó, pero sobre todas esas cosas, recordaba las sonrisas de Jun Wu, aquellas que lo iluminaban todo y sintió que su corazón se partía en dos.
Xie Lian despertó con el cuerpo adolorido sin saber cuántos días habían pasado, pero hubo algo extraño al levantarse del sitio donde estaba, vio que en su locura escribió el nombre del dirigente de los cielos en la tierra por lo que solo vio hacia afuera de la cueva con una sonrisa ligera.
— Perdón, pero no puedo llamarlo... Este Xian Le vivirá en paz pagando sus pecados, pero gracias por haberme dado la oportunidad de estar en la gloria y apoyar mi destierro, mi señor.
Imagen de inspiración: https://twitter.com/PinkscrapA/status/1724792568242913664/photo/1
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Escritos cortos TGCF
FanfictionRecopilación de textos que comparto por Facebook o WhatsApp inspirados en su mayoría por imágenes que encuentro en redes sociales y/o que mis amigas artistas realizan ♡ Se puede encontrar todo tipo de escritos, también hay que recordar que soy más d...