Xie Lian. Recordando a Fang Xin

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La tarde estaba cálida, caso contrario al corazón de Xie Lian que cada vez temblaba más como si la fría incertidumbre lo fuera cubriendo latido a latido. No le importaba su futuro, ni siquiera ser desterrado de nuevo ante las risas de otros oficiales, solo quería volver a verlo.

Los dados en su poder significaban todo para él en ese momento, los acunó como si se tratara del rostro del Rey Fantasma y luego los acarició entre sus dedos como desearía hacerlo con esas manos con las que había jugado días antes.

— San Lang...

Los ojos claros se cerraron ante una perspectiva egoísta del anterior príncipe de Xian Le, pues solo así se atrevió a llevarse los cubos a los labios para dejar un pequeño beso y sonrió tímidamente al pensar en el rostro que llegaba a su mente con esa acción.

Sin embargo, esa dulce miel se convirtió en hiel cuando observó su propia herida sangrante, suspiró profundamente y recordó aquel momento en el que hundió la espada negra en la carne del rey de Yong'An. La mente de Xie Lian se sentía como lija al no lograr procesar eso, había aceptado el peso de la culpa, pero jamás esperó ser descubierto por su antiguo alumno.

El escozor de las heridas viejas en el alma lo aturdieron, justo después de ser enterrado vivo había jurado no volver a matar con una espada, sin embargo, antes había quebrado reinos enteros ante sus imprudencias y decisiones insensatas.

El dios marcial suspiró apretando sus sienes, los ropajes oscuros de Fang Xin lo envolvieron todo en sus recuerdos y sonrió lamentablemente.

— ¿Quién diría que terminaría así?

Los dedos del castaño acariciaron el vendaje  manchado por su sangre y sintió que su corazón se aceleraba salvajemente, de nuevo subía por su garganta esa sed de matar.

Todos consideraban a Xie Lian el hazmerreír de los tres reinos, pero la realidad es que en el fondo de su alma siempre estaba latente esa locura al tomar una espada, por lo que su mano comenzó a temblar y tuvo que detenerla golpeando la mesa.

— Basta, nunca más.

Rouye se había mantenido quieto escuchando y percibiendo las emociones de su amo, por lo que comenzó a envolverlo dulcemente ante sus pensamientos.

— Ya sé... Sé que es mejor así.

Nuevamente tomó los dados entre sus manos y los soltó perezosamente para sacar sus famosos ojos de serpiente.

— ¿Qué pensarías de mí si supieras cuánto me emociona cortar la piel con el filo de una espada, San Lang?

La seda de damasco se enrolló en el cuello de Xie Lian para después silenciarlo al tapar su boca, lo que hizo reír al castaño, rindiéndose para recuperar su libertad.

— Es cierto, eso no es importante, he dejado eso para siempre... Un dios que ascendió por la flor y la espada y ahora no me queda ninguno, solamente la chatarra...

Imagen de inspiración: https://twitter.com/The_Plgrim/status/1732875677907451942?t=adfrISc9pwhTdP5rUr9L6w&s=19

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