Escritos cortos TGCF

JunHua. Nunca te dejaré solo

— Hua Cheng, Hua Cheng...

Alguien agitaba su brazo y lo llamaba una y otra vez, pero el Rey Fantasma seguía inmerso en sus pensamientos, con el odio recorriendo cada meridiano de su ser como si su propia energía quemara, así que le tomó tiempo recobrar sus sentidos en el presente.

— Mhm...

Jun Wu acarició suavemente la mejilla pálida que estaba aun húmeda, seguía sin creer que Hua Cheng hubiera derramado lágrimas sinceras por él, así que sentía que eran justamente un roce suave a su corazón herido y solitario.

— ¿En qué piensas?

— Sé que lo hiciste por amor a Wuyong... Pero yo los hubiera exterminado a todos, a cada uno lo hubiera perforado como ellos a ti, desmenuzando sus cuerpos como si fuera a hacer la mejor ofrenda y luego los volvería cenizas... Todo aún estando con vida.

Los ojos obsidiana mostraron una fascinación particular por ese hombre, pocos sabían su historia y nadie por sus propios labios, al menos hasta ahora que se la había contado al terror de sus antiguos subordinados en el cielo.

— Eso ya pasó, no importa más.

Ese episodio seguía lacerando el alma del dios marcial, pero ahora que estaba en su retiro, ¿qué importaba? Lo que realmente sorprendió a Jun Wu fue que el azabache lo besara con una emoción desbordante y luego pegara su frente a la de él, retirando su parche como muestra de que también era vulnerable.

— Cierra los ojos.

Ante una orden así, el antiguo Emperador Celestial no objetó y dejó que sus párpados cayeran sobre las gemas oscuras de sus ojos, esperando pacientemente lo que Hua Cheng quería mostrarle. Lo que continuó fue algo inesperado, doloroso, pero catártico, arrancando perlas cristalinas de su alma rota que corrían por sus mejillas como la lava que aún recordaba tan vívidamente.

— Xueyu Tanhua...

La imagen que vino a la mente de Jun Wu fue la de él mismo como Príncipe Heredero de Wuyong recientemente ascendido, con todas los objetos perforando su cuerpo en cada centímetro, sin embargo, esta vez no estaba solo, sino unos brazos adornados con túnicas rojas y brazaletes plateados lo sostenían con cuidado mientras escuchaba los sollozos más tristes y honestos que hubiera recibido jamás.

— Dianxia... Yo seré siempre tu más fiel devoto... Te juro que no volverás a pasar nada solo... Primero exterminaré al mundo antes de que seas dañado nuevamente...

Los brazos del dios marcial abrazaron al fantasma sin abrir los ojos, ambos no dejaban de temblar ante la ola de emociones que los embargaba quedándose así por un rato tan largo que no sabían si habían pasado minutos o extensas horas en esa posición. Jun Wu suspiró tan profundamente que no lograba explicar el peso tan grande que le habían quitado ahora que compartía la pena con esa alma en pena que le pertenecía sin haberlo imaginado antes.

— Parece que el mayor agravio que le provoqué a Xian Le fue arrebatarle a su precioso devoto.

— Eso es un pecado abismal, por eso sigues encerrado aquí.

El dios marcial rio mientras sus ojos se abrían encontrándose con la intensidad del carmesí del Rey Fantasma, besando una vez más aquellos labios que se habían convertido en su adicción.

— Y tú sigues aceptando gustoso venir aquí... Mientras Mei te mira mal.

— Qué más da, soy Xueyu Tanhua, el mayor canalla de los tres reinos, ese que le quitó a su amada Alteza.

Así eran las cosas, ambos tenían personas que los adoraban, no habían sospechado nunca que terminarían juntos, si alguien se los hubiera dicho en el pasado hubieran reído y luego vomitado, no obstante, se fueron conociendo por un tonto juego en el que se molestaban uno al otro por lo aburridos que estaban.

— Terrible...

— Inhumano...

Jun Wu volvió a reír acostando a Hua Cheng sobre la cama antes de volver a besarlo mientras sus manos se encargaban de retirar las túnicas rojas que lo separaban del placer y la entrega totales.

Definitivamente Tonglu ya no era un sitio frío ahora, sino un lugar en el que ambos Supremos y líderes del ayer y el ahora podían amarse sin freno.