JunHua. Otro día más en el psiquiátrico

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Una disculpa, había olvidado poner la advertencia de que el encuentro entre Hua Cheng y Jun Wu tiene un tinte macabro y turbio, si no te gusta este tipo de contenido, es mejor no leerlo.

¡Gracias a Memories of the Future por recordarme sobre esto!

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La incomodidad en la parte baja del cuerpo de Hua Cheng lo despertó de los efectos de la droga que lo tenía aturdido. Intentó incorporarse, pero una mano fuerte presionó la zona entre sus homóplatos obligándolo a hundir nuevamente su rostro entre las almohadas.

Otra vez ese pinchazo de dolor, su mente se iba despejando poco a poco, siendo más consciente de lo que estaba pasando. Una erección estaba intentando abrirse paso entre sus piernas, justo en una zona que jamás había utilizado para eso, quería maldecir, sin embargo sus labios no se abrían tal como él lo deseaba.

— ¿Ya estás contento? Te he tratado con empatía y así me pagas.

Esa voz, ya recordaba qué había pasado, había discutido con el doctor narcisista del psiquiátrico donde había aceptado vivir. Hua Cheng era un psicópata, no le importaba para nada lo que Jun Wu pensara sobre él, iba a irse sin decir ni una palabra, lo había atacado para escapar y después... No recordaba más.

— ¿Empatía? No me hagas reír...

Una embestida salvaje invadió el interior del azabache, haciéndolo gritar por el dolor, mientras que sus hebras oscuras eran tiradas hacia atrás por la otra mano del mayor que se reía sin ápice de emoción.

— ¿Acaso no entendiste que eres mío?

— ¿Dónde lo firmé, estúpido?

Jun Wu volvió a mover la pelvis con rudeza desgarrando la entrada ajena sin ningún tipo de cuidado. El psiquiatra había llevado consigo a ese joven que había masacrado un colegio entero y creado incendios al por mayor, solo quería usarlo para sus más oscuros planes, pero se había obsesionado con él y sabía que muy en el fondo, Hua Cheng sentía lo mismo a pesar de su condición mental.

— Hemos arrebatado decenas de vidas juntos, ¿eso no es suficiente?

Antes de que hubiera una nueva respuesta, las manos de Jun Wu hicieron presión en el cuerpo ajeno como si fuera un simple juguete para su propio placer y continuó con las estocadas que cada vez eran más sencillas por la lubricación carmesí que él mismo había provocado.

Por su parte, Hua Cheng se removía violentamente intentando liberarse, negándose a mostrar el dolor lacerante que sentía, pero que a su vez lo estaban excitando hasta el límite. Nadie en su vida lo había dominado, él siempre tenía el control de todas las situaciones y personas, pero a ese hombre no había podido leerlo como un libro abierto y eso lo envolvía de una repugnante fascinación por él.

— ¿Aún quieres irte? Dilo...

— Si...

Nuevamente el dolor recorría la piel del menor por la navaja que bien conocía que utilizaba el médico de salud mental y gruñó diciendo todas las maldiciones que venían a su cabeza.

— ¡NO TE ATREVAS A MARCAR TU MALDITO NOMBRE EN MÍ!

Hua Cheng se impulsó por la rabia y empujó hacia atrás su cuerpo para liberarse, su verdugo solo reía mientras lamía la sangre en la hoja del arma sin dejar de mirar esos ojos carmesíes que tanto lo atraían.

— Eres... Eres...

Jun Wu extendió esa afilada reliquia hacia su compañero, quien se levantó con el dolor en sus caderas y la tomó para cortar superficialmente la piel del cuello ajeno, inclinándose para besar y succionar aquél líquido que muchas veces derramaron juntos de sus víctimas. Poco a poco, Hua Cheng se acomodó sobre el psiquiatra y éste no tardó en entrar de nuevo en él ahora con más gentileza, pero no por mucho tiempo.

— Soy tu perdición, me perteneces desde que pisaste este lugar, así como todos.

La ira apareció en el azabache, su posesividad no aceptaría que Jun Wu dijera tan fácil que todos ahí podían ser candidatos para algo así, por lo que Hua Cheng volvió a incrustar la navaja en el hombro ajeno, en un punto que sabía bien que no mataría a su amante, pero si lo hizo gruñir adolorido, obteniendo a cambio unas embestidas salvajes que lo hacían sangrar a la par.

Ambas miradas se retaban, tiraban el cabello del otro, era un intercambio violento pero apasionado, los besos no se dejaron esperar y las lenguas se enredaban entre sí con necesidad. Ninguno de los dos quería soltarse, no conocían qué era el amor, no tenían la capacidad de sentir como los demás, pero sabían que no podían dar marcha atrás.

El fuego los estaba incendiando como las muchas evidencias que desaparecían después de sus crímenes, mordidas, rasguños, bofetadas, todo era para ellos el cúmulo perfecto del orgasmo que se iba creando en la presión del abdomen de cada uno.

— Quiero irme...

— Sabes que no lo harás...

— ¿Cómo podrás evitarlo?

Jun Wu empujó hacia atrás a Hua Cheng levantando las caderas ajenas para penetrarlo una y otra vez, el azabache solo se aferraba a la carne contraria con sus uñas sintiendo que desvariaba por todas las sensaciones que lo inundaban. Los minutos pasaban, los gemidos llenaban todo el lugar sin importar quién los escuchara, todo era una locura que los estaba haciendo perder la razón total hasta que el semen cálido del psiquiatra llenó a su paciente que momentos antes había explotado también entre sus cuerpos.

— Ahora ya tienes mi esencia dentro de ti...

— Te odio, maldito animal...

— No me importa y lo sabes.

Ambos sellaron el momento con un beso apasionado, la navaja se quedó hundida como marca de aquella noche mientras que el anillo de carne fue totalmente desgarrado por la posesividad y el encanto oscuro. Ambos tendrían que ser atendidos por sus heridas, pero qué más daba si ahora se pertenecían aunque no supieran lo que eso significaba.

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